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🎡«Algodones de azúcar y demonios VIP» 🎡

«Algo es algo», pensó. El hombre que lo esperaba sostenía entre manos un cartelón con nada más que su nombre escrito en hangul y el logotipo de la empresa decorando la esquina superior.

Nadie que supiera lo que había tenido que pasar para llegar ahí –el terror que le provocaba viajar en avión y la lista de desaires que arrastraba consigo– lo llamaría exagerado por tomarse a mal el pobre recibimiento que sus anfitriones organizaron, pero Luhan estaba decidido a empezar el viaje con el pie derecho y aferrarse a la poca esperanza que aún guardaba de que todos sus esfuerzos valieran la pena.

—Bienvenido a Seúl —le dijo el otro, al tenerlo de frente—. Soy Jaehyun, secretario del director Kim. Le ofrezco una disculpa, nuestro CEO iba a venir él mismo a buscarlo, pero ha habido algunos inconvenientes en el complejo y es fin de semana, todo está al tope.

—Entiendo —Luhan sonrió—, en días así es fácil perder la cabeza y agradezco que enviaran a alguien.

Parecía como si Jaehyun esperara que montara un teatrito, lo que le hizo preguntarse qué impresión tendría de él la familia Kim.

Tal vez fuera algo grosero cuando llamó por teléfono para confirmar su visita y un poco altanero al enviar por delante al vicepresidente de su compañía, pero una vez más: las cosas serían muy diferentes si en alguna de las tantas oportunidades que existieron en el pasado, el otro bando hubiera mostrado un poco de consideración por sus sentimientos.

Un auto los esperaba a la salida del aeropuerto, Jaehyun le explicó que tardarían menos de una hora en llegar y que lastimosamente no verían casi nada de la ciudad, aunque al chino poco le importaba, pues no había ido hasta Seúl para llenarse de sus vistas urbanas y el encanto tradicional de los barrios antiguos. Su único interés eran el famoso EXO World y sus misteriosos dueños.

Según sabía, el lugar había abierto sus puertas algunas décadas atrás, cuando tras el éxito de los cómics que su pareja publicó, un millonario con gusto por los parques de atracciones decidió levantar la que llegaría en convertirse en la tierra donde las 12 leyendas protectoras, el árbol de la vida y un enemigo mortal conocido como RED FORCE, cobrarían vida. «Medio loco el asunto, pero igual son entretenidos» escribiría luego un blogger, en internet.

Como suele suceder cuando un producto se vende tan bien, el parque se convirtió en el centro de diversiones más próspero del país y para demostrar que no existiría competencia capaz de arrebatarle el primer lugar, extendió su reinado a Francia y Canadá. Tampoco lo hizo solo, pues en el camino, tuvo que aliarse con empresas de todos tipos y tamaños.

«Ahí es dónde entramos nosotros» le dijo su padre, la tarde que le habló de la propuesta que había surgido entre las compañías y para la cual necesitaría de toda la participación de su único heredero. Luhan lo escuchó hablar de cómo su cadena hotelera había alcanzado un nuevo nivel al construir resorts para el parque y no perdió de vista el momento en que mencionó que, en su juventud, había sido un gran amigo del dueño.

Mentiría si dijera que se sorprendió cuando su padre le propuso convertirse en uno de los accionistas mayoritarios y ser (junto a los Kim) los únicos dueños de los hoteles que se construirían en la nueva sede de Shanghái, mediante un matrimonio arreglado entre los herederos de ambas empresas y es que lo único que le asombraba de todo ese tema era la facilidad y la emoción contenida con que accedió a casarse con un desconocido.

¿Loco? No cabía la menor duda. ¿Predecible? El chico creía que sí, después de todo, toda su vida la pasó oyendo la historia de cómo sus abuelos presentaron a sus padres en una cita a ciegas y cómo estos se enamoraron desde el instante en que se vieron. Soñar con replicar aquel dulce romance era lo más infantil que podía hacer, pero Luhan nunca dijo que fuese un tipo maduro.

De carruseles y Sehun || HunHan ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora