Capítulo 3

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Mis labios se deslizaban con suavidad por los suyos y mi columna vertebral estaba sintiendo miles de descargas eléctricas. Las manos de Regina se deslizaron por mi pecho y por un momento creí que me iba a alejar de ella, pero sus pequeñas manos solo se quedaron dejando que mis brazos envolvieran su torso para disminuir el espacio entre nosotros.

Nuestro primer beso, sin duda un momento mágico que hizo que mi corazón me confirmara lo que mi mente ya temía. Estaba enamorado de ella; no solo la quería como mi mejor amiga, ahora sabía que la amaba y no podría vivir sin ella.

El temor se apodero de mi cuerpo y termine el beso apartándome lentamente de ella. Tenía miedo de que aquella princesa de la que yo estaba enamorado no sintiera lo mismo por mí. Regina me miro con ojos brillantes y confundidos, sus labios rosados estaban entreabiertos y su respiración era agitada.

Sus ojos abandonaron los míos y por un momento mi corazón se encogió con el solo hecho de pensar que eso beso no había significado lo mismo para ella, que ella solo me hubiera besado porque no quería herirme

—¿Pasa algo? — Pregunté con la voz temblorosa.

—Tengo que irme — Respondió ella en un susurro.

Mis ojos no podían creer lo que estaban viendo. Regina se alejaba de mí a paso apresurado y de mi boca no salían las palabras para intentar detenerla. Sentía como mi corazón me gritaba que corriera tras ella cuando la vi subirse a su caballo, pero parecía que mis pies estaban clavados al suelo. Segundos después ya no quedaba rastro de Regina más que el sabor de sus labios en los míos.

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Al siguiente día regrese al bosque con la esperanza de verla ahí. Toda la noche estuve pensando en ella, soñé despierto con aquel beso y con sus labios. Pero de repente la idea de aquel momento perfecto se veía oscurecida por la amargura de pensar que ella no hubiera sentido lo mismo que yo. Tal vez cometí el peor error al besarla, eso podría costarme mi amistad con ella, perderla sin siquiera haberla tenido.

Espere por varias horas y Regina no apareció. Mis oídos me traicionaban de tal manera que creía escuchar el galope de un caballo acercándose, pero al final descubría que solo era mi mente jugando con mi deseo de ver a Regina.

Al día siguiente volví al mismo lugar en la misma hora de siempre y me senté a esperar, bien dicen por ahí que la esperanza es lo último que muere y al parecer mi esperanza era inmortal en este punto de mi vida.

Esta vez no era mi mente, ni mi imaginación. Regina estaba llegando montada en su caballo y con un rostro preocupado. Ella bajó de su caballo y titubeo por unos instantes antes de comenzar a caminar hacia mí; me levante de mi asiento sintiéndome abrumado por la situación.

Regina se detuvo a varios pasos de mí y apretó sus puños mientras respiraba profundo.

—Robín, tenemos que hablar...

—Si es por lo del beso...Perdón, no quise hacer eso — Me disculpé con la mirada clavada en el suelo.

—¿No quisiste hacerlo? — Preguntó ella con cierta decepción en la voz.

—No... — Me apresure a responder.

—¿No?

—Sí.

—¿Sí? — Ella levanto una ceja y me miro confundida.

—Me refiero a que si quise hacerlo, pero no debí — La mire a los ojos tratando de encontrar la manera de explicarme — No debí besarte sin que tu lo quisieras, eso no es lo que hace un caballero y me siento muy avergonzado...

A Thousand Years - Outlaw QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora