La Venganza

Capítulo 2

Como todos los demás, hoy es otro día basura. Me he acostumbrado a que todos los días al despertar todo vuelve a mi mente, la muerte de ellos, cuando no tuvieron la culpa de nada.

Sé que he cometido otras atrosidades pero, era mi familia con quien tuve el primer ataque, ellos no merecían morir, y peor aún ver en lo que me convertí y que fuera yo quien los asesino.

Desearía regresar el tiempo, y nunca haber aceptado ese maldito trato. Si tan sólo hubiese hecho caso a mamá, ella tenía la razón. Pero ahora sólo me queda sufrir por todo el daño que hice y haberlos matado de forma tan cruel. Me doy asco.

Hoy como siempre, voy hacia la cocina, tomo el envase de la leche y lo sirvo en un plato ondo, voy por la caja de cereal y me doy cuenta que es muy poco lo que queda, eso significa que debo ir al super, genial...

No es que no me agrade ir al super, antes era de las cosas que más me gustaba hacer con Jacob, pero después del incidente, se me hace difícil acercarme a alguna población, supongo que tienes en mente ¿por qué?, bueno... no creas que es fácil salir y socializar después de haber asesinado a tu familia, y que cuando la gente de ve, sientes que ellos saben lo que hiciste y en lo que te has convertido. Es odioso, claro sólo si eres Trevor Ferrer.

Terminé mi desayuno, y decido ver que cosas hay en la refrigeradora, y en los estantes, para saber qué debo comprar.

Salgo del remolque, y observo si están enganchados, todo en orden así que me subo a mi auto, reviso el mapa, muy bien vamos al lugar que quede más cerca, hoy no tengo ganas de conducir por mucho tiempo.

Mientras conduzco por la carretera logro divisar a lo lejos en uno de los terrenos, que hay una pequeña casa, en la cual no se mira ningún movimiento. Así que decido marcar en mi mapa la ubicación de esta.
Llego al poblado que el mapa me indicaba y al llegar al centro del pueblo, observo que todo es muy pintoresco, lo que realmente no me agrada en lo absoluto.

Me he acostumbrado a las cosas más simples y aunque parezca tedioso,  los lugares fríos y algo descuidados. Sé que suena raro, pero me siento mucho más cómodo en lugares desolados, que en un lugar donde la gente suele estar llena de hipocresía.

Avancé hasta el centro comercial y estacioné mi vehículo, todos me miraban, claro y como no hacerlo si nunca me había aparecido por acá. Entré y busqué lo que quería, compré todo lo necesario para no pisar otro pueblo durante un buen tiempo.

Al llegar a la caja, una señorita se encontraba del otro lado del mostrador.
Mientras registraba en la máquima todo lo que había puesto en el mostrador, ella me veía de reojo, claro que notó que me había dado cuenta, y se puso muy colorada, así que decidí preguntarle:

- ¿Sabes de alguna casa que esté desocupada por aquí cerca?

- No precisamente, ¿no eres de por aquí?

- No cariño, estoy de paso, pero este lugar me parece interesante.

- Comprendo, pero a decir verdad, en este sitio nadie está desocupando casas, al menos no por ahora.

- Muchas gracias, ¿cuánto te debo?

- Serían $.83.90

- Aquí tienes. -le extendí el dinero y ella me dio el cambio, agradecí por sus servicios y me retire-.