*1 año después*
Me desperté sudorosa, el corazón latía a un ritmo frenético y las imágenes seguían repitiéndose en mi cabeza una y otra vez.
Fui a la ventana y me senté en el mismo sillón de siempre, como hacía cada vez que esa pesadilla me desvelaba para el resto de la noche.
Suspiré mientras veía La Tierra lejana, inhabitada, pensando en las vidas de la gente que sí pisó su hierba.
Su voz adormilada rompió el silencio y sentí una calidez que sólo me provocaba su presencia.
-¿Otra pesadilla?
-La misma de siempre - no dijo nada pero sabía que estaba despierta, esperando a que continuara hablando como cada vez que esto pasaba. - Hoy hace un año.
-Lo sé.
-En ese sueño aún puedo sentir el desgarro en mi pecho, el mismo que sentí aquel día cuando pensé que te había perdido.
No escuché sus pasos pero debió moverse grácil por la habitación y me sobresalté un poco al notar sus brazos cerrarse cariñosamente sobre mi cuello.
-Ya ha pasado todo Lex, la gente parece estar contenta con los cambios que se están realizando y por lo que he oído la presidenta del Consejo lo está haciendo muy bien.- Pude escuchar su sonrisa y me giré para besarla.
-Tú deberías ser la que lo presidiese.- dije sobre sus labios, sin separarme mucho de ella.
-La política se te da mejor a ti, yo prefiero un segundo plano.
-¿Crees que es la primera dama la que siempre manda o eso sólo pasa con nosotras dos?
-Quién sabe - fingió pensarlo y me besó. La quietud volvió a instalarse en el habitáculo.
-Aún no puedo entender cómo te pudo salvar tu madre, una persona sin entrenamiento ni experiencia...
-Para mí es el claro ejemplo que una madre haría lo que fuera por sus hijos.
-Pero ni siquiera sabía que estabas ahí, no tenía una radio con la que Raven pudiera comunicarse con ella y las dársenas de despegue estaban en la zona que Indra debía cubrir.
-Ella dice que simplemente lo supo, que fue un presentimiento y que reaccionó guiada por él. Me sigue sorprendiendo que asesinara a Pike sin pestañear, ella, que se sentía culpable si a sus enfermos les dolía algo.
-¿No le afecta para dormir?
-Creo que no, y si lo hace siempre me lo niega. En cierto modo creo que se siente bien porque aunque se llevara su vida por delante pudo salvar la mía. - Hizo una pausa. - Aún recuerdo como rompió el cristal blindado con una simple barra de hierro oxidado.
-Es una gran mujer, al igual que tú.
-Tú tampoco te quedas atrás.
La besé y sentí que la angustia se desvanecía poco a poco de mi pecho.
-Jamás le perdonaré a Pike que te secuestrara de esa manera.
-Yo si lo he hecho - se sentó en el asiento que había frente al mío, la miré en la penumbra que sólo era iluminada por la escasa luz que entraba por la ventana, iluminando su perfil y haciendo brillar levemente su iris izquierdo. La miré curiosa, esperando a que hablara. - Pike ya no está y sin embargo yo sigo aquí, contigo, y no podría ser más feliz. Quién sabe, quizás de no haber sido por todo lo que hemos pasado juntas nosotras no tendríamos un vínculo tan fuerte.
-Preferiría que hubiese sido de otra manera.
-Yo también, créeme -sonrió- pero ya no se puede cambiar nada de lo que pasó y lo más inteligente ahora es que aprendamos de todo lo que vivimos.
-¿Y si...
-Deja de hacer suposiciones -me cortó- ¿Y si tú y yo no nos hubiésemos conocido? ¿Y si no hubiese participado en esta guerra? ¿Y si me hubiese matado la bala de Jaha? Había mil posibilidades de que las cosas saliesen mal y sin embargo ahora está todo bien. Somos la consecuencia de todo lo vivido y de nuestras decisiones tomadas y ¿sabes qué? No me arrepiento de ninguna, a pesar de todo. Gracias a eso puedo ver que el verde de La Tierra no tiene comparación con el bosque de emociones que veo cada día en tus ojos.
-Te quiero tanto, Clarke. No sé cuándo has crecido tanto.
-Supongo que estar a punto de morir dos veces y ser la primera dama de la presidenta del Consejo no me ha dejado mucha opción para elegir – bromeó.
-Y lo de ser tan graciosa es porque...
-Para compensar tu seriedad -me retó, haciéndome reír.
-A pesar de todo hacemos un buen equipo ¿no crees?
-La verdad es que sí.
-¿Clarke?
-Dime, Lex.
-No puedo decir que esté enamorada de ti desde la primera vez que te vi allí parada en la habitación en la que te habían encerrado, mirando con confusión la puerta entreabierta.- Intentó hablar pero la corté.- No puedo decirlo porque sería caer en un cliché incierto. Lo que sí es verdad es que me enamoré perdidamente de ti el primer día que discutimos, mostrando toda tu fuerza y tu determinación, sin dejar que nadie te pisotease. Entonces comprendí que no había vuelta atrás, por eso siempre intentaba protegerte y enseñarte a defenderte por ti misma, aunque eso sólo me costase más enfrentamientos contigo.
-¿Por qué me dices todo esto?
-No lo sé, me he dado cuenta que nunca te lo había dicho. Me retrasé demasiado en dejarte ver mis sentimientos hacia ti y no quiero que vuelva a pasar.
Me besó. En sus labios pude saborear el cariño y las ganas. Se sentó en mi regazo, puso sus manos en mi cuello y me acercaba casi enfermizamente a ella.
-Te amo.
-Yo también te amo, Clarke.
-Lex, qué te parece si nos vamos a la cama.
-No creo que pueda dormir – torcí el gesto.
Se levantó, cogió mi mano y tiró de ella para que siguiera sus pasos.
-No importa, yo tampoco tenía pensado hacerlo - me guiñó un ojo y me sentí completa sin necesidad de que me tocase.