Reino de fuego.
-¡Ese malnacido!-clamó Grell al devolverse a la reunión, sus dientes punteagudos lograban verse debido a sus muecas de coraje.
El príncipe se había perdido entre los concejales, el carmín tenía que encontrarle antes de que alguien se diera cuenta de la locura que estaba haciendo. Justo ahora se culpaba a si mismo por haberle dado el tiempo de entrar a la fiesta y esconderse del carmín.
Mientras tanto, junto a la mesa de cócteles se encontraba William, el cuál, observaba la comida de manera incómoda... no estaba acostumbrado a ese tipo de cosas. Tenía dudas, pero tampoco podía preguntar con tanta libertad puesto que podrían descubrirle fácilmente, así como Sutcliff lo había hecho anteriormente.
De la nada sintió que alguien acarició su espalda, era una dama.
-¿Busca algo?
-¿Tu eres el forastero que trajo Sutcliff, verdad?
-Me parece que sí.
-Vaya que eres apuesto... dime, ¿De donde vienes? ¿Cuál es tu palabra clave, eh?
-¿A que viniste rata asquerosa?-le empujó sutilmente el consejero.
-Ah... pensé que se había quedado en el pasillo.-se excusó el rubio.
-Ya quisieras; el rey va a matarme si te ve así.-le jaló del brazo.-ven conmigo...-en ello alzo la vista y le llevó con mas fuerza.-¿De donde sacaste eso?
-¿Qué? ¿Te molesta?
-¡Esa corona es mía!-gruñó furioso el carmín.
-¿Quieres que te la de?-se burló el rubio quitándosela para esconderla detrás suyo.-vamos, que tu amigo el forastero me diga su palabra clave.
-¿Que diablos quieres ganar?
-Solo que digan la verdad y te echen de aquí a patadas.
-Disculpe, sr. Sutcliff...-se metió el moreno.-puedo decirle.
-¿Ah...?-Grell estaba desconcertado, no sabía si dejarle hablar o no.
-Jazmín... supongo que Sutcliff se lo mencionó con anterioridad.-el rubio chasqueo le lengua.
Grell, sorprendido; decidió seguirle la corriente.
-Ah claro que lo había mencionado, pero al rey, no a una rata rubia entrometida.-atacó al menor mientras este daba dos pasos hacia atrás, al tercero lo dio mal por accidente y cayó de espaldas.
Los comensales cerca se fijaron en el incidente.
Grell parecía disfrutar aquélla escena, pero al ser "un caballero" debía recogerle y estar al tanto de su bienestar al encontrarse mas cerca de aquella "chica"; debido a eso, se acercó y atendió a la rubia.
Sin preguntarle nada, el rey se acercó y reemplazó la palabra del carmín.
-¿Se encuentra bien?-le tomó la mano.
Grell se tensó al ver la escena.
-Si, se encuentra bien.-apartó la mano del rey de la doncella.-yo la llevaré a...
-¿Esa corona...?-se fijo Faustus.
-Ya le dije que no podía tomarla.-rápidamente aclaró el consejero.
-¿Es usted la princesa...? Se me había dicho que vendría un príncipe. La corona le queda bien.
-Claude...-reconocía esa mirada, no le gustaba que le quitarán la atención del rey.-el es él príncipe.-murmuró por lo bajo alertando al mayor.
-Oh... no me esperaba eso...-sonrió.-pero bien, ya que no se nota la diferencia justo ahora, podemos dejarla así.
-Pero, la corona; y van a pensar que habrá una reina, usted me había dicho que...
-Hablaremos de eso mas tarde, ya notaron su presencia.
-Señor rey...
-Mas tarde.-sentenció para halar del brazo a la chica y llevarla a la mesa del consejo.
Grell se quedó mirando frustrado, de pronto sintió que alguien le tomó de los hombros y lo encaminó de nuevo a postres.
-¿Thomas?
-Calmese ya, ¿Como puede ser el consejero del rey si se comporta de ese modo?
-Pero...
-¿Le incómoda algo?
-Es que el...-fijo la vista a la mesa del consejo.-olvidalo, tienes razón, estoy exagerando.-sonrió dejando de lado el problema.-lo siento, suelo ser algo neurótico con estas cosas.
-Tiene algo con el, ¿No es así?-el pelirrojo agachó la mirada.-¿Que le preocupa?
-El también gusta de chicas, pero no quería tener descendencia.
-Y cree que pueda reemplazarle.-este asintió.-bien... si es así, debes preocuparte mas por hacer tu trabajo y no por estar bajo las faldas del rey.
-¿Qué?
-Así al menos no tendrán motivo para correrte.
Grell fingia estar seguro de que no sería así, sin embargo, dentro de si estaba dudando seriamente. No le gustaba estar nervioso; le dolía, le frustraba. Tal vez le quisiera o no, le incomodaba a sobremanera el hecho de que ya no tendría privilegios y dejaría de ser mimado, además de que básicamente era intocable en el reino.
El jugaba a ser la reina que faltó por tanto tiempo, el rey le había prometido tenerlo a su lado y con seguridad, dejarle el trono de ser posible.
Ahora Alois estaba aquí, buscándole pleito por cualquier motivo.
En ello recordó.
-¿Como supiste la palabra clave?
William sacó una carta y se la dio.
-¿Que es esto?
-Te llego antes del baile.
-¿Porque la tienes tu?
-La llevaba una de las doncellas personales, ya que me han dado autoridad mientras estoy aquí, la he tomado diciendo que se la daría después.
-Pero...
-Lo he hecho.
-Y la has leído.
-...
-Eso está mal, ¿Lo sabías?-el moreno no dijo nada. Sutcliff sonrió malicioso.-al menos no eres tan imprudente, cielo.
La abrió y comenzó a leerla.
-Supuse que como estaba vacía dicha propiedad, usted utilizó dicha palabra para protegerme. También pensé que si alguien mas veía el contenido de esa carta podrían delatarme.
-Vaya que eres listo.-siguió leyendo.
-¿Que pasará con ella?
-No lo sé... al hacer la cuenta del pueblo se darán cuenta de que no vive nadie ahí y me la quitarán.
-...
-Espera...-se puso a pensar.-me cobraré el favor que me debes.
-Fue muy pronto.
-Te quedarás tres días mas.
-¿Qué dice?
-Si, en tres días hacen el conteo; aparte que debo sacarte papeles oficiales y debo limpiar la casa.
-Usted dijo que me iría mañana.
-Pero no puedes.-le miró decidido.-me lo debes.
Dijo alejándose hacia la mesa donde estaba el rey.
El moro suspiró molesto.La noche pasó tranquila, Grell hablaba como si nada ocurriese y todo transcurrió según lo planeado por el rey.
William se había quedado en el balcón esperando a que terminase.
Finalmente fue a su habitación asignada.
El rey, al finalizar dicho festejo; se retiró a su morada, sin embargo, al apretar el cerrojo, una presencia le esperaba cruzado de brazos.
-Grell... ¿Que haces aquí?
-Dijo que hablaríamos mas tarde. Aquí estoy.
-No me digas que sigues molesto.
-Dígame, ¿Debería no estarlo?
-No dije eso.
-¿"La corona le queda bien"? ¿Que intentaba decir con eso?
-Solo fue un cumplido.
-Esa corona es mía, usted lo dijo hace unos años. No deje que vuelva a ponersela.
-Haha...-soltó una risilla.-ven aquí.-lo abrazó.-sigues celoso... pero no tienes de que preocuparte...-susurró en su oído.-podemos reiterar el cariño que te tengo justo ahora.
En ello, el carmín se separó.
-Justo ahora no quiero.
-¿Perdón?
-Si, no tengo muchas ganas.
-Vaya, lo de la corona te dejó raro.
-Rara.-corrigió.-y no es así. Solo, no me siento bien.
-¿Entonces que quieres que haga?
-Nada... mañana iré al pueblo.
-Pero ibas a ayudarme con las tropas.
-Lo haré antes de salir; ya tengo a los asignados.
-Bien... entonces, buenas noches.
-Buenas noches, su majestad.-se inclinó y acto seguido salió de ahí.
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Reinos Divididos.
RandomEl misterio de la procedencia de aquél carmesí, la duda de quién es el antagonista de toda la historia, ¿A donde llevará toda esta guerra?