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🎡 «Al sonar las doce» 🎡

Tal como Sehun prometió, la última aventura de la noche incluyó comida. No tuvieron problemas para salir del planetario sin ser advertidos, recorriendo las calles hasta la nave nodriza que en realidad era un restaurante temático tipo americano. Ya que Vancouver evocaba a un viaje espacial, el lugar recordaba al interior de un cohete, con sus mesas de metal, los muros tapizados de maquinaria y un enredado de cables y ductos decorando el techo.

Los de limpieza habían apagado las luces al terminar su ronda, pero el rubio le dijo que cuando el restaurante abría, los cristales proyectaban galaxias lejanas y los meseros se paseaban entre los comensales vestidos como tripulantes. Los alimentos tampoco escapaban al tema, aunque dadas las pocas reservas en la nevera y el nulo talento culinario de Sehun, lo más cerca del espacio que pudo ofrecerle al castaño fue una hamburguesa roja.

—Deberías pasarte por la mañana —le dijo—, Taeyong es mucho más creativo y sus panqueques hexagonales saben a estrellas calientes.

—Suena increíble, pero me quedo con lo que tú preparas —Luhan lo animó, al advertir la decepción con que le ofrecía una comida menos que digna para todo lo grandioso que había en Antares—. ¿No me estaré declarado team RED FORCE por comer esto, cierto?

—Tranquilo, las leyendas ya te han reclamado. Honestamente, me recuerdas un montón al guardián de la telequinesis.

El castaño sonrió emocionado y conforme con el personaje que el otro le acababa de asignar, fingió que atraía el plato de comida con el poder de su mente. Sehun secundó la pantomima y empujó discretamente la hamburguesa que Luhan tomó entre manos, disculpándose por no usar sus dones para llevársela a la boca con una pobre excusa:

—Usar telequinesis para alimentarte mancha mucho la ropa.

Comieron en relativo silencio, pasear y huir por el parque les había abierto el apetito y estaban demasiado concentrados en terminar sus hamburguesas como para ponerse a conversar. Al rato, Sehun robó también dos pastelitos glaseados, cuyas decoraciones incluían los símbolos de los guardianes y miniaturas del EXO Planet, el lugar de origen de los héroes. Estaban terminando cuando el castaño se lo quedó mirando fijamente y la intensidad de sus ojos marrones puso en modo tonto a su compañero.

—¿Q-Qué...?

—Aquí, tienes... —Luhan señaló, deslizando el dedo por su labio superior para limpiar los rastros de dulce que habían alcanzado a mancharlo, antes de restregar la mano en una servilleta.

—Yah, podrías haber hecho eso mismo con los labios —se quejó Sehun, igual que haría un niño pequeño.

—¿Por qué contigo todo son besos?

—La culpa es tuya —aseguró—, sabes demasiado bien. No puedo evitar mirarte y desear besarte una o dos... quizás, me gustaría perder la cuenta en tus labios.

Y tal vez fuera su manera de complacerlo o realmente intentara demostrarle que a él le ocurría lo mismo, pero Luhan se inclinó y acunó su rostro entre sus finas manos, sellando sus bocas en el beso que tanto ansiaban repetir. Sehun deslizó una mano alrededor de su cintura, intentando acercarlo aunque la distancia entre sus banquillos les impidiera estar tan cerca como él lo quería. Sólo cuando el aire escaseó en sus pulmones, la necesidad de respirar los urgió a separarse y fue entonces que el castaño cometió el error de mirar de reojo el reloj de pulsera de Sehun.

—¡Por Buda, es medianoche!

—¿Debes volver antes de que la carroza se vuelva calabaza? —se mofó el rubio, aunque conocía de antemano la respuesta.

De carruseles y Sehun || HunHan ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora