s e i s

1.7K 201 85
                                    

Tan pronto como había anochecido, el amanecer se reveló, pintando trazos anaranjados y azulados por el cielo, los cuales eran acompañados por los rayos del sol, y unas poquísimas estrellas que aún se dejaban ver, aquellas que durante la noche, eran las más brillantes. En casa del cuarteto, no se oía absolutamente nada, era como si ningún alma se encontrara allí, por más que uno de ellos tuviera una mejilla hinchada, y otro un rastro de lágrimas secas que se perdían por el cuello.

Uno de ellos, específicamente, el último que había tomado lugar en aquella casa, despertaba entre movimientos incómodos y el sonido constante del roce de las sábanas contra su cuerpo. Uno de sus ojos se abrió, y enseguida lo cerró al sentir como un rayo de sol caía justamente sobre él, cegándole momentáneamente. Volteó en la cama, hasta que la pared le dio los buenos días, y aprovechó de parpadear para quitar el sueño de su cuerpo, y también para darse una reprimida mental sobre cerrar las cortinas antes de dormir, y más por la posición en que se encontraba su cuarto. Minutos después, se sentó en el colchón, apoyándose en sus manos, y su vista viajó por todo el cuarto hasta el reloj de la pared, en donde indicaban las siete con cinco minutos de la mañana. Por unos segundos frunció el ceño, pensando, hasta que el balde de agua fría, o mejor dicho, de información le cayó encima.

Había olvidado también, poner la alarma. Sus clases comenzaban a las ocho, y tardaba casi cuarenta minutos en llegar hasta la universidad.

Cuando reaccionó totalmente, saltó de la cama como si hubiera algún bicho extraño sobre esta, y abrió la puerta con rapidez, no podía entender aún cómo es que algo esencial y rutinario se le había pasado totalmente, más si tenía que ver con su futuro. Sabía que de por sí solía ser alguien olvidadizo, pero es que ya realmente tenía que comenzar a controlarlo antes de que le pasara la cuenta, y termine hiriéndose a sí mismo por, por ejemplo, olvidar algo tan simple como apagar la estufa de la cocina. Lo imaginó y se estremeció completo, de verdad esperaba que eso no sucediera, y si lo hacía, que fuera en un futuro muy, muy, muy lejos.

Caminó hasta el baño, y se sorprendió a sí mismo con la rapidez que utilizó al ducharse, la cual fue tan rápida hasta el punto en que, tres minutos después, ya corría silenciosamente hasta su habitación, odiándose al no llevar la ropa hacia el cuarto de baño. Al momento de abrir su armario, notó el espejo a un lado, en la parte trasera de una de las puertas, y se quedó pegado un segundo, hasta recordó algo que todos los días, por alguna razón, no se le iba de la mente.

Sonrió, para sí mismo. Aprendió aquello cuando no tuvo a nadie más para sonreírle.

Se vistió lo más rápido posible, incluso se rió mentalmente —y, porque no, externamente también— al compararse con flash, y en cosa de segundos ya se encontraba saliendo de su cuarto, hacia el baño otra vez, para poder lavar sus dientes e irse luego. Ya compraría algo por el campus, o al menos eso se le ocurría.

Iba bajando la escalera, todo malditamente silencioso, hasta que un toque en su hombro le hizo saltar como un tonto, con el corazón en la garganta, al menos eso hasta que un negro azabache se coló en su mirada, encontrando así frente a su cuerpo el del menor de la casa, observándole con confusión en su pálido rostro.

¿Qué haces despierto?

Una mano se posó sobre su pecho, el cuál bajaba y subía rápido gracias al mini susto de antes, y le observó en silencio unos segundos, hasta que se sintió menos ridículo y un poco más estable como para hablar.

—Uh, tengo que... ir a la universidad, y... ¿Qué haces tú a esta hora, eh? —alzó una ceja con gracia, y luego se acercó hacia la cocina, aun mirando por el rabillo del ojo las acciones del chico más bajito.

Guardó unas cosas en su mochila y luego volvió a reposarse sobre la encimera de la cocina, esperando una respuesta del otro, aunque al verle de frente notó el ceño fruncido en su rostro, a lo que una sonrisa ladeada se coló en su rostro, le daba cierta ternura aquello, más cuando la nariz del inglés se encontraba algo rojiza gracias a la temperatura de la mañana, que aún era bastante baja.

Tenía sed y bajé por agua, no me gusta la del grifo.

—Ah, que sensible, a mi si me gusta, además sale fría. —defendió de forma absurda, a lo que recibió una risa –irónicamente- silenciosa, y pudo jurar como su corazón se estrujó de amor ante la escena. Luego, una negación. El inglés tomó camino hacia el refrigerador, de donde sacó un botella de agua sellada, y antes de salir de la cocina, gesticuló la última frase.

Se te hace tarde.

Luego, un guiño y el chico ya no se encontraba más allí.

Tord no sabría diferenciarlo bien, si era causa del frío u otra cosa, pero pudo notar un suave rojo colarse desde la nariz hasta las mejillas y luego a las puntas de las orejas ajenas.

Negó con la cabeza, sacando las ideas innecesarias de esta, y luego se acercó hacia la puerta, porque sí, se hacía tarde y acababa de darse cuenta.



[---]



El día se pasó bastante rápido, más pensando que era alumno de nuevo ingreso y no había mucho que hacer. En un abrir y cerrar de ojos, ya estaba a la entrada de casa, con las nubes sobre su cabeza, indicando que la lluvia no tardaría en hacer acto de presencia.

Al entrar, chocó con el chico de verde en la sala de estar. En realidad, chocaron miradas, él desde la puerta, y el otro desde el sofá, en donde sus piernas estaban en posición india, y su teléfono descansaba sobre una de ellas.

—Edd—saludó, con una sonrisa. El nombrado devolvió el gesto y todo se llenó de un silencio tormentosamente incómodo, el cual daba prácticamente la sensación de ahogo en cualquiera, aunque fue roto por el mencionado.

—Tord, ven aquí.

Algo, o mejor dicho, bastante confundido, hizo caso, tomando asiento a un lado del mayor, con las piernas cruzadas, y jugando con una de sus mangas.

—¿Dim...?—su oración fue interrumpida por el otro ocupante del sofá.

—¿Escuchaste algo de ayer?

Aquello fue como un golpe de agua fría sobre su cabeza, y por la sorpresa no supo bien que hacer, aunque por reflejo lógico negó, fue demasiado evidente.

—Tord...

—Uh, bueno... Joder, sí, lo hice, ¿Sí? Solo que... ¿Hay algo mal entre ustedes o...?

Una risa llena de ironía volvió a robarle el protagonismo a sus palabras.

—Dios, es que no tienes idea...





WEEEEEEEENA

ok, hace muchísimo no subía nada, y es raro pero bonito.

Bien, como ya sabrán, el tiempo que no estuve, me dediqué mucho a rol (mejor dicho a fake) y gracias a el tomé muchas cosas de mi escritura que ahora están cambiadas, y creo que es notable, o un poquito al menos. Voy a editar la historia completa, pero detalles pequeñitos, yas.

Espero me hayan extrañado ahre

y perdón por no contestar comentarios y subir recién ahora, estuve enfema + no estuve en mi casa + problemas personales que me quitaron todo animo de escribir pero aki estoy

Además este cap estaba escrito en el pc de mi mami y y y no me lo queria prestar XDDD

emmmmmmmmmm, quieren saber que pasó o paso de eso y sigo lo otro?

Ah, también, sigo con ganas de subir un fic yoonmin, pero no sé si realmente alguien lo leería xd sería temática omegaverse y obviamente tendría drama, soy su cuina dramática duh

bueno eso nos vemos en moon KJSDJDKDKDKSKS 

pianista ; tordtomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora