Había pasado una semana desde Weekly Idol.
Las prácticas de los chicos habían sido extensas y duras últimamente, algo lo cual Matthew agradecía. Practicar y practicar lo mantenía ocupado o mas bien como lo interpretaba él, <<lo mantenía alejado de ella>> irónicamente estaban en la misma sala, aunque era como si una gran pared del más fuerte hierro les separara.
El cielo se encontraba gris pálido amenazando una pronta llovizna. Matthew había optado por volver mas tarde a casa ese día. Necesitaba estar sólo.
Miraba a su alrededor mientras inconscientemente lo recordaba, pasaba por su mente como una película antigua de esas en las cuales no había color y las pocas luces del estudio eran el escenario perfecto para revivir la escena una y otra vez, las desmesuradas pesadillas que le atormentaban. Su sombra en el suelo era tal cual la sombra que veía correr entre los árboles de aquella fantasmagoría que se repetía casi a diario, era su sombra, su sombra huía, de eso estaba casi seguro.
Al cabo de un rato que pareció eterno salió de sus vacilaciones para por fin tomar el pequeño celular el cuál había vibrado numerosas veces, más a su dueño le tenía sin cuidado. Tecleo un rápido mensaje a su compañero de piso y se levantó del ya frío suelo para irse a casa. Ya no tenía caso seguir ahí, era tarde y la temperatura había descendido considerablemente, seguramente afuera estaba lloviendo como se esperaba, en cuanto el chico terminó por ordenar sus cosas pudo oír como el común chirrido de la puerta alarmaba.
Alguien de baja estatura y cabello ahora gris hacía ingreso sigilosamente. Más el la ignoró.
-Vete.- le escupió con fastidio, sin darse ni un mínimo segundo para mirarla.
-Me echas a mi y resulta que te vas tú.- Contestó sin gracia la chica mientras veía como Matthew pasaba por su lado para alejarse.
Ingenuamente ella esperó a que él se girara para contestar a su sarcástico comentario, pero no era el caso, él había huido tan sagazmente como una presa que estuviese a punto de ser cazada.
Y ella no se quedó ahí. Claro que no, se echó a correr como atleta profesional por los pasillos, pero al parecer él sabía escabullirse muy bien. Continuó su carrera olímpica dando grandes zancadas que producían eco en el vacío lugar, doblo una esquina y luego otra y así hasta que dio con la entrada. Torpemente sacó su tarjeta de acceso para pasarla por el torniquete de seguridad perdiendo valiosos segundos, entre la oscuridad podía notar la ancha espalda de Matthew salir a la calle, estaba oscuro y las gotas de agua parecían ser agresivas.
Sin siquiera sacar su paraguas se lanzó al exterior dispuesta a que él la escuchara. La lluvia le empapaba por completo haciendo que todo su cabello se pegara sin un poco de glamour a su rostro, el cual llevaba maquillaje mas allá de donde debía estar.
-!Detente Matthew!- al fin había logrado llegar hasta él, lo detuvo por el brazo en un intento torpe, comparando su porte con el del chico, era de por sí una lucha perdida.
La calle estaba vacía y oscura, y era de esperar... a esas horas y con esa lluvia.
-!Suéltame!- Contestó él tan harto de ella y de él mismo, se giró como un animal furioso sin medir su fuerza, entonces ella cayó de golpe al suelo producto del brusco movimiento de Matthew.
La chica se quejó sonoramente sintiendo como su cuerpo se empapaba aún más por la lluvia, él la observó, la observó tranquila y lentamente y lo disfrutaba... disfrutaba verla en el suelo tan desvalida, luego volvía a la realidad sintiéndose asqueroso por disfrutar aquello y sin siquiera reconocerse a sí mismo, siguió observando detenidamente aquel cabello gris pegado a su rostro y otra vez parecía estar en un trance, era como un deja-vu, aquellos ojos que lo miraban le causaban terror, podía jurar que comenzaban a volverse tan grises como una espesa niebla en un bosque, le parecía tan familiar y tan tenebroso a la vez. Preso de sus propias emociones el chico dio dos pasos hacia atrás sintiendo como si la oscuridad que los rodeaba de pronto se volvía más intensa, se sintió mareado y entumecido más de lo normal y sin poder evitarlo sus piernas cedieron dejándolo caer a lo que parecía un interminable vacío.
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