Capítulo 13

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Clarke le había dicho que sí y desde entonces no podía pensar en otra cosa que no fuera en aquel fin de semana que iba a pasar junto a ella. Normalmente temía la llegada de estos porque no podía predecir el comportamiento que tendría su madre, pero sabiendo que en esa ocasión la tendría ella al lado cualquier miedo se esfumaba. Iba a poder estar con ella todo el maldito fin de semana y aquello era suficiente para tenerla así. Para que estuviera deseando que llegase ya el viernes y aún estaban a martes.

Joder, es que parecía una adolescente.

En esos días apenas se habían visto demasiado, Clarke había aceptado a realizar aquel viaje, pero a cambio esos días había tenido que encerrarse en su casa inspirándose y creando, dejando salir a la artista que llevaba dentro. Al parecer desde la inauguración de la exposición, la mayoría de los cuadros de la colección que la chica presentó se habían vendido y Luna le había pedido más. Sabía que Clarke estaba planteándose dejar la cafetería en un futuro cercano, con cómo le iba al lado de su mejor amiga era suficiente para poder vivir, pero por el momento la chica combinaba las dos cosas, por lo que desde aquel momento que compartieron en el Courier solo se habían visto una vez más en el supermercado. Era normal que tuviera ganas de verla más, ¿no?

Fue pensar en el Courier y rememorar en su mente aquel momento. Joder, es que había sido tan íntimo que casi dolía. Recordaba la forma en que los ojos de Clarke brillaban mientras la yema de su pulgar se paseaba por el dorso de su mano y las ganas que había tenido justo en ese instante de simplemente inclinarse un poco hacia ella y besarla. Porque estaba segura de que al otro lado de esa escena todo había sido tan intenso como lo sintió ella, era inviable que hubiese sido de otra manera. La forma en que buscaban contacto físico cuando se veían, la sonrisa que le salía a la chica cada vez que ella bromeaba. Nada podía ser de otra manera que no fuera recíproca.

—Lexa, ese arreglo es para esta tarde, no para la semana que viene, ¿sabes? —la voz de su hermana le interrumpió mientras recortaba los tallos de aquellos lirios que iban a ser entregados, como bien había dicho Chloe, ese mismo día—. ¿Qué te pasa hoy? Parece que estén trabajando tortugas aquí y no Lexa Woods.

—No creo que haya tanto trabajo ahí fuera como para que tenga que darme más prisa, ¿no?

Cuando estaban las dos trabajando, normalmente era ella la que se solía encargar de preparar los pedidos mientras su hermana atendía a los clientes, Chloe siempre decía que a ella se le daba mejor y los hacía perfectos. No creía que fuera verdad, pero no le importaba quedarse en el taller que tenían en la trastienda haciendo los encargos, le ayudaba a desconectar algunas veces y, en otras ocasiones, como esa, le hacía rememorar una y otra vez momentos en su mente.

—¿Necesitas algo? —continuó al ver que su hermana no decía nada.

—Mamá acaba de llamar —comentó mientras cogía uno de los lirios, examinándolos—. Me ha contado que Clarke va a venir a Bend este fin de semana.

—Mamá es una cotilla —dijo sin mirarla.

—¿Es verdad? —inquirió.

—Mamá es una cotilla, pero no es una mentirosa, ¿no?

—Lexa, ¿por qué viene Clarke Griffin a pasar un fin de semana con nuestra familia? —su hermana lo preguntó, pero sin tono acusatorio ni tampoco sentía que no le gustase aquella idea, más bien buscaba información.

—Porque es mi amiga —aclaró mientras se agachaba en busca de la caja donde estaban las cintas que utilizaba para hacer aquellos lazos que quedaban tan bien, o al menos eso le habían dicho varios clientes.

—Alison también es mi amiga y no la invito a conocer la casa de campo de mis padres, o, en otras palabras, mis orígenes, porque necesito que lo sepa todo sobre mí —eso último hizo que dejase todo sobre la mesa y se girase lo justo para poder mirarla.

Come HomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora