Aquél verano, justo antes de comenzar el nuevo año en el instituto medio, empacaron maletas y viajaron hasta Grecia a visitar a el padre de su madre; el abuelo Xanthe. El nombre les había parecido algo realmente curioso, algo misterioso tal vez místico. Un nuevo país, un nuevo lugar y un nuevo familiar del que su madre jamás hablaba.
Viajaron a Seul para abordar el avión. Con manos temblorosas sostuvieron en todo momento sus maletas antes de pasar por todo aquél ajetreo. Cuando por fin estaban por abordar el avión la expectativa creaba un efecto adormecedor en sus párpados. Nerviosismo disfrazado de cansancio, sonrisas tímidas pero expectantes.
Antes de pasar hacia el área de abordaje pasaron por un pequeño túnel con grandes vidrios. Los pequeños se vieron abrumados ante la nueva experencia. Hubo un pequeño momento en el que YoonKi en específico quiso echarse a llorar, quería pedirle a su madre sostener su mano, pero su madre estaba más ocupada mirando con ojos tristes el panorama; como si estuviera ahí pero no del todo.
YoonKi sintió una sensación de ahogamiento invadirle el pecho, su padre ya no estaba y su madre estaba siempre ausente, vaya familia funcional. Trató de serenarse, así que se enfocó en que estaba por conocer a su abuelo, seguro el nuevo familiar sería diferente. YoonKi no lo decía en voz alta pero deseaba que alguien sólo le estrujara entre sus brazos, estaba empezando a sentirse muy triste y la soledad parecía ser tan recurrente en su vida como los tazones de cereal.
Ocuparon sus lugares y de pronto estaban ahí, justo en ese momento estaban ahí en el avión, los cuatro. Los tres hermanos Min y su madre. Sentados, con un par de expectativas positivas, como si Grecia fuera a salvarles. Como si Grecia fuera su última esperanza, esa última posibilidad de reparar algo que se creía irreparable.
Desde el avión pudieron observar el despegar de la nave. El avión se había separado del suelo y se sintieron lejanos a su vida monótona. Tan curiosos como aterrados miraron con ojos tristes los altos edificios grises hacerse pequeños, les pareció como aquella vez en el auto rumbo a su casa, como si algo estuviera irremediablemente mal en el aire. YoonHi preferio dormir, YoonGi se colocó los audífonos de su pequeño reproductor y YoonKi, aprovechándose del lugar junto a la ventanilla se atrevió a echar un ojo por ella y mirar las nubes, deseando poder mirarlas siempre. Le causaban serenidad, como si de pronto ese sentimiento de ahogamiento que últimamente le atacaba desapareciese cuando el azúl suave del cielo contrastaba con el blanco brillante. Sonrió, sí...quizás su corazón no era tan irreparable.
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La isla Santorini era bellísima, con colores blancos en las casas y sus estrechos caminos empedrados. Había un despeñadero en lo alto y las casas se alzaban en colinas. Olía a sal, pescados y paz.
El nuevo paraíso era un oasis para los Min, los pequeños corrieron de lado a lado tan pronto la embarcación llegó al pequeño puerto. Había un pequeño mercado y los Min de acercaron a observar; sus ojos capturaron la imagen de toda clase de mariscos frescos, por su puesto. Miraron un pulpo aún moverse y los tres sonrieron. Las hojas en las que los pescados eran exhibidos eran tan verdes que parecían haber sido pintadas y el sonido de las voces hablando en griego fuerte resonó en sus oídos. Su madre les llamó y se encaminaron tras ella por un camino empedrado, decorado con pequeñas bardas pintadas con diferentes tonos de azul, aquello les parecía más alguna clase de ilusión óptica con los matices de los azulejos azules y las rojas amapolas. Hojas verdes, macetas con flores violetas y rayos amarillos rebotando en las paredes blancas. Su madre giró en un pequeño cruce y de pronto estaban al frente de unas escaleras. Siguieron los pasos ágiles de su madre, con nervios caóticos. Tan excéntrica y tan irreal como la isla una casa blanca se presentó ante ellos con grandes ventanas redondas y un hermoso jardín con flores de colores vibrantes. La casa del abuelo Xanthe se había materializado y no era nada parecida a lo que imaginaban. YoonHi había dicho que la imaginaba como una cabaña de aspecto tosco y lúgubre. Sin embargo, la casa no parecía lúgubre o tosca, más bien se alzaba estética entre las demás estructuras en el camino. Armónica con la isla.
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Dalí, Van, Picasso. [P A U S A D A]
Fiksi Penggemar"En algún lugar de Daegu, el señor Min YoonSoo presenta a tres pequeños niños. -Este es YoonHi, él YoonGi y mi pequeño YoonKi. Tres pequeños pares de ojos, narices iguales y vestidos de forma idéntica. La gente no logra diferenciarles fácilmente, pe...