Luna Llena del Huevo

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Después de la súbita desaparición de Luna, me enteré del porqué de su decisión: Scorpius la había besado.

Durante semanas, el pobrecillo vagó por los pasillos negándose a que alguien se acercara. Empezó a desear ser un lobo y poder correr junto a ella por el bosque, yo deseé pasarle mi habilidad para ayudarle.

Pensé que Luna quizá volvería si yo le pedía disculpas y decidí buscarla para hacerlo. Una mañana me adentré en el bosque y me convertí para correr y seguir su rastro más a gusto. Al pie de las montañas se hizo más fuerte y subí por los peñascos, anhelando verla de nuevo, ser otra vez las mismas. La encontré en la orilla opuesta de un arroyo, sonreí al verla y estaba por saltar cuando alguien más lo hizo. Una loba grisácea de ojos verdosos mucho más grande que Luna y que yo. Ninguna de las dos se dio cuenta de mi presencia, imagino que era porque yo tenía el mismo olor de luna. La loba se recostó junto a mi hermana y ella se acurrucó a su lado como un cachorrito.

La mayor refregó su cabeza contra ella y pasó la lengua por su hocico, la sola acción me dejó pasmada. Mi hermana se dejó hacer y la imitó. Juntas se veían tan acarameladas y complementarias que comprendí rápidamente que pasaba. Jamás se me había pasado por la cabeza.

Retrocedí y pisé una ramita que se partió a la mitad, yo no tenía práctica en eso de lo sigiloso. Ambas me miraron y Luna se levantó, asustada por mi presencia. La loba mayor se puso en guardia y me mostró los dientes, el arroyo no era demasiado ancho y yo me encogí. No estaba lista para ello, así que corrí.

Escuché a Luna corriendo detrás pero todo palpitaba, ella y una loba, papá llorando y la sonrisa de mi padre bullendo en mi interior. Luna cayó sobre mí para detenerme, ambas convertidas en chicas y forcejee por liberarme.

—No, suéltame —Chillé—. Déjame.

—Lily, escucha, lo siento... ¡Lily!

Su mano ardió sobre mi cara y la euforia paró, miré a Luna como si la viera por primera vez, jadeante, sudando. Tenía el ceño fruncido y la mano aún levantada.

—Escúchame...

—Te escucho —Murmuré y ambas nos incorporándonos, sentándonos en la hierba.

—Siento no habértelo dicho... yo... no sabía cómo empezar.

—¿Ella es...?

Luna asintió con la cabeza.

—Una protectora, la conocí cuando era más pequeña... ¿Lo entiendes? Ella vino a mí...

Asentí torpemente.

—La amo, Lily —Me susurró. El corazón me dio un brinco y me quedé completamente quieta. Era su hermana mayor, yo debí haberlo sabido, haberme dado cuenta. Pero estaba tan ocupada envidiándola, apartándola de mi lado.

—Está bien... yo... yo se lo explicaré a papá.

Ella me miró asombrada y apretó los puños, mordiéndose el labio inferior.

—Yo... les extraño mucho.

—Nosotros a ti... él está muy afectado. Tú... uhm... promete que irás a verle. Por favor.

Ella asintió y nos miramos, con lágrimas en sus ojos. Me acerqué lo más que pude y la abracé, se puso un poco rígida al principio pero luego me correspondió. Me pregunté cuándo fue la última vez que nos habíamos abrazado. Besé su frente y luego me refregué contra ella, como cuando éramos pequeñas.

—Lo siento... Te quiero tanto, Luna.

—También te quiero, Lily —Dijo ella, sollozando en mi pecho desnudo. Jamás la había sentido tan cercana.

Cuando la dejé en el prado, había hablado con la protectora, Crescent. Una chica tan solo mayor que yo por dos años, con el cabello polvoso y los ojos verdes. La amenacé con que, si llegaba a lastimar a mi hermanita, se ganaría una enemiga y eso no le convendría porque yo era buena en las artes oscuras —Aunque era mentira—.

Y en el camino de regreso, imaginé como decírselo a papá... y me reí por ratos al pensar en la cara que pondría Scorpius de saber que fue vencido por una mujer.

* * *

Para el siguiente cumpleaños de papá, resulto muy gracioso tener sentada a la mesa a una nueva integrante. Papá no había puesto objeción y le había agradecido a Cress —Diminutivo de Crescent—, por haber cuidado todo ese tiempo de su pequeña. Scorpius aún no había terminado de asimilarlo pero llevaba bien la situación y hasta había ofrecido su bistec a Cress. No podía evitarlo, tenía predilección por los lobos al igual que toda la familia.

En la celebración, un humilde picnic a los rayos del sol en compañía de la familia en el jardín de los Weasley, el pastel de una Snitch dorada se abrió paso para cantar feliz cumpleaños a papá. Pero en medio de todo el alboroto, el aire pareció rasgarse. Busqué a Luna con la mirada pero ella no parecía notarlo, mis sentidos estaban disparados y atontados al mismo tiempo mientras todos cantaban. Ese olor... papá tenía un atisbo de él en su piel, lo conocía de algún lado... quizá en la capa que solía abrazar hasta quedarse dormido.

Sobre la colina se perfiló la figura de un gran lobo negro, papá siguió mi mirada y su sonrisa se congeló en el instante. Toby tomó mi mano temblorosa. El lobo dio paso a un hombre encapuchado que bajó hacia la casa de los Weasley, Papá se levantó de forma intempestiva, el hombre estaba llegando al otro lado de la cerca, se quitó la capucha y todo pasó en cámara lenta.

—¿Severus?

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