d o s

3.1K 414 382
                                    

El noruego sonrió con ternura, para luego soltar una leve risita.






—El placer es mío, Tom—le observó aún con aquella linda y extensa sonrisa, la cuál iluminaba cualquier lugar, simplemente bella.





En primera instancia el menor se sorprendió, pero al segundo le devolvió el acto, con un ambiente alegre y pacífico.





—¿Entiendes lenguaje de señas?—la voz de Edd retumbó por el salón, quien estaba algo extrañado y al mismo tiempo sorprendido.





El noruego se giró levemente para verle al rostro, manteniendo una mirada serena.





—Mi madre es sordamuda—extendió aún más su sonrisa, ahora sí mostrando la fila de dientes superior completa. Estaban perfectamente alineados.





Devolvió la mirada al británico, quien rió levemente.





“Espero podamos entablar una buena amistad.”





—Lo mismo digo—quitó su sonrisa a una simple curva en sus labios, que aún así mantenía el ambiente sereno.





—¡Bueno, vamos a mostrarle la habitación a Tord!—exclamó el pelinaranja, juntando sus manos en una palmada, con su típico tono de alegría, para luego posar una mano sobre el hombro del noruego, quien asintió levemente.





Los cuatro subieron a la segunda planta, hablando entre ellos de tonterías. Llegaron a una puerta distinta a cualquiera de la casa, ya que no tenía absolutamente nada además del color blanco sobre su madera rugosa. A diferencia de las otras, que tenían pegatinas, letras, dibujos, y cosas de ese estilo, como ya se podía ver por todo el hogar.





—Puedes personalizarla como quieras, no nos molesta en nada. Además, mira, si necesitas algo, la puerta de enfrente es la de Tom, por si no lo notaste—comentó el de verde, para luego apuntar la puerta detrás suyo.





Ésta ers blanca también, aunque con una franja de diseño de ajedrez en la base, y por el medio un montón de dibujos que Edd le había hecho, frases de canciones, pegatinas que traía el cereal o algunos cuadernos, y cosas de bandas que al ojinegro le gustaban, junto con unas letras escritas con acuarelas de distintos tonos azules que decían Tom.





—Lo tendré en cuenta—sonrió al que anteriormente le había hablado, para luego dirigir la vista al más pequeño, quien tenía un leve sonrojo.





Tan tierno.





—Tiene los muebles básicos para que puedas empezar a acomodarte, así que, ¡Bienvenido!—replicó el pelinaranja, como despedida, para luego volver a la primera planta. Esto seguido de Edd, quien dejó una dulce sonrisa.





Por su lado, el británico se acercó a su habitación con la idea de volver a lo que anteriormente había hecho, componer. Pero una voz interrumpió su labor.





—¿Tom?—aquella voz nueva en la casa le nombró, por lo que volteó—¿Puedo preguntarte algo?





El nombrado asintió.





—Pero dentro, ven, podríamos conocernos, ¿No?—sonrió, transmitiendo confianza. No dijo nada, solamente se acercó a su puerta,  por lo que Tord entró junto al menor, notando lo limpio que estaba aquél cuarto.





Abrió una ventana, y dejó a un lado las pocas pertenencias que traía. Mientras, el castaño claro se sentía algo incómodo, no acostumbraba hablar a solas con la gente, por lo que sus manos comenzaron a sudar levemente.





Luego, tomó asiento sobre la cama de la habitación, notando como el menor no hacía lo mismo. Éste le miró, casi esperando su aprobación.





—¿No vas a sentarte?—aquello bastó para que Tom imitara su acción, con delicadeza, dejando sus manos caer sobre sus piernas, mirándole—Bueno... Quería hablar contigo, digo, me llamaste la atención—esas palabras lograron generar un pequeño rubor en el rostro del de azul, quien sonrió levemente y de manera inconsciente— ¿Puedo preguntarte algo?





“Adelante, lo que quieras.” señaló.





—Bien...—hizo una pausa por un rato—¿Siempre has sido mudo?





El más bajo negó.





“No, pero perdí la voz muy pequeño. Recuerdo haber hablado alguna vez, mis padres siempre quisieron saber como sería mi voz de mayor, aunque... Por un virus de resfriado mal cuidado, se infectó mi garganta y terminé por perder gran capacidad de las cuerdas vocales.”





—¿A qué edad fue eso...?—murmuró.





“Cinco años. Tengo el noventa y cinco porciento del funcionamiento de las cuerdas vocales dañado, por lo que no puedo decir nada más que muy leves susurros que parecen suspiros.”





Aquello sorprendió al mayor, o sea, ¿Técnicamente sí hablaba? Eso era extraño, nunca pensó que algo así podía sucederle a alguien.





—Oh, entiendo... Pero, cambiemos de tema, ¿Hay algo que te guste hacer, Tom?—le miró con intriga.





“Tocar el bajo, y el piano.”





Por alguna extraña razón, a Tord le atraía mucho la forma tan simple del lenguaje de Tom, como lo manejaba sin ningún problema y le admiraba en cierta forma por como se había adaptado a eso.





—¿Bajo y piano, eh?—ladeo su sonrisa, para luego tomar una de las pequeñas manos del contrario—tienes dedos delgados y largos, sí parecen manos de pianista, vaya. Espero que algún día me toques alguna canción.





El ojinegro rió, su risa era silenciosa, pero al mismo tiempo contagiaba a cualquiera, en especial por la forma que tomaban sus ojos, como las leved arrugas que salían en éstos.





“Me encantaría.”



















Quiero tratar de ser más activa en Wattpad aaaah;A;

pianista ; tordtomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora