...¿Amigos?

Capítulo 8.

Es curioso como el tiempo puede pasarse más rápido entre charlas, mensajes y sonrisas. Y es curioso la manera en que alguien que un día es un desconocido se vuelve la primera persona con la que hablas todos los días, con la que más compartes, con la que hablas de todo.
Curioso. Nada definía mejor mi relación con este chico. Nada definía mejor como eramos con el otro. Curioso.
Luego de un tiempo, sentí que ya eramos cercanos, que de verdad podía contestarle afirmativamente a su "¿somos amigos?".
Aunque yo tampoco quería verlo así, habia algo más que me evitaba verlo de manera romantica, quizás ese principio en que me hizo sentir comodidad, esa comodidad que casi nunca encontré cuando entablaba una conversación con un chico.
Siempre amé ser hijo único, siempre disfruté que todo en la familia estuviese centrado en mi, siempre me encantó que en navidad los mejores regalos vinieran a mi.
Pero todo tiene un lado bueno y un lado malo, y si bien esos momentos en que el foco de atención estaba dirigido a mi eran geniales y me sentía el centro, también hubo momentos en que me sentía muy solo. Momentos en los que verdaderamente estaba solo. Momentos en que mi yo de 8 años hubiese deseado tener un hermano con quien crecer, alguien con quien jugar, con quien pelear para terminar riendonos, alguien que siempre esté ahí, alguien que no sea como todas mis amistades anteriores, las que particularmente en mi vida desaparecían como mucho, al año de conocermos, o mucho antes aún.
Tal vez nunca entendí que me pasaba con él, tal vez lo quise más como ese hermano que nunca tuve, tal vez pensé demasiado, como es habitual en mi.
Eso suele pasarme después de que me lastimaron, hasta el punto de que me da miedo conocer a gente nueva que puede volverse especial en mi vida, gente que un día estamos abrazandonos, para que tiempo y peleas después nos cruzemos en ma calle y nos evitemos rozar para no tener que voltear a vernos a los ojos.
De eso tenía miedo.