CAPÍTULO I

1.5K 110 4
                                    

CAMINO A HOGWARTS

4 de abril de 1953, Inglaterra.

Iba levitando de un lado para otro una pluma dorada, pomposa y sedosa, una de esas disecadas o realizadas para ser adorno digno del sombrero demasiado chillón de la señora cerdorrosa, digo de «Dolores Umbridge», aquello habrá ocurrido desde muy temprano y ya el aburrimiento se cernía sobre ella, de tanto estar sentada en aquel cojín puesto estrictamente por su morfica comodidad(agradecida a los encargados del Ministerio de Magia)

Hace bastante tiempo que se sentía un trofeo extraño y viviente, siempre observando como todos iban pasando por el ministerio, ofreciendo una reverencia o simplemente una dulce caricia en su suave cabeza perruna. Tantos años aquí, que con seguridad podría confirmar que gran parte de las generaciones de Magos han de hacer mención de mi en sus dichosas vidas. No solo como personaje de la realeza, como animaga enjaulada de una cocker spaniel o simplemente recordar a mi difunta familia, que en paz descanse.

«¡Ay! Merlin que vida inmortal vivo»suspiró con pesadumbre, cayendo hacia la pereza y optando por la postura caída del dorso perruno acostado completamente en aquel cómodo cojín.

Media hora.

¡Ring! ¡Tong!

Acordes y tenores resonaron nombrando una hora en aquel reloj de péndulo, de roble oscuro que el Ministerio mantenía.

Diez y media figuraba las manecillas del reloj. Aburrida, flexionó cada pata con intención de estirarlas, tal vez una caminata ayudaría a despejar o animarla un poco.

«Bidibadibu~ pluma lin~ pluma da~, linda compañía obtenida»tarareó para sí misma.

¡Plaf, clonc!

Tan ida en mi canturreo, que mi cabeza hasta las patas reflejaron el golpe o tropiezo sordo desde la piel hasta las almohadillas de mi patas mostazas. Tropiezo, retrocedo torpemente tras un estornudo y caigo de sentón al suelo. Claro, acompañada de la pluma suelta que iba balanceándose al vuelo del desconcierto.

Un, dos y tres estornudos tras la sorpresa invadieron en mi nariz, relamiendo mi hocico tratando de recuperar un equilibrio ante el tropiezo tonto. Levantando la mirada, pude decifrar la incógnita de con qué o quién tropecé, porque lejos de la pared sí que estaba.

En el suelo reposaba delicadamente aquella tela color mate sedoso, tela utilizada para túnicas de varias capas, con mangas largas de bordados y botones. Era de aquellas túnicas que tenían anchos bolsillos para resguardar varitas u objetos pequeños personales, aunque ese color específico sólo lo utilizaba una persona y esa tenía la misma barba larga blanca.

-Lo siento... No lo vi, iba distraída.

Aquel hombre mayor, sonríe y se inclina ligeramente hacia ella para acariciar su cabeza peluda.

-No se preocupe Señorita...-contesta con su voz suave, tranquila y taciturna.

-Bruneila Sabbath Black Runirix -respondo por instinto.

-Gran nombre para ser una cachorra, o quizás una animaga ¿no?

Sorprendida por su respuesta, aunque no era un misterio que los rumores siguieran en por aún cuando ella permaneciera estacionada y oculta bajo la protección de altura mandos. Aunque no percibía peligro de este barbudo hombre, sino que la suavidad y comprensión al charlar instintivamente quería confiar en él.

-Si, ¿qué hace por estos rumbos señor?

Dumbledore sonríe con aquellos ojos azules añejos del tiempo y años vividos. Pude percibir su intención de seguir hablando por sus labios entreabiertos, sin embargo, un jalón me estira para arriba, el corazón me bambolea por sorpresa.

Una cachorra en Hogwarts![Fred Weasly]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora