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🎡 «Uno con el viento» 🎡

Cualquiera que se supiera en un sitio ambientado en Seúl, esperaría encontrar entre las opciones donde disfrutar de la gastronomía nacional, así que Luhan y Minseok no se decepcionaron cuando escucharon que la cena de esa noche tendría lugar en el restaurante MAMA. El lugar se ubicaba en un hanok bellísimo al límite del reino y no bien cruzar sus puertas, transportaba a los comensales a las antiguas salas de la dinastía Joseon.

Jaehyun estaba en el lobby –aunque no parecía estar esperándolos a ellos –, los saludó con una incómoda sonrisa y les llevó hasta su mesa, en el segundo piso. Había pasado todo el camino convenciéndose de que aquella noche sería diferente y que no volvería a casa arrastrando otra decepción, pero muy a pesar de sus deseos y esperanzas, lo que Luhan tanto temía se volvió realidad al deslizarse la puerta y conocer a sus anfitriones.

Siendo lo más parecido a modelos de revista, los dos hombres en la habitación vestían trajes oscuros y emanaban la misma vibra de empresarios experimentados. El primero, Chanyeol, llevaba el pelo rubio hacia atrás mientras que el segundo había preferido que los mechones azabache le cayeran sobre la frente, igual que lo hacían por la tarde cuando se detuvo a ayudar en el quiosco de golosinas.

—¡Tú! —exclamó Minseok, no bien reconocerlo y comprender que aquel era el mismo con quien hubiera pasado un rato de lo más agradable en el parque.

—Un placer verlos de nuevo —sonrió el aludido—, lamento si antes no me presenté como era debido. Mi nombre es Kim Jongdae, el segundo de los cuatro.

Les tendió la mano y ellos se la estrecharon, aunque Luhan dudaba que las palabras fueran a brotarle de la garganta, por más que se forzara a escupirlas. No dejaba de pensar en que una vez más faltaba la persona a la que tanto ansiaba conocer, pero que en esa ocasión, vivir en silencio la humillación de ser plantado no sería posible y es que por más que disimulara, los tres que le acompañaban recordarían siempre la cena a la que su prometido no se presentó.

—También me agrada estarnos encontrando —intervino Chanyeol, yendo primero con su amigo—, antes te saludé muy brevemente y lamento si esta mañana no fui capaz de acudir al aeropuerto a recogerte— Luhan se encogió de hombros cuando se dirigió a él.

—No hay problema, yo entiendo.

—Por favor, tomen asiento. Nuestro chef ha preparado un menú especial para esta noche...

Les habló de la comida y del hombre tras los platillos, como si desviando la atención del asunto que los reunía fuera a conseguir que su futuro cuñado pasara por alto que todavía no había hecho mención de los dos que faltaban esa noche. Antes de que el rubio cantara victoria o encontrara la forma de hacerlos tontos un poco más, Luhan perdió la paciencia y sin importarle de parecer grosero, preguntó:

—¿Dónde están tus hermanos?

El rubio palideció, la mandíbula se le tensó; se lo veía a medias avergonzado y enfadado por tener que dar la cara en nombre de sus menores, como si él tampoco pudiera creer que se tratara de un par de hombres adultos y no de dos mocosos irresponsables. Carraspeó un poco para tragarse el coraje y cuando habló lo hizo con una voz de lo más amable:

—Les ruego nos disculpen. Ha sido una época dura para el parque, nuestros padres se retiran para cedernos la gestión y los grandes cambios traen consigo grandes desastres. Mis hermanos han estado fuera un tiempo, preparándose para asumir la responsabilidad y entre sus horarios de viaje y las complicaciones del complejo, bueno...

—¿Vendrán o no? —se desesperó Luhan.

—Quizás no les sea posible esta noche —intervino Jongdae, en apoyo de su hyung—. Jongin, tuvo un pequeño accidente esta tarde, en el parque. Estamos cortos de personal y nos toca apoyar en donde sea necesario.

De carruseles y Sehun || HunHan ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora