Capítulo 21 • Eres mía •

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Hoy es un día especial. Castiel y yo celebramos nuestro 5° Aniversario. Así que él me había llevado a un restaurante especial. Era muy elegante. Yo me había arreglado para él, llevaba un vestido negro corto, que podía resaltar mi cabello pelirrojo y mi piel blanca. Llevaba al descubierto la espalda. A Castiel parecía fascinarle.

CASTIEL

Ya era tarde, nos habíamos "quitado lo elegante" y descansar.

//A PARTIR DE AQUÍ LA HISTORIA ES ADAPTADA, NO ME PERTENECE. YO NO LA ESCRIBÍ, SOLO LE CAMBIE ALGUNOS DETALLES//

Evelyn me miró fijo y se alejó de mí, se agachó a buscar algo debajo de una de las mesadas. Me quedó al frente una linda vista de su trasero al estar agachada. Tragué saliva.

—Si, aquí hay algo —dijo y se incorporó.

—¿Qué es?

—Vodka.

—Mmm, amo el vodka.

—Eres un asqueroso y repugnante alcohólico.

—¡Y con orgullo!.

Negó con la cabeza y se acercó a mí para agarrar mi vaso y llenarlo con aquel espeso líquido transparente. Cuando lo llenó, la miré y lo tomé de un trago. Ella me miró bien.

—-Por dios, eres un loco —aseguró. Reí por lo bajo y volví a llenar el vaso.

—Deberías probarlo —le dije.

—No, no. Ni loca —me dijo. Alcé el brazo hasta sus ojos y lo acerqué un poco ella— No, no voy a tomar eso...

—Vamos vegetarianita, nada va a pasarte. Además de que esto no viene de ningún animal. No te va a venir nada mal tomar un poco...

Mordió sus labios y miró el vaso, para luego mirarme a mí. Pude leer en sus ojos, el debate que estaba dentro de su cabeza. Levantó su mano y tomó el vaso.

Reí divertido al ver la expresión de su cara cuando el líquido entraba en su boca. Lo alejó y un poco de vodka se escurrió por sus labios.

Cerró los ojos con fuerza y respiró profundamente.

—Esto... esto es un asco —dijo cuando al fin pudo hablar.

—Claro, como si nunca hubieses tomado alcohol —dije negando con la cabeza levemente.

—Si, si tome alcohol en mi vida... pero nunca esto —me dijo —Es horrible.

—Pero no sabes lo bien que te hace -dije divertido. Nos sentamos en el sillón frente a la tele y ella la prendió, como queriendo estar con alguien más que conmigo sola en su casa.

La miré y tomé un poco más de la botella para luego pasársela.

—¿Acaso quieres embriagarte? —me preguntó.

—¿Por qué no? —le dije. Ella tomó la botella y bebió un largo trago.

Reí cuando lo alejó de ella y volvió a fruncir el ceño

—Ya te está gustando, ¿verdad?

—Es horrible —dijo y rió — Pero... se vuelve... adictivo.

—Como todas las cosas que dan placer —aseguré y la miré fijo.

Ella apartó la mirada de mí y dirigió su vista al frente.

—Mmm, ¿Qué más puedo preguntarte? Tus defectos, dime tus defectos... No, ya se todos tus defectos. Mejor tus virtudes... No, también las sé —dijo divertida.

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