Capítulo 3.

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Reino de fuego.

-¡Aquí es donde te hospedaras!-expresaba el carmín super contento mostrándole una habitación de las torres al moreno.-se que... no te quedarás mucho tiempo, pero espero disfrutes tu estadía como mi invitado.-le sonrió acercándose a él y guiando su tono de voz a uno seductor.-te di uno de los mejores cuartos, puedes pedir lo que sea; las criadas vendrán a prepararle un baño y yo vendré a recogerle mas tarde para llevarle a la fiesta del "príncipe" del fuego.-esto último lo dijo como si de burla se tratase.
-¿El príncipe no es de su agrado?-cuestionó serio.
-No es eso... me molesta otra presencia en el castillo.
-¿Y la mía? ¿Que hago aquí entonces?
-Me refiero, a que le den atribuciones importantes a alguien que ni siquiera conozco.-sentenció.-usted... fue elegido por mi... digo, por haberme auxiliado... lo menos que debo hacer es pagarle de alguna forma.-le miró de reojo.-bien, ahora tengo que irme. Haré preparativos para la cena, espero descanse bien.-finalizó con un beso al aire al forastero antes de salir de ahí.
William se quedó en silencio, pensó en escapar, pero se vería bastante sospechoso y acusarian al reino contrario de mandar espías a monitorearles, cosa que podría dar un motivo de ataque directo.
Pensó entonces que quedarse hasta terminar la fiesta era lo mejor, puesto que ese consejero/consejera estaba al tanto de lo que hacía y se veía a leguas que era el tipo de persona temperamental a niveles excomunales.
-Me quedaré y me marchare como cualquier invitado del pueblo por la mañana.-habló para sí.
En ello, las chicas llegaron, le llevaron al baño para probar si el agua era de su agrado, a lo que las muchachas, sorprendidas tuvieron que cambiar el agua.
-¿Como que no la desea caliente?-gimoteo una de ellas en los pasillos.
William ya se encontraba lavando su cuerpo.
-¿De que se supone que hablan?-preguntó un niño rubio que pasaba junto a ellas.
-Ah, sr. Príncipe.-se inclinaron.-ya ha despertado.
-Si, ahora dime, ¿Quién se hospeda aquí?
-Un invitado del consejero Sutcliff, bastante raro por cierto... pidió el agua de su ducha fría.
-¿Ah si...? ¿De cuando a acá los consejeros tienen tanto poder en los reinos?
-El sr. Sutcliff es muy relevante en este reino debido a que el sr. Faustus lo ha ordenado.-contestó en seguida.
-Uhmmm con que tenemos a un allegado mas...-se detuvo a pensar.-que molestia...
Caminó de nuevo con los tacones negros que llevaba en esas botas largas y hermosas, se dirigió a con el rey y entró a su habitación sin avisar.
-¿Perdona, quién eres?-expresó el mayor al verle en su habitación.
-El príncipe... y vine a poner en orden esto.
-¿De que habla?
-Hay un intruso.
-Sea mas claro.
-Sutcliff trajo a un intruso, tienes que despedirlo.-Claude, al escuchar esto, se levantó del asiento y con una leve risa se acercó a su ventana.-¿Sabes lo importante que es Sutcliff en el servicio del Consejo?
-No, ni me interesa; pero se toma libertades que no le corresponden, eso está claro.
-¿Acaso usted no hace lo mismo siendo que pertenece a otra familia bastarda allegada a mi familia?-atacó.-usted ni siquiera es de mi linaje y se atreve a pedir que corra a alguien que, por supuesto, no conoce. ¿No le parece exagerado?
-El recién llegado pidió agua fría en su baño, nosotros no soportamos temperaturas tan bajas...
-Nadie dijo tal cosa...-interrumpió.-solo nos debilitamos, tal vez se sintió a salvo estando seguro en el castillo y pudo pedir agua a su gusto.
-Eres muy condecendiente.
-Y dejaré de serlo con usted si no se va a su habitación a prepararse para la cena.-ordenó. El príncipe chasqueo la lengua molesto y se retiró, no sin antes toparse con cierto pelirrojo en las escaleras.
Al chocar, el carmín dio dos pasos hacia atrás y revisó su ropa, parecía irritado.
-¿Porque no te fijas, eh?
-¿Quién te crees para hablarle así a un príncipe?-Grell se quedó perplejo. Después de unos segundos, escaneo con la mirada al menor y sonrió como si de un chistorrete se hablase.-¿Tú?-le rodeó caminando despacio, acechandole elegantemente.-¿Como, si no tienes madera de príncipe?
El rubio le seguía de vista.
-Debes ser el consejero.
-¿Ya tan pronto te han hablado de mi? Haha, no me sorprende... todos me adoran en este lugar.-soltó sin dar tiempo al menor de responder.
-Lo que deduzco de lo que he oído, es que eres una persona con derechos de mas en este sitio.-el de mirar chartreuse paró en seco.
-¡Ha!-se burló.-¿Y tú que eres? Pequeña rata rubia...-le nombró al poner su dedo índice en el pecho del muchacho.-ni siquiera caminar sabes con esos tacones por estos pasillos que no te corresponden, y vienes a decirme que tienes mas derechos que yo que llevo aquí básicamente desde que tenía quince años... pues no, no, no, cielo... tú eres el recién llegado; clases tendría que darte yo para que me llegase tu presencia si quiera a los talones.-se alejó mirándole con desprecio.-desde ahora te digo, no me caes nada bien, y mas te vale no meterte conmigo, o podré atormentarte cuanto quiera... aquí yo valgo mas para el rey que tu simple puesto de príncipe, métete eso en la cabeza.-despidió dando la vuelta a su capa y volviendo al camino al que se dirigía.
El príncipe se quedó ardiendo, a él le habían dicho que por llevar ese puesto el tendría todos los mimos que el deseará, pensó que llegando a dar órdenes le obedecerian sin mas... pero no.
Siguió rápidamente al consejero a la habitación de Claude y esperó en la puerta.
-Sutcliff, ¿Tiene listos los preparativos?-acudía el rey al de gafas rojas.
-Si, señor...-murmuró seguro.
-¿Pasa algo?
-Me topé con el príncipe allá afuera.
-¿Y que pasó?
-Me dijo cosas...
-A mi igual, de hecho, me pidió que despidiese a mi consejera.
-¿Que dice?
-Alguien debió haberle mencionado tu sobre autoridad en este castillo.-se acercó a Grell tomando sus manos.
-...
-No te hará nada, estate tranquila.
-Bien, espero cumpla con ello.
-Por cierto... me ha mencionado algo sobre el forastero.
-¿Él? ¿Ese mocoso que sabe?
-Me dijo... que le pidió el agua de su baño fría a las doncellas.
-¿Y?
-¿Te mostró su documentación?-Grell no tenía expresión alguna.-porque... si es un intruso, sabes que puede haber problemas; así que... ¿Te la ha mostrado?
-Si, lo hizo. Inclusive me dijo la palabra clave de su vivienda en el pueblo.
-¿Ah si? ¿Cuál es?
-Jazmín.-el rey le miró dudoso.
-Bien, confío en ti.-le acarició el brazo.
-Rey Faustus...-habló con el mismo tono con el que había mentido.-me sentí mal el día de hoy.
-¿Porqué?
-Me molestaba el hecho de que me tratará como un trapo.
-Sabes que eres la reina de este gobierno... secretamente tu mandas sobre mi.-le besó en la comisura de los labios como respuesta.-así que no veo como puedas preocuparte.
-¿Usted me quiere?
-Por algo cumplo tus caprichos tontos.
-No me habla como es debido.
-Hoy estás demasiado sensible... ¿Porqué será?
-Por nada...-acallo para sus adentros.-tengo que irme; solo vine a mostrarle el traje que usará en la cena.
-Ah... esta tela, ¿La has escogido tu?
-Vaya que me conoce.
-Se que te encanta ir a darle ideas a las diseñadoras y costureras; pero, no descuides tus deberes, que entonces si tendrás problemas, frente al príncipe no puedo ser tan bondadoso contigo.
-¿Acaso le importa lo que diga ese mocoso?
-No, sabes que no es eso, sino... que este pueblo no está listo para saber muchas cosas.
-¿Que puede hacer el al respecto?-se mofo Grell cruzando los brazos; el rey, ante tal acción, sonrió y acercó su mano al cabello del carmín para acariciarle.
-Tu actitud siempre ignora esos detalles, descuidada pelirroja.
-Tsk...-chasqueo dejándo el uniforme y dirigiéndose a la puerta.-deje de tratarme como una niña, he aprendido a cuidarme sola, lo ha visto esta tarde que llegué del pueblo.
-Es seguridad.
-Son sus celos fuera de lugar, y se niega a aceptar que tenemos algo; ¿Que quiere que haga yo con eso?
-Grell... mi intención no es hacerte menos...
-No quiero saber, nos veremos mas tarde en la cena.-sentenció para salir por aquélla entradilla.
Taconeaba con coraje, estaba harto de ser tratado como una puta cualquiera.

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