MEL
Medianos platos.
Un tras otro es depositado por la mesera de la cantina del Hospital.
Siendo el único sonido ellos puestos en la mesa, cual que me encuentro y con el bajo murmullo de muchas ocupadas por algunos pacientes con familiares o amigos.
Como también, de parte del cuerpo médico del lugar almorzando o merendando.
No lo sé.
Porque, aún sigo algo confusa en el tiempo por mi accidente, como turbada por la medicación que me suministraron y siguen dando, desde la intravenosa de uno de mis brazos y cuelga su suero del pie que tengo junto a mí.
No hablo.
Porque sigo teniendo miedo.
Pese a que me dijo que no lo tuviera y me invitó a bajar a la cantina, interrumpiendo mi huida de este nosocomio.
Porque, me va ayudar.
Pero ese pánico constante está vigente, ya que en cualquier momento y por eso mis ojos no dejan mirar la gran puerta.
Vengan por mí, ante la denuncia de mi desaparición por parte de mis tutores transitorios.
Platillos con diferentes verduras asadas.
Arroz guisado.
Carne sazonada.
Mucha carne sazonada.
Y hasta pequeños potes con gelatina roja, junto a una gran jarra de jugo recién hecho de naranja, tengo frente mío.
Y el delicioso aroma a comida casera como el dulce de las frutas, colman mis fosas nasales.
Nunca vi tanta comida en toda mi vida.
Ni siquiera en el orfanato donde me crie para alguna festividad.
Si se festejaba.
El chico de mirada chocolate, tampoco habla.
Pero siempre sonriendo agradece a la mujer por todo, cuando deposita el último plato con mas carne y se retira.
Para luego y tomando los cubiertos, mirar feliz a todos los deliciosos platillos, seguido de mí.
- Debes tener hambre... - Me dice mientras corta una gran porción de carne con salsa y la pone en mi plato. - ...el médico dijo que puedes comer de todo, pero que lo hagas despacio... - Junto a mi pedazo de carne, me sirve una suculenta cucharada de verduras seguido de arroz amarillo. - ...yo siempre tengo hambre... - Me aclara sonriente y sirviéndose ahora él, también un poco de todo.
Pero mira la porción de carne de su plato para luego la mía, seguido de una mueca poco conforme.
Y aunque la mía, es mas grande.
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Rodo y Mel®
RomanceSINOPSIS Siempre la gente normal se pregunta, si hay vida después de la muerte. Pero yo, no soy normal. No, nenas. Y por eso, yo me preguntaba. Si hay vida, después de la vida? Difícil, de entender? Las entiendo y siento sus miradas raras. Pero fáci...