ABSURDO

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¿Cómo sabes que estás siguiendo el camino que te fue trazado? ¿Cómo te das cuenta si te has descarrillado al pasado?
Tiendo a creer que todos seguimos un curso preescripto en la vida, y hasta parecería absurdo suponer que uno podría salirse de la ida.
¿Y qué haces cuando perdiste a la persona, o se te fue el momento, que hacía sentir a tu alma que caminabas por buenos senderos?
Mi mente vaga por una última pregunta.
¿Existe tal camino? Probablemente, eso no se pregunta.

No sé cómo empezó, ni tampoco el momento exacto, pero toda esta descarga emocional no se debe a un  solo acto.
Frecuentábamos los mismos sitios pero siempre nos mirábamos sin mirar. Fuimos extraños por un largo turno, hasta que alguien tocó a nuestra realidad.
Y nunca reí tanto como en aquella noche de sábado.
Aunque quizá empezó antes, algo así como mucho tiempo atrás.

Él (sí, es un él) no es tan típico como en mi descripción pudiese sonar. Es sencillo y para nada particular, casi como un amigo. Que adoras todo de él pero nunca llega a ser algo más.
Lo que más me gusta son sus manos, y su rostro cuando se pone serio para luego largar un chiste que hace reír sin parar. ¿Qué puedo decir? Construyó escaloncitos a mi corazón con su gracia, y yo tendía a reírme bastante. 
Me preguntaba cómo estaba mi madre y cosas sobre mi personalidad, cosa que desencuadraban en una conversación sin responsabilidad.
Me calentaba el corazón, sin saberlo.
Llegado el sábado, perdí el alma en risa y creo que es esa la manera más fácil de hacerse trizas. Quizá él se haya enamorado de mi también.
Nos hicimos amigos que se tratan con más cariño, y de repente, nos comenzamos a extrañar.
No hacía todavía un año que le habían roto el corazón en pedacitos que me hincaban los dedos, mientras él decía que no me quería lastimar.
Que nadie se merece ser amado por la mitad, aun cuando ese amor fuese real. Y yo comprendí, queriendo que se trataba de mí.
Nadie sabe que en secreto nos queremos, ni si quiera la punta de nuestros dedos. A veces nuestros ojos sospechan, porque comienzan a brillar y las manos nos sudan, incluso nuestros estómagos están hastiados de mariposas, pero no les vamos a contar.
Nadie se tiene que enterar, ni nosotros, que en las noches nos pensamos. Que en los días nos gusta decirnos oraciones que zumban nuestros oídos, más que un buen día, más que un cómo estás.
A veces no puedo guardarme el secreto, y en lágrimas se comienza a escapar. Me pregunto si también te ocurre lo mismo.
Y después nos vemos, habiéndolo anhelado tanto, fingiendo que estamos en una amistad casual.
Pero me parece absurdo suponer que lo nuestro no significa algo más.
A ti no te gusta esa palabra, pero a mí sí, especialmente para describir a todo lo demás. A todo lo que nos aleja de querernos más.
Si vos estás en mi camino, y yo estoy en el tuyo, ¿cuándo llega la curva en que nos decimos todo? Nos escondemos en una esquina, antes de continuar, y me robas un beso que yo dejé robar.
Me aterra pensar que sólo compartimos un par de kilómetros más, y cuando yo te diga, vos tengas que girar.
Sos mi mejor amigo, y creo que sabes que incluso algo más. Ojalá perdieses el miedo conmigo de una vez por todas, y podamos caminar.
No como amigos esta vez, sino como más.
Si te desvías del camino que a alguien se le ocurrió crear, con el corazón partido, de verdad te lo digo, espero que nos volvamos a encontrar.

El Amor En Todas Tus FormasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora