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"Javier caminaba por un pasillo blanco, helado, escuchaba el eco de sus pasos a su alrededor, una voz masculina le llamaba pero no era capaz de distinguir de donde venia. Se guiaba a ciegas por pasillos que parecían interminables, en algún punto del camino había empezado a correr intentando ir hacia la voz. De pronto el suelo comenzó a fragmentarse, a resquebrajarse como si fuese una fina capa de hielo, Javier aumento el ritmo, intentando llegar a algún punto donde el suelo volviese a sentirse solido bajo sus pies, pero eso no ocurrió y el vacío abrió sus fauces, atrapandole, se sentía caer. Folios empezaron a rodearle, a pegarse a su piel, la voz seguía llamándole, repetía su nombre una y otra vez, y ya no caía, estaba en un bosque, los arboles que lo rodeaban tenían troncos azules y estaban decorados con hojas de libreta. El español vio una sombra por el rabillo del ojo, giro quedando cara a cara con Yuzuru, el japones tenia en sus manos la libreta azul, sonrió mirando a Javier -Tienes curiosidad?- abrió la libreta sin apartar la vista de él y la voz volvió a llamar a Javier, la voz de Yuzuru, los folios de los arboles comenzaron a caer, tapando el rostro del asiático, creando una especie de muro entre ellos, el español comenzó a agitar sus manos tratando de despejar las hojas que caían entre el y Yuzuru, ya no podía verle delante de él, arrancaba las hojas y las rompía, las destrozaba buscando al japones. El silencio pesaba en el bosque. Las hojas desaparecieron, y los arboles, y Javier estaba paralizado, no había rastro de Yuzuru por ningún sitio. El español se miro las manos, estaba sujetando el cuaderno azul, lo abrió y pudo leer con una caligrafía imprecisa su nombre una y otra vez, en todas las paginas."

Javier despertó sobresaltado sin entender muy bien el motivo, podía recordar pequeños fragmentos del extraño sueño que acababa de tener, aún era demasiado temprano como para levantarse. Miró hacía la mesita de noche, la libreta seguía ahí donde la había dejado. Cerró los ojos intentando conciliar el sueño de nuevo pero no era capaz, se incorporo levemente, apoyando la espalda en la pared. Encendió la pequeña lampara que utilizaba para leer las noches que no estaba cansado y puso el cuaderno azul en su regazo.

No lo abrió.

Acaricio el encuadernado. Miró la libreta durante varios minutos, esperando que pasara algo como por arte de magia, esperando alguna especie de señal, algo para poder abrirlo sin sentirse culpable. Entonces su gata despertó y maullo, subiendo a la cama para acomodarse en el regazo de Javier, empujando la libreta que se abrió ligeramente ante el cambio de posición. Javier acaricio la cabeza de la gata agradeciéndole en silencio mientras deslizaba las paginas de la libreta poco a poco, hasta llegar a la primera, y lentamente empezó a leer, sólo había una pocas frases en la primera hoja.

~~~

Puedo ir a Canadá.

Estoy feliz y triste.

Papa y Mamá tendrán que vivir separados por mi culpa, para que pueda cumplir mi sueño.

A veces me preguntan porque no seguí entrenando en Japón, pero en Japón no esta él.

~~~

Javier releyó una y otra vez la última frase, las ultimas palabras, preguntándose quien sería "él".

Después de darle unas cuantas vueltas concluyo que seguramente Yuzuru estaba hablando de Brian, al fin y al cabo el motivo por el que Yuzuru había cruzado medio mundo era para poder entrenar bajo su guía. Desde que había llegado el chico tenia muy claro que quería ser el mejor.

Su gata ronroneaba acurrucada entre sus piernas y su abdomen. Javier sonrió mientras la miraba y por un segundo la cara de un Yuzuru de 15 años le vino a la mente, recordó como el japones no entendía nada de ingles cuando había llegado y simplemente asentía a todo lo que se le decía.

Aunque el ingles de Javier tampoco era de lo mejor, siempre hacían que Brian se riera al verles intentando comunicarse mediante señas y palabras mal pronunciadas, ambos chicos tenían suerte de que el otro fuese tan expresivo porque en otro caso jamás habrían logrado entenderse.

Posó su mirada de nuevo en el cuaderno y cambió de hoja, la letra del japones lo inundaba todo con solo una frase.

" Hoy lo conocí "

El español sonrió ampliamente, la inocencia de Yuzuru era terrible, como si un niño pequeño viviera en su interior, a veces le daban ganas de abrazarlo tan fuerte como el cuerpo del menor pudiese soportar.

Cerro el cuaderno y volvió a dejarlo sobre la mesita de noche notando como los párpados se le cerraban debido al cansancio, se tapó y apago la luz dejándose caer en los brazos de morfeo.

Durmió plácidamente el resto de la noche, sin sueños extraños ni sobresaltos.

Blue diary [Yuzuvier]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora