Capítulo 4

285 23 6
                                    

Empaque todas mis pertenencias en mi bolsa de lona y con ellas mis ilusiones y esperanzas. Al anochecer comencé a caminar hacia el lugar de siempre; la noche era fría y la luna brillaba entre las nubes que se expandían por el cielo. Mi aliento formaba un humo blanco cuando lo dejaba escapar, sentía mis dedos fríos y mis manos temblaban. En realidad todo mi cuerpo temblaba, pero no era por el frio, eran los nervios que me traicionaban.

Sabía que Regina y yo podíamos ser felices juntos y que podíamos empezar una nueva vida; sabía que ella no se arrepentiría de irse conmigo, pero dentro de mí, muy dentro de mí, se escondía un profundo temor a que algo saliera mal.

Cuando llegué a nuestro lugar recorrí con la mirada mí alrededor y después me deje caer en el pasto para sentarme a esperar por Regina. Froté mis manos rápidamente para tratar de recuperar el calor. Después de varios minutos de seguir sintiendo frio decidí buscar algo de leña para hacer una fogata. Dejé mi bolsa de lona en el suelo y camine un poco entre los árboles para encontrar ramas necesarias para una pequeña y cálida fogata.

Recogí toda la madera que mis brazos me permitieron y regrese a donde había dejado mi bolsa. Dejé caer las ramas al suelo y las acomode para formar una pequeña pirámide, abrí mi bolsa y busque entre mis pertenencias una caja de cerillos.

Encendí la fogata recordando lo que mi padre me había enseñado y segundos después el calor que esta desprendía empezó a devolver el calor a mi cuerpo. Me senté ante el fuego y esperé por Regina.

La fogata empezaba a consumirse y ya solo se podían sentir el calor que las cenizas dejaban escapar. Si no me equivocaba ya era cerca de la media noche y Regina aun no aparecía. Estaba comenzando a preocuparme, ya había pasado demasiado tiempo sin tener noticias de ella.

Me levante del suelo y sentí como mi vista se nublaba haciéndome ver destellos de colores. Parpadeé varias veces tratando de recuperar la vista pensando en que eran efectos del cansancio y luego observe todo el perímetro sin encontrar rastro alguno de Regina.

Los ruidos del bosque eran lo único que podía escuchar y la luz de la luna marcaba las sombras de los árboles, el frió se hacía cada vez más intenso y mis ojos ardían mientras intentaba resistirme al sueño.

Esperé sentado ahí hasta el amanecer y Regina no apareció, ella no llegó, me dejó ahí con la ilusión de una vida juntos.

Sentí una presión en mi pecho y las lágrimas ardían en mi garganta; los sentimientos se estaban apoderando de mí y los latidos de mi corazón dolían contra mi pecho.

Me levante con lentitud y tome mi equipaje para colgarlo sobre mi espalda. Respire profundo y convertí mis manos en puños, comencé a caminar en dirección del castillo decidido a ver a Regina. No iba a perder las esperanzas, tal vez ella no había querido dejarme ahí esperando, tal vez sus padres habían descubierto nuestro plan y la tenían encerrada en el castillo sin poder comunicarse.

Atravesé el bosque con pasos largos y seguros y cuando observe el castillo frente a mí, una sensación paralizante se apodero de mi cuerpo y me quede parado observando como el palacio estaba decorado, la gente entraba, los carruajes llegaban y la música se podía escuchar desde el interior.

Arrugué mi frente preguntándome que era lo que estaba pasando en ese lugar. Con pasos lentos me acerque a la puerta del castillo tratando de observar hacía el interior. Los guardias en la puerta me miraron con desconfianza y me detuve frente a ellos mirándolos con seguridad.

—No puede entrar sin una invitación — Me dijo uno de los guardias.

—Solo quiero saber ¿Qué es lo que se está celebrando? — Respondí con un tono firme.

A Thousand Years - Outlaw QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora