Epílogo

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[En el bosque]


-Al parecer a los gorriones les agradan tus Ajisas, cariño-comentó el Guardián de los Bosques, abrazando al namekiano por detrás-.


-Ciertamente; se ven muy a gusto entre las plantas que nos conectaron, dulzura-afirmó Piccolo, con una amplia sonrisa-.


[En una playa colindante a una zona de volcanes]


-Como sigas causando erupciones por mera diversión, tendré que castigarte-regañó el Guardián de los Océanos al Guardián de las Zonas Volcánicas-.


-Aguafiestas-se quejó Sterey-.


-Limítate a hacerlo en caso necesario-exigió Miczel-.


-Mandón-farfulló el Guardián de las Zonas Volcánicas-. Tienes suerte de que mi amor por ti sea mayor que mi afán de entretenimiento, idiota.


-Tú eres el idiota, sexy niño mío-se burló el Guardián de los Océanos-.


-¡Serás tú el castigado!-amenazó Sterey, y se le acercó-.


-Estoy a tu disposición, querido-enunció Miczel, quitándose la parte superior de su atuendo y mirándolo de una manera provocativa-... ¡si puedes atraparme! Ja ja ja-se alejó volando-.


-¡VUELVE AQUÍ, TONTO!-demandó el Guardián de las Zonas Volcánicas, persiguiéndolo-.


La naturaleza del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora