Fin

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El despertador sonó al día siguiente y Javier pensó que alguien le estaba taladrando el cerebro, se sentía mal, como si tuviese resaca, solo quería quedarse en cama, cosa que por obvios motivos no podía hacer. Tenía que practicar, estirar y hacer todas esas cosas que hacen los atletas antes de una competición importante, todas esas cosas que no están relacionadas con declararse al chico que lleva años enamorado de ti mediante post-its y esperar por su respuesta nervioso como un niño su primer día de escuela, sabiendo lo que va a pasar pero sin tener ni idea de lo que podría suceder.

Una parte de Javier tenía miedo incluso de salir de la habitación, de cruzarse con el chico, de no saber como reaccionar. La otra parte quería matar a la primera para que se callase de una vez.

Haciéndole caso a su parte mas racional se preparó y salió de su habitación, ya que tenía desayuno bufé iba a aprovecharlo y si se encontraba con Yuzuru en el comedor trataría de no atragantarse con las magdalenas, eso o salir corriendo con provisiones bajo el brazo, pero lo segundo le parecía muy desesperado, y en el fondo temía que lo parase alguien de seguridad preguntándole que hacia llevándose medio restaurante con él.

Por suerte o desgracia el japonés no daba señales de vida, si Javier no estuviera seguro de que estaban en el mismo hotel jamás lo habría adivinado. Aunque después de pensarlo un rato mientras desayunaba se dio cuenta de que Yuzuru seguramente no podría salir de su cuarto sin ser escoltado por guardaespaldas tal y como había aumentado su popularidad los últimos años. Suspiró mientras pensaba que había tenido mucha suerte de que la recepcionista no tuviera ni idea de quienes eran.

Cuando terminó de desayunar volvió a su habitación, aún tenia algo de tiempo hasta las prácticas y el español necesitaba descansar, a pesar de no estar seguro de ser capaz de hacerlo.

Entró en su habitación y se tiró en la cama recién hecha, parecía que las limpiadoras acababan de ir por ahí, sonrió mientras hundía el rostro en la mullida almohada. Cerró los ojos. Olía a limpio, a suavizante. Seguramente habían cambiado las sábanas.

Javier sintió de pronto como el colchón se hundía a su lado, y su corazón se contrajo en su pecho al sentir una respiración que no era la suya resonando en la habitación, lentamente levanto su rostro de la almohada y lo vio.

Yuzuru estaba apoyado a los pies de la cama, cerca de sus piernas, mirándole. Javier se sentó torpemente, con el corazón dando saltos descontrolados en su pecho, acelerando su pulso. De pronto no le parecía buena idea haber desayunando tanto, sobretodo porque sentía que su estómago se había convertido en una centrifugadora.

El japonés estaba en silencio, mirado al español con una pequeña duda brillando en sus ojos, una duda que bailaba en su lengua y picaba en sus labios pero que era retenida por el miedo.

Javier tampoco hablaba. El silencio de esa habitación solo era roto por el sonido de la ropa rozando el edredón. El español miró a Yuzuru lentamente, desde el primero de sus cabellos hasta el final de sus pies, y se sorprendió levemente al ver en la manos del chico la libreta, con el post-it amarillo que él había puesto encima brillando en contraste con el azul. Yuzuru siguió la mirada del mayor, posando él también  los ojos en la libreta, acarició el post-it y suspiró.

Al final fue el mayor quien rompió el silencio, carraspeando suavemente antes de empezar a hablar.

-Yuzu...

Pero antes de que pudiese añadir algo más el japonés le interrumpió.

-Lo leíste.

Javier pestañeo sorprendido, y tragando saliva asintió con un nudo formándose en su estomago.
-Me dijiste que no lo habías hecho y después... Llego a mi habitación y... Qué es esto?

El menor arranco el post-it de la libreta enseñándoselo a Javier, como si el español necesitase verlo para entender de que hablaba.

-Yuzu, yo... Eso es...

-Es una broma? Te parece gracioso? -dijo con la voz entrecortada, dolida.
Javier negó repetidamente mientras se ponía en pié, agarrando las manos de Yuzuru que temblaban. Todo él temblaba y Javier sentía que el nudo de su estomago subía hacía su garganta.

-Los has leído todos?

El menor asintió sin mirarle, con la vista enfocada en la libreta.

-Y de verdad crees que es una broma?

-Yo... -su voz salia débil, dudosa. -No lo sé.

Javier suavemente le quito el diario de las manos, dejándolo sobre la cama, y tiró de Yuzuru para que se pusiese de pie, para que le mirase frente a frente, pero el chico,  pesar de dejarse llevar, seguía con la mirada fija en el suelo. El español levantó su mentón con cuidado, y clavó sus ojos en los del asiático.

-Yuzuru mirame. De verdad crees que es una broma?

El cuerpo del menor tembló al ver los profundos ojos de Javier, que lo miraban con un cariño que le quemaba las entrañas.

-Por qué? -Yuzuru trataba de aclarar su mente. - Estoy soñando?

El mayor sonrió ampliamente, reduciendo la distancia entre sus cuerpos, pudiendo sentir la respiración ajena contra su piel.

-Si es un sueño no quiero que termine. -dijó recordando su propio sueño, donde ambos vivían juntos.

-Yo tampoco -confeso el menor avergonzado.

Y Javier no pudo resistir más, acerco su rostro al de Yuzuru y los centímetros que separaban sus labios pronto se evaporaron.

Se besaron lentamente, Javier tratando de expresar toda la sinceridad de sus sentimientos y Yuzuru desbordando años de amor unilateral, que ahora eran correspondidos.

Cuando se separaron los ojos de ambos chicos brillaban, adornados por unas sonrisas tontas.

-Sabes qué Yuzu? Creo que es hora de que dejemos de leernos y empecemos a amarnos.

El menor rió suavemente y negó con la cabeza mientras se abrazaba a Javier.

-No creo poder hacer eso.

El cuerpo de Javier se tenso ante esa negativa.

-Por... Por qué?

El chico se separo solo lo suficiente para poder mirar a los ojos del español.

-Porque yo ya te amo hace tiempo.

Fin

Blue diary [Yuzuvier]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora