01 | La solución de Jay

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Este capítulo va dedicado a alguien que ha estado votando y comentando con mucho entusiasmo, y aprecio mucho su presencia aquí y en mis otras historias. ¡Feliz cumpleaños! :D

Creo que no anuncié esto antes, y me di cuenta cuando estaba corrigiendo este capítulo. Además de Snowbarry, la historia contendrá algo de GoldenVibe (Lisa Snart y Cisco) y QuickWest (creo que así se llama la pareja de Wally y Jesse, aunque no estoy muy segura, hey).

Btw, prometo que los capítulos que vienen serán mucho más interesantes, no se preocupen. Esto sigue siendo como una introducción, y ya en el siguiente se vendrá un poco de acción, no me peguen (?)





—¿Qué podemos hacer ahora? —Cisco preguntó, quitándose los lentes que lo ayudaban a canalizar sus poderes, luego de apartar el cabello que le estorbaba en el rostro. Estaba cansado, de la misma manera que todos los demás—. Esto... —Levantó el traje de Flash, como si nadie lo hubiera estado observando con atención los últimos diez minutos, esperando por un milagro. Se dejó caer en el asiento más cercano y soltó un suspiro lleno de cansancio—. Esto, obviamente, no es suficiente. No puedo alcanzarlo. Y sí, ya sé que siempre dije que este era nuestro traje y no solo suyo, pero no puedo pensar en otro objeto que esté conectada a él en la manera que esta cosa lo está. Es parte de él. De quien es. 

—Tal vez ese es el problema —Jay comentó de manera ausente, perdido en pensamientos—. Tal vez una pieza de cuero...

—¡Hey! —Cisco intervino, ofendido ante el comentario. 

—... no es lo suficientemente fuerte para saber cómo traerlo a casa, y... El problema tal vez es que necesitamos a alguien.

—¿Alguien como en... una persona? 

Jay asintió, de manera distraída, sin notar el tono burlón o lo absurdo de la pregunta recién formulada.

—Exacto. Alguien que esté ligado a él de la manera que nadie más puede estarlo. 

—¿Ligado? —Cisco repitió, en broma—. ¿Cómo un alma gemela o algo parecido? 

Para su sorpresa —y la de todos en la habitación—, Jay asintió una vez más, de manera solemne. Parecía encontrarse a kilómetros de ahí, pensando —o recordando, nadie podría asegurarlo—  en algo relevante que podría ser su solución. Se dio cuenta de las miradas perplejas que había sobre su persona, y frunció el ceño.

—Barry no ha estado muchas veces en la Fuerza de Velocidad, ¿no es así? Así que voy a asumir que ninguno de ustedes ha escuchado sobre el pararrayos, ¿es eso correcto?

—¿Pararrayos? —Joe preguntó, con el ceño fruncido en confusión—. ¿Qué significa eso?

Jay se levantó de su lugar y se dirigió a uno de los cristales en el laboratorio para comenzar a ilustrar su explicación para que nadie quedara excluido del tema. 

—Cisco ha dicho que es un alma gemela y, aunque esté de acuerdo con ello, sé que es mucho más complejo que eso. La Fuerza de Velocidad es mucho peso para un par de hombros y un velocista necesita un ancla a su mundo, algo a lo que aferrarse cuando quiera volver si está perdido. Eso es el pararrayos: un ancla. Si un velocista comienza a olvidar quién es, va muy rápido o, como en este caso, está atrapado, necesita una mano que se estire para traerlo de regreso. Y, ahora que lo pienso, tal vez esta sea la clave para traerlo de vuelta. No sé por qué no se me ocurrió antes.

—¿Esa podría ser yo? —Iris preguntó desde la puerta, alzando una ceja con los brazos cruzados debajo de su pecho.

Había incredulidad en su voz, y Cisco no supo si era debido a lo loca que sonaba la idea —aunque no era tan disparatada; no después de haber conocido a Kendra y a Carter años atrás—, o porque estaban reunidos en la habitación de la brecha sin darse por vencidos en la búsqueda del velocista escarlata sin su aprobación... otra vez.

Un poco de silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora