‹‹Cuando se maldice, un fantasma se posa en tu espalda a la espera de que se ejecute o no sé cumpla la maldicion››
—Scaleters—
†
Después de que se marchara y lo dejara allí. Acabó su cigarro, nunca fumaba, pero era una manía que adoptaba, cuando subía a la tierra y convivía de alguna forma con los humanos.
No sabia como es que termino charlando con la presa, algo bastante estúpido, pues eso no fue lo que tenia planeado hacer con ella.
Sin embargo no logro evitarlo, después de que bajara del escenario siguió cada paso de ella. La vio charlar con el ángel caído Blaz, expulsado del cielo por no haber respetado la ley más sagrada de él, torció el gesto mientras menos lo nombrara a ese ser no haría estragos en su cabeza.Por alguna razón quería ver que hacía la bella Alexia. Ya conocía toda su vida, con un chasquido de dedos le trajeron toda su información. Lo sorprendía que a su corta edad de veintiún años manejará todos los negocios de Blaz, el dueño del club.
Después de ver como se alejaba se acercó para tomar algo y charlar también con ese ángel vigilante que le sirvió de beber. Decidió que quería saber absolutamente toda su vida, en el transcurso noto que parecían ser muy cercanos con ese ángel lo cual en un instante creyó que Alexia sabia la naturaleza inmortal de los seres que la rodeaban. Pero descarto toda conclusión cuando hablo con ella.
Por alguna razón quería hacerle mil preguntas cuando estuvo a su lado, sin embargo se limito apreciar el color de ojos de la joven. Un extraño color azul violeta claro que jamás vislumbro antes, le hizo acordar a los ojos de los ángeles que regían en el cielo, pues brillaban como dos faros de luces. Sin poder evitarlo la miro hasta que se dio cuenta que comenzaba a incomodarla.
La brisa de la noche hizo que su cuerpo sintiera frío, el infierno tenía clima seco y el calor en ocasiones era tan sofocante que su piel ardía hasta al punto de casi quedar chamuscada. El clima templado de Rumania le agradó y sin siquiera darse cuenta soltó que hace mucho no recordaba sentir la brisa fresca.
Y para su sorpresa ella respondió, por un instante quiso preguntarle para quien iba dedicada esa canción y por que había perdonado tan rápido las faltas al cerdo que la procreó, pues para Mammón esa basura no podía tener el titulo de padre, Lucifer era mejor padre que esa bolsa de carne y huesos.Pero antes siquiera lo intentara, vio el reflejo de su alma. Cualquier demonio y ángel poseía la capacidad para ver el alma del otro. Su alma brillaba de un tono blanco con destellos violeta lo que provoco de pronto un hambre implacable, tenía la necesidad de reclamar su alma y devorarla como un maldito muerto de hambre. Quería tener en sus manos aquella luz cegadora. Sin embargo tantos años de autocontrol y su linaje único, hicieron que se mantuviera quieto y continuará fumando.
Hasta que llego ese ángel que estaba hace minutos con ella en el bar y la aparto bruscamente de su lado.
Sonrió, claramente lo había conocido.
Mammón el primer príncipe del infierno hablaba con una joven humana entregada por su propio padre para salvarse como la rata que es. Sin duda algo extraño....
El asunto más importante ahora es que necesitaba con urgencia consumir aquella alma y alimentarse de su luz. Quería probar si sabía tan deliciosa como se veía.
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Mi perdición
Spirituelles> Mammón conocido como el primer príncipe y heredero de Lucifer. Se ve obligado a tomar su lugar en el infierno antes de lo imprevisto, con el propósito de levantar el infierno del mismo abismo en que se sumergió, después de la guerra. Tiene la in...