Capítulo XIII: La huída de Snape

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La figura de Ariadna Dumbledore volvía caminando junto a una figura tras ella. El camino que ahora ambas recorren está rodeado por vegetación, con grandes árboles, arbustos y altos pastizales. Detrás, casi como sin importancia se puede visualizar una cabaña de madera que elimina humo de una, seguramente, chimenea.

—¿Quién es?— pregunta Hermione desde la mesa. Mientras la figura de Ariadna está a punto de llegar, se pone de pie con expresión preocupada y con sus brazos cruzados, aprisionados en su cuerpo.

Ron y Harry también la imitaron, acercándose al cuadro aunque todavía no era visible aquella figura. Una vez que Ariadna llegó a su correcta posición, el cuadro se despegó de su lugar como si éste se tratase de una puerta.

Una vez que el cuadro queda completamente abierto, Abeforth se sienta con desinterés. De la abertura que ahora queda disponible y a la vista, se observa que sale un muchacho de la profunda oscuridad.

—Oh, ¡_______!— habla él, en cuanto sale del pasadizo. Se acerca y me rodea fuertemente con ambos brazos, aprisionando incluso mis propios brazos y no dándome lugar para mover mi cuerpo. Unos segundos después, se aleja del abrazo pero deja una mano en mi hombro. —Por Merlín, Dementy. Estuve tan preocupado yo... Nosotros tuvimos la radio lista y comenzamos a esparcir noticias sobre ti pero nadie te había visto. Y luego... ¡Y el ejército sin tí!— vuelve a hablar.

—Neville por Merlín, tranquilo. Estoy bien, todos estamos bien.— le respondo para tranquilizarlo. Neville asiente y finalmente quita su mano de mi hombro. Su rostro luce cansado, unas ojeras con tonalidad violeta adornan sus ojos. Algunas cortadas recientes cubren gran parte de su rostro y manos.—¿Los Carrow de nuevo, verdad?— le pregunto.

—Asi es yo... ¡Oh también están ustedes!— dice, como saliendo de un trance. Neville sonríe torpemente y abraza cariñosamente a mis tres restantes amigos. Luego, estrecha su mano con Abeforth de forma amistosa. —Oye, vendrán más. ¿Los dejarías pasar?—

—¿Más mocosos en mi casa? Demonios, Longbottom.— gruñe el anciano y peina su barba plateada.—Me debes una— le dice en forma de advertencia.

—Gracias, Abe— le agradece Neville.—Bien, tenemos que irnos ya, Harry. Será mejor que avisemos a todos que están vivos— habla nuevamente. Con una señal en su mano nos pide que nos acerquemos.

Pronto, los cuatro nos acercamos al pasadizo y la oscuridad nos consume. Con la varita que tengo de Bellatrix ilumino el camino.

—¿En qué han estado metidos?— pregunta Neville mientras caminamos  hacia quién sabe dónde.

—Bueno... Estuvimos en muchos lugares intentando buscar armas contra Quién Tu Sabes— responde Hermione— Nos atraparon los carroñeros y allí fue cuando encontramos a _______ en la Mansión de los Malfoy y...—

—¿Te secuestraron los Malfoy?— pregunta Neville alarmado. Había olvidado que Neville no supo nada de mí desde Navidad.— ¿Por qué? ¿Que sucedió? Cuando Luna volvió no quiso decir nada y...—

—¿Luna? ¿Volvio?— lo interrumpe esta vez Ron.

—¡Sí! Lo único que me dijo fue que la llevaron a un feo lugar y un elfo doméstico la salvó. Luego Bill y Fleur la han ayudado y volvió con todos los que habían salido por vacaciones de Pascuas— nos cuenta él.—Bueno, no quería interrumpir. ¿Cómo escaparon? ¿También con el elfo?—

—Si, Dobby nos sacó a todos de la Mansión. Lamentablemente Bellatrix lo ha matado— responde Harry. Neville lo mira con culpa, y luego ladea su cabeza.

—Este será tal vez el momento en que pueda vengarme de ella. Confío en ti, Harry. Todos nosotros lo hacemos— habla Neville. Abre finalmente una puerta, y en cuanto nuestros rostros son iluminados por la sala a la que nos adentramos los aplausos se comienzan a oír.

Outsider - Draco Malfoy: La guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora