Capitulo I

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Kazuto salia de una cafetería con un café en la mano, su mochila en la otra y en la boca mantenía un paquete con galletas miniatura. Trataba de guardar dichas galletas en su mochila para comerlas más tarde, al momento en que lo consiguió se coloco la mochila atrás y camino 2 pasos antes de que alguien tropezará con el, chocaron de frente y el café callo dramáticamente.

-Noo!

  Grito Kazuto intentando alcanzar el envase antes de que cállese pero fue inútil, no consiguió sujetarlo a tiempo.

-Cuanto lo siento, en verdad, fue mi culpa- dijo la personas, resulto evidente que se trataba de una muchacha debido a su aguda voz.

Kazuto se levantó y miro fijamente a la chica, al instante le pareció hermosa, ojos azul celeste, cabello largo castaño y muy cuidado y tes blanquecina y una adorable baja estatura, quizá 1.65, ella siguió hablando.

-Deja que lo compense, te comprare otro, ¿va?

-No tienes que hacerlo...

Ella lo miro con una sonrisa amigable.

-Insistió...

Ambos entraron a la cafetería y Kazuto pidió el mismo que la muchacha le avía derribado. Como prometió, ella pago todo y ambos salieron con una café en la mano.

-En verdad lo siento, no fue mi intención, soy Cirila, pero todos me dicen Ciri- callo un momento esperando que el dijese su nombre, pero al ver que no lo decía ella prosiguió- ¿y tu eres?

-Kazuto, gracias por el café...

Ella le sonrió y le tomo su mano sin pedir permiso, el de sintió incomodo, quería soltarse pero no lo hizo.

-Este es mi número, llámame si te interesa salir por otro café.

Sonrió y se dio la vuelta sin decir más, sin saber exactamente por que, el se quedó embobado viendo como se iba alejando. Se miro la mano, tenia un numero anotado.

-El numero de una asesina de cafés y un repuesto de café... Eso no lo consigue todo el mundo.

Murmuro para si mismo con sarcasmo, después de darle un sorbo y caminar pocos pasos, un hombre de traje que sostenía una conversación por celular choco con Kazuto y tiro su café nuevamente.

-Me cago en tus muertos!! Lo remplazas o necesitaras una reposición de huesos!!



Era tarde, quizá las once de la noche, Kazuto estaba en un bar, le quedaba poco dinero. Así que decidió entrar al bar para apostar en el billar y sacar algo. Bueno, "algo" es un decir, ya le avía vaciado las billeteras a cuatro tipos e iba por el quinto.

-Ya esta- comentó Kazuto metiendo la bola ocho- gane, me debes algo, ¿No te parece?

El sujeto con quien estaba jugando tenia aspecto de motociclista, estaba vestido como tal y tenia aspecto rudo. Kazuto por su parte siempre iba vestido de negro y rojo, ese día tenia puestos unos jeans ajustados, botas góticas que le llegaban a la pantorrilla una playera normal, una sudadera roja con aspecto de humo y una cazadora que dejo colgada en la entrada del bar. Su cabello, teñido de rojo combinaba con su sudadera y su piel pálida resaltaba con sus oscuras prendas.

El motociclista perdió la paciencia

-Toma -le entrego todo su dinero con agresividad de propina-, ahora largo antes de que pierda la última pizca de paciencia que me queda.

Kazuto no pudo evitar una riza socarrona.

-Un "Santa Claus" rockero no me asusta, así que te convendría calmarte, ¿o acaso eres una marica que no sabe perder?

El motocicletas dejo la razón a un lado y, con su taco, lanzo un golpe horizontal a Kazuto. Este lo detuvo con su mano sin mayor problema. Después de verlo con una expresión de decepción apretó la mano y el taco se partió en dos. Un segundo oponente entro en escena rompiendo una silla en la espalda de Kazuto. Quedo arrodillado por unos segundos y se levantó como si nada, al hacerlo los agresores se hecharon atrás con sorpresa. Con una sonrisa maliciosa en el rostro, Kazuto les espeto.

-Ya cagaron...

Después de eso, Kazuto se arrojo como una bestia salvaje sobre sus adversarios. Golpeo a uno en el rostro tan fuerte que lo derribo, el otro se acerco por la espalda, Kazuto lanzo una patada a este que termino dándole en la frente y abriéndola como si de un navajazo se tratase. Ninguno de los dos se levantó. Kazuto miro al techo y suspiro decepcionado. Escucho un chasquido en su espalda; volteo ligeramente hacia atrás era el barman, tenia una escopeta pequeña en sus manos. Esbozo una sonrisa.

-Baja eso antes de que te hagas daño, ya tengo lo que quería. Me retirare tranquilo, a menos que decidas atacar, si fuera el caso... La cosa se pondrá fea

-Quizá para ti...

La voz le temblaba, se notaba que tenia miedo

-¿Quieres arriesgarte para averiguarlo?- lo miro con ironía, el barman llevaba el arma, sin embargo, parecía estar al otro lado del cañón.

El bajo el arma, Kazuto sonrió y después de tomar su cazadora salio por la puerta, todos los presentes miraron al barman con extrañeza, pero no lo acusaban de cobardía.

Kazuto entro en la inmensa oscuridad, donde mas se sentía cómodo. Camino hasta llegar al lugar donde se hospedaba; un pequeño motel de poco prestigio (por no decir que nadie sabe de su existencia a menos que pases por ahí).

Se dirigió a la entrada. Después de entrar y saludar a la recepcionista se adentro en el establecimiento hasta llegar a su habitación. El podría irse y nunca volver sin ningún problema, después de todo, podía escabullirse literalmente en la oscuridad, pero el orgullo y también el honor no se lo permitía. Despejo su mente por un momento, se sentó en la cama y se estiro. Pero... Noto movimiento en la oscuridad de su habitación, la ventana estaba abierta, se levantó lentamente, con la mano derecha en la parte tracería de su cadera. Miro extrañado la ventana y luego la cerro.

-¿Sabes? Puedo escuchar tu respiración.

  En una esquina se materializo un hombre alto, vestido con una túnica de cuero.

-Admito que fue una buena estrategia el ocultarte en la oscuridad, supongo que conoces mi elemento...

-Se que te sientes mas cómodo en ella...

Kazuto se volteo lentamente.

-¿Cuantos lo saben?

-Todos, ¿reconoces esto?- el hombre señalo una cicatriz en linea recta que cruzaba su rostro- tu me la regalaste...

-El único que a logrado sobrevivir.... Vino a morir...

Sin más dilación Kazuto desenvainó una daga de hoja plateada, con una empuñadura que parecía parte de la cuchilla, y al mismo tiempo, el hombre de la túnica dejó ver una espada ancha corta. Se produjo un choque de acero que, por un segundo, ilumino la habitación debido a las chispas despedidas.

Ecos Del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora