En La Eternidad De Nuestros Deseos

Correo

—Dejame dormir cinco minutos más, idiota— se giró dandole la espalda al mayor.

—Si te levantas ahora, te duchas y desayunas. Talvez te espere una gran sorpresa— estaba recostado contra la puerta, se sintió triunfante cuando el rubio se giró para observarlo.

—No. — e intentó dormir de nuevo

—Y dulces— se asustó cuando vio un remolino rubio pasar por la habitación azotando la puerta del baño.

—en ocasiones me siento ofendido de que prefiera los dulces que a mí—

***

—Espacio personal por favor, sé que me quieres, pero me ahogas, cariño— bajo las sábanas estaban completamente enredados, y era una situación que realmente amaba.

—No te quejes, solo disfrútalo— besó su coronilla, paso sus dedos a través de sus suaves rizos. — Deseo probarte pronto— susurró.

—idiota — el color rojo carmesí iba ascendiendo. hasta sus orejas estaban coloradas. —No hasta que me demuestres que eres un adulto responsable y sensato, con el mundo mágico y la humanidad.—

—¿Que tiene que ver eso con nosotros?— se arrastró por la cama hasta caer al mullido suelo.

—pues que en el remoto caso que mi cuerpo sea fértil, sabré que podrás con mi cachorro y conmigo— sonrió ante la cara de estupefacción del otro.

—¿Que te hace pensar que no soy así, Serp—

— intuición—

***

— Deja de moverte, me colmas la paciencia— lo abrazó para evitar más movimiento.

—no puedo evitarlo. Nos hemos saltado el desayuno, ¿Y si alguien sospecha?— le miraba con ojos de perro abandonado

—Si alguna vez llegan a descubrirnos, tomaré toda la responsabilidad. Yo soy tu mate, tenlo en cuenta la próxima vez que alguien dejé su olor en tí. No seré tan pacífico como hace unas horas— acariciaba la espalda del contrario mientras miraba sus oscuros ojos negros como la noche, pero con ese brillo que solo la luna puede dejar.

—Pacifico... Sabes que me duele el trasero, y además el torso por tus muestras de amor, ¿Verdad?—

—Solo es una pequeña muestra de que tú eres mío, Moony.—

El mayor lo observaba, Orión realmente hacía que su corazón latiece como nunca, ni Lupin podría lograr tal efecto.

—No me mires como si fuera a desaparecer, siempre estaré aquí para tí, precioso— guiñó, dandole un suave beso.

—Black— gimió.

—¿Sí, profesor?— sonrió con picardía, acomodándose nuevamente entre sus piernas.

—Te necesito, Orión— abrazó el cuello del menor, atrayendolo a un beso más. Una ronda más.

***

—Agregen ajenjo, y revuelvan tres veces en sentido de las manecillas del reloj— Severus se paseaba entre las mesas, podía causar miedo en cualquier época.