Capítulo 4: El castillo

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El primero de septiembre llegó tan rápido como yo quería. Toda la familia Weasley, excepto los gemelos, seguían preguntándome dónde habían ido Ron, Harry y Hermione. Mi respuesta a todos era: no lo sé. Porque, era la verdad, yo no sabía dónde estaban mis amigos ahora, porque nunca habíamos planeado un lugar para empezar.

Los mortífagos habían caído en la trampa del ghoul. No se quisieron ni acercar por miedo a contagiarse. Luego de la boda, ayudé a los gemelos en la tienda, para que el tiempo se me pase más rápido. Pero aun aquí, rodeada de gente en el andén, personas guardando sus baúles, y subiendo al tren me sentí sola. Me faltaban mis mejores amigos, mi padre, Humber, incluso Cedric. 

Me subí junto a la multitud al vagón de Gryffindor. Allí, Neville Longbottom salió de un compartimiento, y al verme corrió para abrazarme. Yo lo abracé de regreso, Neville había ganado más centímetros de altura, y olía a perfume.

—Neville —dije estando atrapada entre su pecho y sus brazos —, me ahogas.

—Lo siento —rió, soltándome, pero quedándose cerca de mí —. Ven, ¿Dónde están los demás? Ya es hora de irnos.

Él abrió la puerta del compartimiento donde se encontraba antes, allí había unos libros y una rana. Me dejó pasar primero, y luego de pasar él, cerró la puerta corrediza y transparente.

—No vendrán —admití, mientras sentía un nudo en mi garganta por la tristeza que me generaba recordarlo —. Harry, Ron y Hermione no vendrán este año, Neville. Yo iba a irme con ellos, y no pude.

—Oí que los mortífagos atacaron en la boda de Bill y Fleur —respondió.

—Sí, así lo hicieron. Aparecieron luego de que Scrimgeour haya muerto, los chicos y yo ya habíamos planeado no volver a Hogwarts este año, irnos a cumplir una misión que Dumbledore nos dejó para derrotar al Señor Tenebroso, pero no pude escaparme con ellos porque habían llegado los mortífagos, y no podíamos correr el riesgo de que nos atrapen a todos.

—¿Lastimaron a alguien? —preguntó. Yo negué con la cabeza, observando a la rana Trevor dormir sobre unos cuantos libros de herbología —. Qué suerte.

Neville suspiró, tirándose para atrás en el asiento color bordó. El tren comenzó a andar, mientras pocos padres se iban yendo, y el paisaje comenzaba a mostrar montañas y la pradera que solía ser verde, sin vegetación

—¿A dónde están ahora? —vuelve a preguntar, distrayéndome de mis pensamientos. Jamás creí estar yendo a Hogwarts sin mis amigos, y con la situación de guerra que nos rodea.

—No lo sé. No habíamos decidido en donde empezar, ni tampoco sé por cuanto tiempo. Los voy a extrañar tanto. Solo espero que estén bien, y que puedan comunicarse algún día.

—¿Entonces habían planeado hace mucho tiempo irse a... hacer eso?

—Sí, desde el final del curso pasado, luego de la muerte de Dumbledore —respondí.

—Entonces ¿te despediste de Malfoy? Porque tal vez quisieras verlo, lo vi en la plataforma.

—Oh dios mío, Neville, tienes razón. Le había mandado una carta hace poco, diciéndole que debía irme, y sin más explicaciones. Dios mío, todos mis planes están arruinándose... me quedé en Hogwarts —susurré, cayendo en la cuenta de lo que pasaba realmente.

—Pues tal vez así debía ser —me responde Neville —. Al menos me alegra de que estés bien. No tuve noticias de nadie este verano.

—Así debía ser... ¡Neville eres un genio! —le dije dándole un beso en la mejilla —. Lástima que dejé el libro en el baúl, pero definitivamente creo que tienes razón.

Outsider - Draco Malfoy: La guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora