Sótano.

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Tenía al menos los dieciocho años, me fui de casa y me ví obligada a rentar una casa vieja para poder acortar la distancia que tenía con la universidad, mi primera impresión fue que era un poco antigua y que a pesar de ello estaba muy colorida lo que me saco un poco de onda pero no le di importancia ya que el precio era reducido y la distancia era corta pero lo que me llegó a desconcertar fue que nadie habitaba en las casas de alrededor.
El señor que me alquilo la casa se vio fascinado cuando le entregué el paquete de billetes pero cuando me adentraba a la casa lo descubrí con una sonrisa casi o completamente maquiavélica.

Los días pasaron y cosas raras comenzaron a suceder.
Mis cosas y en especial el maquillaje empezaron a desaparecer, huellas de un calzado grande quedaban marcadas en el suelo, como si esa persona estuviera en mi baño... Pero lo que más me inquieto eran la forma de los zapatos.
Antes de poder dormir escuchaba una canción, como si saliera de una cajita de sorpresa o de una figurita de la bailarina, me parecían muy relajantes pero ¿escucharlas en medio de la noche? Juro que eso no es nada relajante, es aterrador.
La canción subía de tono y a su vez unos pasos se aproximaban a mi habitación rápidamente, me cubría con las cobijas, sé que eso no ayudaba de nada pero era un estúpido reflejo, la puerta se abría y después esa persona se detenía en mi puerta y se reía... De mí, de lo miedosa que era.

Después de eso mi miedo aumento y me fue difícil volver entrar a esa casa pero tenía que hacerlo, no me podía quedar afuera.

Una noche decidí no ir a la cama y esperar a que ese tipo apareciera, ya estaba cansada de todo lo que me estaba haciendo.
Estaba quedándome dormida cuando mire a un sujeto en la otra habitación asomando la cabeza, la piel se me erizo cuando una sonrisa horrible apareció en su rostro, un relampago hizo que viera todo de él, un payaso. Grite aterrada pero el simplemente me sonrió y corria por toda la casa, por más que quisiera moverme no lo logré, paso frente a mí a toda velocidad pero fue como si mi visión de su rostro lo capturara cámara lenta, pude ver sus ojos llenos de odio e ira hacia mí, después su mano paso por mi rostro y rasguño mi cara, corrió hasta el final de la casa, todavía con miedo lo seguí quería saber qué estaba pasando y como solucionarlo y fue ahí cuando me topé con una escena horrible. Había un sótano y las escaleras estaban gastadas, el payaso se asomaba desde las sombras y me sonreía.

No lo voy a olvidar, corrí pero el payaso logró agárrame de la pierna y jalo de mí, mi cara se golpeó con cada escalón por lo tanto su risa se escuchaba en toda la casa.

¿Quieres saber lo qué pasó después?
Perdí los dedos de mis manos y en mis piernas dibujo con un cuchillo figuras grotescas, ahora solo quedan las cicatrices y entre una destaca: "Si vuelves piensa en lo siguiente que perderás"

Ahora vivo con mis padres, pedí que denunciarán y destruyeran esa maldita casa pero adivinen qué.... No la encontraron.

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