-0-

47 5 0
                                    

Era una tarde de otoño, a las 6 de la tarde el sol ya se estaba poniendo coloreando el paisaje e iluminando las partes altas de los edificios con su naranja característico.
Él estaba corriendo, como de costumbre, hacia la parada de autobús. Siempre iba con la cabeza medio agachada porque no le gustaba que le mirasen o, simplemente, sentirse mirado. Aunque él sabía que no le importaba a nadie, y que si alguien lo miraba, era por casualidad, porque el torpe de él se había cruzado en la vista de alguien, no porque le interesase a nadie. Siempre que salía del instituto, detrás suya llevaba una estela de papeles que salían de su carpeta medio abierta. Pero ese día no. Ese día llegó a la parada 5 minutos antes, al llegar a casa no se le cayeron las llaves al suelo, recogiéndolas torpemente cayéndosele la mochila y demás papeles sueltos que llevaba. No. Ese día era diferente. Ese día todo iba a cambiar. O al menos esa era la intención de Diego.

Recuperación y pérdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora