Guerra

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No pasó más de un minuto para que todos se pusieran en acción y se dispusieran a salir de Bahía Ángel. Mientras caminaban, todos los miraban con una mezcla de curiosidad y temor.

La ciudad entera estaba en silencio para darles paso a los guerreros de Chicago. Se aproximaban a las afueras de Bahía Ángel, debido a que la ciudad está protegida y IGen no podía pasar por allí. En lo que llegaron, Zac y Valentina se situaron al frente de todos.

-Muy bien, ahora recuerden que IGen puede atacar cuando sea. Zac y yo tenemos el suero rastreador, nos encontrarán gracias a nosotros dos y nos llevarán con ellos. Inmediatamente estemos en el laboratorio, atacaremos sin piedad-

Todos asintieron, indicando que captaron el mensaje. Zac se acercó a Ronnin.

-¿Un último besó antes de que vayamos a la guerra?-

Ronnin sonrió, lo atrajo hacia sí y lo besó. Ambos sentían en el cielo. No importaba nada más que sus labios unidos. Nadie existía a su alrededor más que ellos.

Pero a modo de contestación, sintieron un escalofrío que los obligó a ambos a voltearse. Cuando lo hicieron, se encontraron con su objetivo: IGen.

Una ola de científicos los rodeaba a todos. Eran muchos, pero ellos también. No se rendirían sin dar pelea. Todo estaba como lo planearon. Ahora más que nunca se quedarían y lucharían por la libertad.

-Vaya, vaya, ¿quien lo diría? Nuestros queridos ciudadanos de Chicago. Tengo que agradecer a nuestra querida aliada, Jeanine Matthews por informarnos que vendrían-aquella confesión tomó por sorpresa a todos-¿lo ven? Ella sí es un ejemplo a seguir-

-Ahórrense los discursos políticos. Nosotros no somos sus ciudadanos-exclamó Valentina

-Según tú, ¿qué son?-

-Experimentos-dijo Ronnin-Y no merecemos ser así. Merecemos vivir, ser personas normales. Vivir juntos en una sociedad. Y aceptar que no tenemos una sola cualidad sino muchas-

-Y por ello, defenderemos nuestros derechos-exclamo Zac y ese fue el grito que inició la guerra

Todos luchaban entre sí y se convirtió en una incesante balacera. El silencio y la oscuridad de las afueras de Bahía Ángel se convirtieron en campo de batalla.

Por todas partes surgían divergentes y científicos que disparaban. Iban uno tras el otro y cuando uno aparecía la respuesta eran disparos. Luego de lo que parecía ser una eternidad, una gran cantidad de científicos y divergentes caídos se esparcían por el suelo.

Los chicos se reunieron para valorar la situación después de toda aquella batalla campal que acababa de producirse.

-Creo que aún quedan científicos en el laboratorio-dijo Valentina pero antes de que alguien pudiera responder, una voz habló

-Y no te equivocas-

Eso fue lo único que Zac recordó ver antes de caer sumido en la oscuridad. De repente, sintió que lo levantaban en brazos y le pareció eterno aquel viaje tan incomodo y tan extraño. Hasta que por fin habían llegado o eso pensaba Zac porque sintió que se detenían los que lo cargaban. Zac abrió los ojos y se encontró en un laboratorio inmenso. A su alrededor se encontraban Valentina, Tris, Cuatro, los demás divergentes y su hermosa Ronnin. Frente a él, se encontraba un científico que parecía ser el líder.

-Hola, Zac-dijo con una voz carismática que generó rabia dentro de Zac

-¿Quien eres?-

-Soy Finn, líder de IGen y por supuesto, creador del mundo futurista de Chicago. Tú solo eres una falla en el experimento pero dado que aquí estás junto a tus amigos, puedo eliminarlos sin problemas-

Zac miro a su alrededor en busca de algo que ayudará y por suerte, no le tomo mucho encontrar algo útil. A unos pasos de él, se encontraba el botón para liberar Chicago y junto a él, los sueros, podría tomar el suero de la memoria, de Abnegación, y usarlo con Finn y sus secuaces para que ya no representen una amenaza para la sociedad. 

Zac se dispuso a correr hacia los sueros y vio que Finn sacó un arma, lo apuntó con ella y disparó pero por suerte, Zac esquivó la primera bala. Logró llegar a los sueros y tomó el de la memoria junto al de la Paz. Sentía que algún día le serviría para acabar con una pelea. Sacándolo de sus pensamientos, Finn disparó otra vez y le impactó en el hombro. 

Sin embargo, Zac se aproximó hacia el botón para liberar Chicago y lo apretó, a la vez que Finn se disponía a apretar el gatillo. Hasta que alguien le agarró la mano e hizo que la pistola se disparara al techo.

-¡Con mi novio no te metes!-exclamó Ronnin y consiguió arrebatarle la pistola

Finn alzó las manos, rindiéndose mientras que Ronnin lo apuntaba con la pistola, Zac se acercó y le inyectó el suero de la memoria. Luego se giró hacia Ronnin, sonrió y la besó.

-Te amo tanto, hermosa. Dios, te amo. Gracias por salvarme-

-Yo también te amo, Zac. Te salvaría una y mil veces-

En lo que se separaron se encontraron con los demás despiertos, Tris y Cuatro inyectaron el suero a los demás científicos mientras Valen y Ronnin curaban a Zac.

Mientras las chicas lo atendían, Zac se puso a pensar, recapitulando todo lo que vivió: entró a Divergente, fue instructor de iniciados de Osadía, conoció a Ronnin, a Tris, a Cuatro; llegó a Bahía Ángel, conoció a Aira... Aira.

-Chicas, ¿no creen que los habitantes de Chicago necesitarán ayuda para adaptarse a la vida normal?-

-Si, tienes razón-dijo Ronnin-¿por qué lo dices?-

-Recordé que cuando llegué a Bahía Ángel por primera vez, conocí a una chica llamada Aira. Quizás podamos pedirle ayuda-

Ronnin entrecerró los ojos, lo miró sospechando, no podía evitar sentir celos de esa tal Aria, más si había estado con Zac.

-Te preguntaré sobre esa "amiga"-

Zac sonrió y tomó su cara entre sus manos.

-Tranquila, amor, tú eres la única a la que amo-

Ronnin se sonrojó, a Zac le encantaban esos momentos con su chica, bueno en realidad todo lo que tuviera que ver con ella. 

-Esta bien, me convenciste-

Dentro de Divergente® (Zac Efron y Nina Dobrev)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora