Capítulo 5

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Si de algo estaba seguro, era que en ese pequeño pueblo no podría quedarme por suficiente tiempo, no quería causar daños a personas que no tenían nada que ver en lo que a mí me había sucedido.

Así que había planeado que al momento en el que se me diera la primera oportunidad de irme, lo haría. No estaba muy seguro de cuánto tiempo sería, pero sí de que tendría que irme de ahí buscando quizás hasta la más mínima escusa. 

Lo que la señorita me había dicho me causo una gran preocupación, debía irme lo más pronto posible, no quería causar más estragos de los que alguna vez había ocasionado. Y quedarme no estaba en mis planes, no estaba hacerle daño a otras personas.

Debo comenzar mi venganza lo más rápido que se pueda, que necesito, calmar todos esos impulsos que siento cada vez que recuerdo el acto tan fatal que he cometido. Aún no cuento con suficiente información de todos y cada uno de los que tuvieron que ver con la transformación de m vida. Pero, sé quienes son y con eso me basta para iniciar mi venganza con el primero.

Pasados los días había logrado recaudar información tanto del pueblo e el que me encontraba, como de la primer persona de la que me vengaría, así que mientras todo se alineaba a mis planes para comenzarla, me dediqué a buscar alguna cosa que pueda ayudarme para irme de acá. Por las noches había notado que muchas de las señoritas que aquí habitaban salía a ver a los que dentro de unos días serían sus esposos. Y otras que salían a conversar con el resto de las chicas que no tenían pareja por el momento, aunque no podía faltar la señora que al parecer era la encargada de formar las parejas, y que muchas miraban con desprecio, seguramente estaban descontentas con la pareja a la que le habían asignado.

Ese día por la noches salí, y por accidente me tope con la señora, ella inmediatamente me observo con gran detenimiento, se me acercó y se dirigió diciendo:

- Buenas noches apuesto joven. -no puedo negar que no era feo, pero al menos antes de cambiar de vida, si tuve muchas chicas que quisieron estar conmigo-.

-Buenas noches, un gusto.

-El gusto es mío, jovencito. -Parece que la señora me veía demasiado joven- me llamo Rosse. ¿Tú cómo te llamas?

-Soy Trevor señora Rosse, un gusto conocerla. -dije mientras extendía mi mano hacía ella-.

-Señorita, por favorr, aún no he tenido la suerte de encontrar a mi chico ideal.- Vaya que esta señora se encontraba loca-.

-Oh, disculpe por mis palabras-dije fingiendo un falso tono de disculpa-. ya verá que pronto llegará aquel que permanecerá a su lado por el resto de su vida.

-¡Qué poeta! Eres un encanto cariño, Dios te oiga. ¿Tú tienes pareja?

-Gracias por su alago, no señora. Por lo que la vida me ha presentado, parece que eso del amor no va para mí.

-¿Por qué lo dices niño?

-Diversas circunstancias de la vida me han llevado a momentos los cuales no me permitirían tener un tipo de relación sentimental con alguna hermosa señorita.

-Querido, para todos hay amor, no sé por lo que has pasado, pero noto en tu voz sufrimiento. Pero sabré decirte que todos tenemos destinado a alguien, aunque muchas veces lo perdemos o somos tan ciegos que no nos damos cuenta que está ahí y dejamos que se vaya de nuestras vidas.

- Tal vez algún día llegue a encontrar a esa persona que usted dice.

-Por el momento, ¿qué te parece si conoces a alguna de las muchachas de este pequeño pueblo?

-No puedo, se lo agradezco, pero no puedo. Pronto me volveré a ir.

-Se nota que no eres de aquí muchacho, pero no te sentaría nada mal un poco de compañía en el tiempo que estés por acá, quien quita y terminas yéndote con tu media naranja.

-No lo sé, creo que eso no estará a mi disposición.

-A ver muchacho, déjame presentarte a una de las chicas de por aquí, te guste o no. Así tendrás al menos un tipo de distracción en este pequeño lugar.

La VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora