Capítulo 28

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Se siente bien estar en casa, quiero decir, nunca había estado aquí, es cierto pero el simple hecho de estar con Ross y su familia, lo hace sentir como un verdadero hogar. Extrañaba estar con todos ellos y con cada segundo que pasa desde que he llegado, estoy cada vez más convencida sobre la decisión que he tomado, al final del día, todo el mundo siempre se empeñó en decirme que lo más importante es mi felicidad y esta no se encontraba en una escuela de música en Nebraska, sino en kilómetros más alejados: En Los Ángeles, junto al chico con el que lo había compartido todo desde los 6.
Lo miro de reojo durante la cena, está feliz y también me mira de vez en cuando pero a pesar de que hay un ambiente tranquilo a nuestro alrededor o más bien, en la mesa, su rodilla izquierda no deja de moverse frenéticamente de arriba a abajo. Si no lo conociera, diría que está nervioso, pero Ross siempre ha sido muy inquieto.
Aprovecho mientras Rocky habla junto a Ellington de un problema que tuvieron con el teclado de Rydel el otro día  para colocar mi mano de la manera más discreta posible sobre la rodilla de Ross, la cena casi ha terminado, mi plato está vacío y mi acción detiene aquél movimiento. Ross, quien posteriormente prestaba atención a lo que Rocky decía, aparta la mirada y sus ojos mieles se encuentran con los míos, le doy una cálida sonrisa junto a un ligero apretón a su rodilla, él me sonríe de vuelta y coloca su mano sobre la mía. Dejamos de mirarnos para no ser tan obvios y respiro pausadamente repetidas veces tratando de contenerme, quiero abrazarlo de nuevo y repetirle una y otra vez lo feliz que me hace estar aquí, en estos días Ross me ha hecho mucha falta. Especialmente porque no respondí sus llamadas y mensajes, me siento culpable pero tan pronto pueda hablaré con él. Lo que me recuerda a el beso que Ross me ha dado tan pronto he llegado, sigue tan presente que aún puedo sentirlo.
—¿Podrías traer el postre Ross? Por favor.—pide Stormie amablemente y él asiente antes de levantarse.
—Te acompaño.—digo e ignoro la enorme sonrisa en el rostro de Rocky.
Pero simplemente no he podido evitarlo, hay algo que me pide a gritos estar cerca de Ross y que no me aparte de él.
Entramos en la cocina y él saca dos botes de helado del congelador tras indicarme donde están las copas y cucharas para este.
Ambos colocamos las cosas sobre la encimera.
—¿Sabes Laura? Tienes muchas cosas que explicarme estás consciente de eso, ¿Cierto?—inquiere aprovechando que estamos a solas.
—Tan pronto pueda lo haré.
—De acuerdo.—hace ademán de tomar las cosas e irse nuevamente al comedor pero yo lo detengo.
—Ross...
—¿Sí?—se queda estático en su lugar y presta su atención en mí.
—Lo siento.
—¿Por qué lo dices Laura?
—Por... Por todo. Por ignorarte casi por completo. No respondí tus llamadas ni mensajes. No fue justo, no lo merecías, simplemente estabas preocupado por mí y yo estaba... No sé. Creí que eso me ayudaría a pensar mejor, no quería decidir mal y que eso te afectara a ti. Pero en el proceso quizás te lastimé un poco, y quiero que sepas que esa no fue nunca mi intención. Iba a llamarte, quise hacerlo miles de veces pero, creo que era mejor esperar. De verdad lo siento.—digo esperando escucharme lo más honesta posible.
Estoy consciente de que me he dedicado a ignorarlo durante estos últimos días y no se ha sentido bien. No cuando Ross siempre ha sido tan lindo y bueno conmigo.
—No tienes porqué disculparte Laura. No tengo nada que perdonarte. Admito que llegué a tomármelo casi como un rechazo y llegó a dolerme el pensar de esa manera, pero ha valido la pena porque estás aquí conmigo. Dime, ¿Eres feliz? Sé que no ha pasado más de una hora desde que llegaste pero... ¿Lo eres?—asiento y me acerco para tomar su mano y acariciar su mejilla con mi mano libre.
—Lo soy, lo soy ahora porque estoy contigo.
—¿Me extrañaste?—pregunta apoyando su rostro en mi mano, probablemente disfrutando de mi tacto, y aquello lo hace lucir como un niño pequeño, lo que me hace sonreír.
—Creo ya haberte dicho hace un rato que lo hice.—respondo juguetona.
—Ya sé. Pero me gusta saberlo y oír que tú lo digas.
—¿Por qué?
—Porque me hace ver que no fui el único. ¿Sabes cuánta veces estuve a punto de comprar un boleto de avión de vuelta a Nebraska solo para verte y suplicar que vinieras conmigo?—río por su comentario. Honestamente, lo creo capaz de haberlo hecho.
—No, pero me lo imagino.—Ross retira mi mano de rostro y deposita un casto beso en mi palma.
—Ya tendremos más tiempo para hablarlo, hay que volver.—acepto y caminamos de vuelta al comedor con el helado, copas y cucharas en mano.

Easy Love~[Raura] 2°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora