"La oscuridad es un mundo del que todos quieren escapar. Sin embargo, hay belleza en tanta tiniebla, solo hay que aprender a apreciar las sombras que se dejan ver por la poca luz."
–Dou.
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Observo a frenesí desde mi asiento habitual de la cafetería. Sus movimientos al comer, tan elegantes como el de nadie, me hacen pensar que todos están equivocados con lo que se dice de las actitudes de él. Sin embargo, el recuerdo de todas las peleas que me he observado, me comprueban que Mason es todo un troglodita.
Pero hay algo más.
Algo que yo si puedo apreciar ante toda esa faceta; el chico está roto.
Y quiero repararlo.
–¡Hey, Cara! ¿Qué cuentas? –André, el chico que perdió la puesta del helado hace unos días se sienta a mi lado con su pose de light en todo su esplendor.
–Nada en específico –fijo mi mirada en el sándwich de atún sobre mi plato–. ¿Tú qué?
–Nada tampoco. –André se estira sobre el asiento con brazos flexionados hacia arriba–, oye, ¿te enteraste?
–¿De qué?
–¿La fiesta de este sábado? –Me mira alzando una ceja. Niego. –Ok, bueno. Entonces te apuntarás o algo así, ¿verdad?
–No tengo ánimos de fiesta ahora. –Hace una mueca, por lo que agrego–: Pero lo pensaré.
–Vale, Chaval. Adana te puede informar. –una rubia se pasa por frente a nuestra mesa, acaparando la completa atención de André. Él le mira el trasero mordiéndose el labio y ella le guiña como señal y se va a alguna parte. Éste se coloca de pie, me mira unos segundos y voltea a mirar en dirección por donde se había ido la rubia despampanante– Vale, Cara. Voy a divertirme un ratito por ahí... ya sabes.
–Está bien. Y fórrate.
Me da una mirada cómplice, con una sonrisa elevando sus comisuras.
–Seguro. –alza el dedo índice y corazón a modo de despedida y se va. Sigo su camino con la mirada y sonrío entre divertida e irritada ante lo que planean hacer, tal vez, en el cuarto de limpieza o en la parte trasera o, ah, ya se, en los baños más alejados de esta universidad.
La campana que indica que el receso ha terminado pita y hace eco por los pasillos me obliga a levantarme con mi comida a medio comer. Guardo el pan en una taza y la meto en mi morral. Lo tomo por las asas y me lo guindo en la espalda mientras camino directo hacia la puerta. Gracias a Dios, la profesora Jessenia falto por asuntos personales, por lo que puedo ir directo a mi casa a descansar un poco y relajar mis músculos tensos con una tina tibia; desgraciadamente esto último es imposible porque no tenemos una, pero al menos si hay agua caliente. Cuando llego a la entrada, el cielo gris me da la bienvenida seguida de algunas gotas de lluvia. Busco entre mis cosas hasta dar con el paraguas y, ya con este abierto, emprendo mi caminar por las calles y aceras mojadas.
Comienzo a analizar el mes que ya llevo en este pequeño poblado.
Mi llegada fue también la forma perfecta de saber que él está por aquí, rondando y reclamándome a gritos como suya, también, fui un peón de ayuda para Tobías, fracasando terriblemente con mi misión; luego, el ataque en la parte trasera de la cafetería-Bar de Linda, y la pobre e injusta muerte de Chuck, el mensajito amenazador de soy-tuyo-y-tú-mía y las llamadas del loco -yo-sí-sé-incendiar-mansiones-de-ricos que es el mismo, pero también, la débil atracción hacia Frenesí.
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Frenesí
JugendliteraturCuando se enciende la llama. ------------- Cara Holton, una chica que, acostumbrada a los lujos lo tenía todo, hasta que la llama de aquél fuego abrazador acabó con aquello, incluso con su familia dentro de la Mansión Holton. Según, se le culpó a lo...