°°Cap. 4: El trato de tu vida °°

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— Es extraño, ¿Por qué nos llama si acaba de echarnos de allá?

— No lo cuestiones, (la verdad nadie lo entiende) —pensó el moreno con una leve frustración mientras miraba la llamada entrante.

Contestaron  a través de una pantalla en el tablero del auto, ambos estando adentro del mismo para más comodidad y cierta privacidad. El azul aún pensaba en lo que le había dicho el de ojos azules, no podía permitirse más errores a costa de su cuello.

— Necesito que regresen antes del tiempo estimado, tenemos que hablar del trato.

— ¿Trato? —dijeron al unisono, se miraron con cierta molestia mientras se echaban una competencia pesada y amenazante— ¡No me arremedes! —habló el moreno.

— Ca-llen-se —exclamó enojado el lobo blanco, mirando a través de una diminuta cámara oculta las acciones de ambos, al notar el silencio siguió hablando—. Bien, el trato le beneficia en un término muy grande, joven Darkblue.

— Si si, ve al punto abuelo.

— Tengo 45 años, así que no soy un anciano— le reclamó al azulado mientras se sentía internamente dolido— el trato negocia tu libertad, ¿Te interesa?

— ¿Cómo me asegura que esto no es una trampa? —exclamó serio— No sería la primera vez que tratan de eliminarme, sé sus asquerosas mañas y sus vagos intentos de negociación —se cruza de brazos y le mira atento.

— En este caso tendré que ser muy mañoso, los quiero ahora en la oficina general —sin más que decir, colgó la llamada mientras aún veía por la cámara oculta al par de hombres dentro de su auto.

— ¿Qué crees que quiera? —dijo curioso el cobalto.

— Yo qué sé.

— Eres su lamebotas, deberías de saberlo.

— ¡Oh, cállate!, No estoy para juegos, Blue.

— Para ti sigo siendo Darkblue, señor confianza —le mira recriminando su labia.

— Pues Scourge no piensa lo mismo —suspiró—, solo vamos con el comandante antes de que comience a hacer esos extraños y certeros conteos de tiempo mentales.

El cobalto se hizo el ofendido al escuchar el nombre de su "no-novio pero en este momento no sabes si es no-amigo" de la boca del moreno. Refunfuñó mientras evitaba el contacto visual con el mayor.

— No manejaré.

— No será necesario que lo hagas tú —se baja del auto, se dirige a la puerta del conductor y la abre. Recibe una mirada dudosa del azul y después lo carga como costal de papas para sacarlo de ese lugar.

— ¿¡Qué haces!?, ¡bájame ahora! —recriminó mientras pataleaba. Al sentir horriblemente su pierna herida y maldice internamente mientras se queda quieto— maldita sea  —murmura mientras le lloran los ojos sin poder evitarlo.

— ¿Hm? —lo escucha sollozar levemente, tratando de aguantar el llanto y hacerse el fuerte— ¿Qué?...¿Estás...?, ¡N-No llores!  —lo sienta en el lugar del copiloto de forma cuidadosa al haber rodeado ya el auto, trata de pensar en algo para evitar que el dolor siguiese en el cuerpo ajeno. Pero era bastante complicado considerando que estaban en la maldita nada.

El comandante, enterado de ello, marca malicioso para notar las reacciones desesperadas y nerviosas de su agente más confiable.

— Maldición, ¡Si mira que estas llorando me suspenderá o algo así!

—sollozando levemente y con dolor en su extremidad, piensa con burla— (veamos que haces, chocolate~)

— V-Vamos solo fue un golpecito, ¿N-No? —suena la llamada entrante de nuevo, está vez se atiende sola por el contestador automático del auto— ¡Por un demonio, lo que faltaba! —se quejó en susurro mientas se escuchaban los sollozos suaves del azul.

¡Agente Y Criminal! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora