¿Es una muñeca? [1/4]

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Estábamos Daniela, Gabriel, Alejandra, Enrique, Lenn y yo, cruzando o más bien, brincando la malla que nos separaba de "Muñes" la casa de unos ricos, abandonada, por la "brujería que ahí se practicaba". Se decía que ahí se veían fantasmas, se escuchaban gritos y llantos y que habían muñecas.

Nos pareció gracioso y llamativo a un grupo de pubertos como nosotros y decidimos entrar.

Era un viernes por la noche:

— Ya estamos dentro de la propiedad... ¿Ahora qué? Vamos a tomar y hacer carne asada?
Todos rieron, menos Lenn y yo, ya que estábamos demasiado entretenidos viendo la casa que teníamos justo en frente.
— Chicos, tengo un mal presentimiento, no entremos.
Todos me miraron.
— No chingues Jess, nos costó subir esa malla ¿y ahora sales con eso?— Gabriel enojado, encendió su lámpara— Haz lo que quieras, nosotros iremos.
— ¡Ay, niña miedosa!
— Demasiado.
— No hagas caso— Lenn me palmeo la espalda.
— ¿Y cómo vamos a entrar?
— Bueno, hay ventanas que fácilmente podemos romper.
Sonrió y acto seguido agarro una piedra.
Alcancé a ver qué Lenn negaba con la cabeza.
Los cuatro se encaminaron a risotadas hacia la casa.
— ¿No quieres entrar?
— Siento que no debo.
— ¿Los esperamos aquí?

Los mire de reojo, solo se veían las linternas que apuntaban hacia la casa y por dónde pisaban.

— Vamos, no podemos dejarlos solos.
— ¿Segura?
— Sí.
Encendi de nuevo la lámpara de mi celular y Leen saco una lámpara azul de su chamarra.

— Retrocedan.
Gabriel agarro vuelo y arrojo una piedra que estrelló la ventana.
— Vamos adentro.

La casa por dentro estaba cubierta de polvo, el piso de madera hacia ruido a cada paso que dabamos, las cosas estaban arrumbadas en todas partes, infestada de insectos. Todo a nuestro alrededor estaba silencioso, lo que me puso más nerviosa.
— Hay que separarnos.
— No.— ma abrí paso y llegué hasta Gabriel— No sabemos lo que hay aquí.
— Y vamos con la misma idiotez— se escucho como alguien se reía, nuestras miradas asombradas pasaban del rostro del uno al otro pero sabíamos que nadie de los seis lo había hecho... Provenía de la planta alta— Tú vienes conmigo.
Leen intento acercarse para ayudar a que Gabriel no me arrastrará a la planta alta pero no fue posible; Gabriel apagó su lámpara y me arrastro por las escaleras mientras que yo veía como la luz de las lámparas de mis amigos apuntaban a otro lado, se separaron y se fueron a distintos lugares de la casa. ¿Por qué siento que debo salir lo más antes posible de este lugar? ¿Qué pasó realmente?

Daba brincos cada vez que Gabriel abría una puerta o tumbaba cualquier objeto. Hacía comentarios para tranquilizarme pero eso no era posible.
— Mira, entremos aquí.
Cubrí mis oídos antes que él abriera la puerta.

La habitación estaba cubierta de polvo, la cama era individual y en ella había un montón de cabello y emana un olor repugnate, estaban los muebles que se encontraban sospechosamente limpios y un color café  manchaba el piso marcando un camino que llegaba hasta otra puerta, tragué saliva y me convencí de que no era sangra y de qué ahí no había un cuerpo en proceso de putrefacción.

Mi celular solo alcanzaba a iluminar por dónde pisaba, por lo que opte a solo guiarme con la luz de la lámpara de Gabriel.
— ¿Qué es esto?
Levanto un vestido manchado de un color rojo y de él cayeron un montón de piedras, pinturas, ojos de vidrio y una pequeña navaja.
— No toques eso... ¿Qué tiene?
—... Sangre y está húmeda. Cómo si acabarán de matar a su víctima.
— ¡Cállate!
Soltó el vestido y la luz de su lámpara apunto el camino que llegaba hasta la otra habitación.
— No, no pienso entrar ahí.
— ¿Entonces me esperas?
— Está bien.
— Regreso en unos cuantos minutos, no te vayas de esta habitación.
Me dejo sola y sin luz, busque mi teléfono y empecé a merodear por la habitación evitando a toda costa el vestido y la cama. Hubiese huido, sí, pero no tenía las agallas de salir y buscar salida por mi cuenta.

La curiosidad aumentó cuando ví unos cuantos papeles encima del mueble, más bien periódicos, noticias recientes: "La casa de las muñecas" "Brujería" "Cuerpos decapitados"...
Noticias con títulos perturbadores, alguien estaba viviendo en esa casa, porque a los lado había comida... Y no parecía de hace mucho tiempo, el periódico tenía marcado y encerrado en cada una de las noticias la palabra "muñecas".
Mi piel se erizo, seguido de eso un golpe fuerte se escuchó en la otra habitación, empecé a temblar, alguien vivía ahí y lo sabía, ¿y si algo le había pasado a Gabriel? Mi mente se encontraba dominada por el miedo.
— ¿Gabriel?
Con cada paso que daba el piso rechinaba, la luz de mi celular era escasa lo que me hacía que viera sombras y volteara asustada.
— ¿Gabriel?
La distancia con la puerta desconocida disminuyo, no escuchaba más que el palpitar violento de mi corazón.
— ¿Gabri...?
— ¡No mames!
Solté un grito de terror cuando la puerta se abrió y de ella salió Gabriel sangrando de la cabeza.
— ¿Gabriel? Me asustaste, ¿qué te pasó? ¿estas bien?
— ¡Abajo!
— ¿Qué?
— ¡Métete abajo de la cama! ¡Ahora! ¡Ahí viene!
— ¿Qué? Gabriel...
— Shhh... vamos, abajo.
— Ga...
El sonido de alguien corriendo me dejo helada, Gabriel le escurría la sangre por la frente por lo tanto su mirada se desfiguró y su rostro se contrajo, me jalo debajo y empujo mi cuerpo después entro él, apagó lo más rápido posible mi celular.
— Gabriel, tengo miedo.
— Shhh, todo estará bien, solo guarda silencio.
— No puedo.
La puerta se abrió lentamente emitiendo un sonido horrible, alguien respiraba con dificultad.
— Ga...
— Shhh.
Su voz cercas de mi oído me tranquilizó, para asegurarse que no hiciera ruido cubrió mi boca y me abrazó por la cintura.
La persona que había abierto la puerta empezó a caminar por la habitación.
Cerré mis ojos y presione aún más la mano de Gabriel que cubría mi boca.
No podíamos ver nada, la colcha se arrastraba hasta el piso y solo nos guiabamos por el ruido.

Gabriel acerco su mano libre a la colcha e intento alzar un poco, negué con la cabeza y le suplique con mi rostro que no lo hiciera pero él no hizo caso. Dejo un diminuto espacio donde los dos podíamos ver.

El calzado era de hombre y en ellos destacaba el rojo intenso y el lodo, el hombre caminó y sus pies golperon las piedras y las pinturas que estaban regadas en el suelo.

Si no hubiera traído guantes negros podría deducir por sus manos más o menos su edad pero su clazado decía que no era mayor de 18 años.

Empezó a levantar todo lo que estaba en el suelo, Gabriel soltó despacio y lento la colcha, el hombre se agachó y escuché su respiración... Era horrible, soltó un gruñido y camino por la habitación, las cosas empezaron a caer y romperse en el suelo.
Gabriel presiono más su mano contra mi boca cuando sintió que empecé a temblar y querer llorar.
Ese hombre nos iba a encontrar, estaba enfadado.
La cama fue empujada de una patada, solté un grito pero Gabriel lo cubrió, me jalo y me hizo girar un poco para no quedar expuesta.
El silencio se prolongó, después de eso, él me había escuchado, nos había descubierto...
La colcha empezó a alzarse de mi lado derecho.
Con los ojos llenos de lágrimas y a punto de llorar me gire y abrace a Gabriel.

— ¡AHHHHHH!










El mal siempre va detrás del bien... ¿O al revés?

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