CAPÍTULO 12

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<<Y así inició algo mucho más grande... algo que seguramente cambiara la vida de muchos... algo que revelará el mal y el bien....>>
                     -Citado del Lord Workins

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Alexia se secaba disimuladamente una que otra lágrima que sus traicioneros ojos dejaban escapar, hacía una hora que el hombre cuyo nombre no sabia, si es que hombre se lo podía llamar, la atacó.

En ese preciso momento, dos mujeres la "manoseaban" curando sus heridas una y otra vez y Alexia no podía hacer otra cosa que llorar, primero por la situación que vivía y que no podía comprender, y la segunda porque las mujeres tenían un aspecto sumamente serio. Por su edad aparentaba ser ancianas, sus manos estaban sucias y cada vez que la tocaban pronunciaban extrañas palabras difíciles de comprender. No tenían aspecto de médicas o enfermeras, y en vez de tener cosas de higiene y relacionados a la salud a su herida le pasaban especies de huguentos y líquidos. Alexia se hubiera quejado sino fuera porque tales cosas que le aplicaban calmaban su dolor.

Las dos mujeres primero la obligaron a desnudarse, una situación bastante humillante para ella, y lavaron su cuerpo  entero en la bañera de la habitación para finalmente proceder a curarla. Alexia mientras se encontraba en la cama observo la habitación, la tonalidad era de un marrón opaco. Los muebles que la componían eran rústicos y elegantes, también poseía dicha habitación una gran ventana con cortinas negras. La cama donde yacía estaba hecha de roble y contaba con detalles lujosos de plata y oro. La habitación para iluminarla  estaba llena de candelaros de la época de antes, lo que demostraba que no había luz eléctrica. Pero la iluminación era tal que dejaba parecer que fuera de día.

-Lavantelo, por favor -Señaló una de las mujeres que estaba peinada con una larga trenza, su brazo izquierdo. Alexia si asentir obedeció y levanto los dos permitiendo que la mujer le colocara una bata trasparente de color negro que revelaba su cuerpo entero. Esta al darse cuenta de ello negó avergonzada.

-No es necesario. Puedo colocarme el vestido que traía puesto, esta bata revela todo mi cuerpo. Estoy completamente desnuda.- Dijo lo más educada posible.

-Ordenes del señor. Esta es la ropa que le fue proporcionada -Respondió seria la otra mujer de cabello suelto.-No puede negarse.

Alexia volvió a permanecer en silencio. En la situación que se encontraba no estaba en condiciones de negarse. Ya no lo haría, por negarse a cenar, casi le cuesta la vida. No volvería a cometer el mismo error.

Alexia llevo su mirada a los dos mujeres, ambas eran robustas de cabellos canosos. La de cabello trenzado tenía ojos negros como la moche y cejas gruesas al igual que sus labios, y de tez clara. En cambio la otra mujer tenia labios más finos y cejas gruesas, y su rostro estaba compuesto de muchas pecas. Las dos de singular belleza.

-De ahora en adelante nosotras la vamos atender. Cualquier cosa que necesite deberá a recurrir a nosotras.-Volvió hablar la anciana de cabello suelto.

-El amo así lo quiere. -Prosiguió la otra anciana.- Debe ser muy inteligente y no renegar. Ya no se encuentra en el mundo humano, a este lugar muy pocos sobreviven. Es el concejo de una anciana.

Alexia la miro desconcertada ¿Mundo humano?.

-¿Observa ese reloj de madera?- La anciana de cabello trenzado señaló una esquina alejada de la habitación.

Alexia asintió confundida.

-Deberá respetar los horarios que el amo principe le ordene. No todos los horarios son buenos y aptos para usted, pues hay momentos en en la noche e incluso en el día en que otros... hombres... salen... Ellos son muy peligrosos si se los topa- Alegó la mujer nerviosa.

Mi perdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora