EPILOGO

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Se ponía el sol sobre la hermosa ciudad de París, una joven de larga cabellera rubia atendía a la que iba a ser su última clienta del día.

–Merci beaucoup Madame, ¡Au revoir! – le dijo entregándole la bolsa con sus prendas recién compradas y el ticket.

– Au revoir, mademoiselle – contestó dándole una cálida sonrisa.

La mujer se cerró su abrigo de piel <<ni con el sueldo de tres meses podría pagar la ropa que lleva es>> pensó, y tras devolverle una sonrisa fingida, la chica vio como la mujer se alejaba del establecimiento.

–Robles – dijo una voz haciéndola sobresaltar, al girarse vio a una joven de rasgos argelinos se acercaba a ella– puedes irte ya si quieres, hoy cierro yo –le anunció Kheira, la encargada de la tienda, a la muchacha, está agradecido con una sonrisa fingida y fue a su taquilla para recoger sus pertenencias y dejar el simple uniforme de la tienda, el cual consistía en un identificador que llevaba colgado al cuello y una camiseta con el logo del establecimiento. Una vez cambiada y lista, salió del centro comercial y se dirigió al metro para volver a su pequeño apartamento.

–Quién te diría a ti que acabarías en París, Marina– se dijo a sí misma mientras observaba una de las múltiples hermosas calles de París.

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