Austin volvió a clase. Estuvo toda la mañana pensativo sin poder atender a las explicaciones de los profesores, "¿Aquel beso a qué vino?" se preguntaba una y otra vez. Al tocar la sirena que marcaba la hora del recreo fue directo a buscarla par que le explicara a qué venía lo del beso.
Estuvo todo el recreo y no dio con ella. Siguió pensaivp hasta que volvió a tocar la sirena que marcaba la hora de salida.
Después de dar vueltas y vueltas la encontró.
Ensayó rápidamente lo que le iba a decir antes de atreverse a decírselo.
Cuando por fin se atrevió fue directo a ella.
"Hola Marina, ¿te puedo preguntar algo? -dijo por fin.
"Si claro, dime"
"¿A qué vino lo del beso?"
"¡Ah!, pues no se me apetecía jaja, ¿por qué? ¿te molestó?"
"No para nada, es que nunca me habían besado en la mejilla, ni en ningún lado...2.
"¡Ah, es por eso! Bueno cambiando de tema... ¿te vienes a mi casa hoy?"
"Em...¡bueno vale!"
"¿A qué hora?
"¿Te parece a las 18:00?"
"Sí, vale"
"Perfecto. Bueno pues ¡hasta esta tarde Aus!^^"
"Adiós Marinita^^, por cierto... ¡Me gustas!" -le dijo devolviéndole el guiño a la vez que su corazón latía a toda velocidad.
"¿Qué? ¿en serio?"
Austin se puso tan nervioso que no pudo responderle y se fue a paso ligero.
Marina intentó alcanzarle pero lo perdió de vista.