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🎡 «Un príncipe sinvergüenza» 🎡

—¡Sehun-ah! ¡SE-HUN-AH!

Un escándalo como ese sólo podía ser obra de alguien tan ruidoso como Jongdae, el tipo que fácil dejaría sin trabajo a las sirenas de policía o las alarmas anti-robos. «¿Qué rayos pasa con él?» se preguntó el rubio, prometiéndose que la próxima vez que el mayor le pidiera algún favor, jugaría la carta de la venganza por haberle arruinado el momento con aquel bonito ángel.

—Espera aquí, por favor —murmuró y se alejó en dirección al quiosco, que no tardaría en venirse abajo como su amigo siguiera sacudiendo la barra al pegar de brinquitos.

Luhan lo observó, deleitándose en la visión de un trasero abultado bajo el pantalón y la proporción perfecta entre la cintura estrecha y unos hombros anchos, hasta que las orejas le ardieron por estar de mirón. No era algo muy propio de él, ir por ahí fantaseando con cada chico guapo que se le cruzaba en el camino, aunque nunca antes del rubio había visto alguien tan... perfecto.

Sacudiéndose aquellos pensamientos, el castaño optó por seguir a Sehun y es que de no ser por el ataque a la botarga, él también tendría uno de esos algodones que su amigo parecía haber conseguido en el quiosco de golosinas. Hacía no tanto que dejaran el hotel, pero incluso si no recorrieron gran parte del parque, lo poco que vieron les gustó tanto como prometían las experiencias de quienes visitaron EXO World.

—¿Todo bien allá? —preguntó Minseok, tan pronto acercarse. Se lo veía relajadísimo, arrancando trocitos de dulce al algodón azul que ya le había manchado los labios.

—No gracias a ti, apuesto que no te diste cuenta que no iba a tu lado hasta que tuviste con que acompañar el espectáculo —Luhan lo acusó y el otro se encogió de hombros.

—El chisme me da hambre, ya lo sabes.

Mientras ellos discutían fuera del puesto, Sehun y Jongdae tenían su propia riña al interior, el primero bufando porque lo hubieran interrumpido a mitad de un buen coqueteo y el segundo alegando que no podía seguirlo cubriendo en lo de los algodones.

—Ya voy a tarde a Almaty y le prometí a Min el primer carrito en la montaña rusa —espetó Jongdae. Sehun arqueó una ceja, como preguntando ¿Y ese quién es?, antes de que otra voz respondiera por su amigo:

—¡Será increíble! Almaty es tierra de lobos, Dae dice que puedes sentir como te persiguen mientras avanza y ya que no mintió sobre lo deliciosos que son sus algodones, confiaré en su recomendación. Por cierto, ¿cuánto es por este?

—La casa invita —Jongdae le guiñó un ojo que hizo sonrojar a Minseok.

«¡Este menso! Le dejo el changarro un ratito y ya anda regalando mis algodones» pensó Sehun, un segundo antes de apremiar al pelinegro a marcharse e ir a donde tuviera que ir. Jongdae ni siquiera lo dudó y antes de marcharse, le ofreció un brazo a Minseok, diciendo que él se encargaría de darles el mejor de los tours. El bollito no se negó, pero Luhan rechazó amablemente, prometiendo verlo en el hotel.

Cuando se volvió donde el rubio, se encontró con que Sehun ya se había olvidado de su presencia, acomodaba los palillos del algodón al tiempo que cuidaba que las máquinas no se volvieran locas y es que además del dulce rosado, había otras dos algodoneras que producían golosinas azules y moradas. Pese al delicioso aroma que expulsaban, el aire viciado por los granos de café que abundaban en el reino no pasaba del todo desapercibido.

—¿También me regalarás uno o tendré que pagar el que tu amigo le dio al mío? —preguntó Luhan, sin saber de qué otra forma atraer la atención del rubio.

De carruseles y Sehun || HunHan ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora