Capítulo 1.
Inspiró profundamente en el mismo instante en que las ruedas del avión tocaban tierra en el aeropuerto internacional de Portland. Las seis horas que el vuelo había durado no fueron suficientes para tranquilizarse, y su mente le repetía eso de "solo vuelves a casa", pero dudaba que ya quedase algo de aquello en esa ciudad. No sabía cuánto tiempo hacía desde la última vez que había puesto un pie en Oregón, tal vez fue dos años después de que se hubiera marchado, porque su insistente madre le había repetido hasta la saciedad que estaba cansada de viajar cada dos meses para comprobar que estaba bien. Lo que no entendía es que no necesitaba comprobar nada, ni siquiera por teléfono. Nunca lo había entendido, y tal vez ahí residía el problema.
Se hizo con un carrito en la zona de las cintas y consultó su teléfono móvil mientras esperaba a que su equipaje apareciese para poder salir de ahí y enfrentarse a la realidad, a su nueva realidad. No sabía a ciencia cierta qué le aterraba más de volver a estar allí, si el escuchar el "te lo dije" de su madre, que seguramente llevaba esperando años a ser pronunciado, o el levantarse por las mañanas sin aquellas vistas a todo el paisaje neoyorkino que tanto le gustaba y al que se había acostumbrado tras un par de semanas viviendo allí. De lo que estaba segura es que, al menos, no iba a echarlo de menos a él. Había dejado de echarle de menos bastante tiempo atrás.
En cuanto se hizo con sus dos maletas y las colocó como mejor pudo en el carrito, se dirigió a la zona de salida e inmediatamente la localizó, entre un grupo de ancianos y con un cartel gigantesco con su nombre escrito en permanente plateado. Maldita Raven. Negó con la cabeza suprimiendo una sonrisa y se dirigió hacia su amiga, que sacó el móvil cuando apenas las separaban un par de metros.
—Espera, no te muevas —le pidió, enfocándola con el dispositivo.
—¿Qué se supone que estás haciendo? —preguntó alzando una ceja.
—Inmortalizar este momento. Clarke Griffin en Portland, solo pasa una vez cada 482 años —bromeó la muy imbécil, y ella dejó el carrito con las maletas a un lado para acercarse a ella, y le arrebató el móvil antes de abrazarla.
—Yo también me alegro de verte —le dijo cuando sintió cómo la castaña le devolvía el abrazo.
—La hija pródiga ha vuelto al hogar. ¿Preparada para verla? —eso era lo malo de que su mejor amiga la conociera tan bien, que sabía perfectamente lo que le pasaba por la mente a cada instante, incluso si llevaban meses sin verse. A ella no se lo podía ocultar.
—Me estás poniendo más nerviosa de lo que estaba, y eso debería responder a tu pregunta —dijo sin mirarla directamente, devolviéndole el móvil mientras empujaba el carrito y se ponían en marcha hacia el coche de Raven.
—Clarke, es tu madre. Te quiere, y simplemente está preocupada por ti.
—A veces no sé quién es su hija: si yo o tú —su amiga le dedicó una mirada divertida antes de abrir el maletero de su todoterreno y ayudarle a meter las maletas en su interior.
—Bueno, soy yo la que va a comer con ella todas las semanas, así que tampoco lo tengo muy claro —comentó mientras se acomodaban en el interior del vehículo, y ella le propinó un pequeño golpe en su hombro derecho—. ¿Preparada, Griffin? —quiso saber mientras arrancaba el motor, y ella simplemente suspiró antes de asentir.
***
El corto viaje hacia la casa de su madre lo hicieron casi en absoluto silencio, excepto por las pequeñas gotas de lluvia que las habían acompañado desde que abandonaron el aparcamiento del aeropuerto. No había echado de menos en absoluto el tiempo de Portland.
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Come Home
FanfictionDespués de ocho años en la gran manzana y dejando una relación fallida atrás, Clarke vuelve a su Portland natal, sin esperanzas ni rumbo fijo en su vida, y con la ignorancia de que allí encontrará un nuevo significado para la palabra 'hogar'.