Llow (I).

1.6K 136 12
                                    

You light me up when all I see is darkness.

Moonbeam era un pequeño pueblo al noroeste de Chicago. Mientras caminaba, junto a mí, se paró un coche.

Era un deportivo rojo, el cual conducía una chica rubia, con cabello largo y ondulado y con unas gafas de sol rojas en forma de corazón que no dejaba ver sus ojos.

-Eh, guapo, ¿vas a Moonbeam?

Asentí.

-¡Pues te llevo!

Me encogí de hombros y salté en el asiento del copiloto.

-Y, ¿cómo te llamas?

-Llow Winston, ¿y tú?

Ella sonrió.

-Amber Rixton.

-Bonito nombre -Sonreí.

Amber era una chica muy linda, cualquiera con ojos lo podría ver. Además, era extremadamente coqueta, rozando la zorrería (si esa palabra existe, claro).

Estuvimos unos diez minutos hablando, hasta que llegamos hasta el pequeño pueblo de Moonbeam.

Amber me dejó en la plaza central del pueblo, despidiéndose con una sonrisa coqueta y desapareció en su deportivo rojo.

Eran sobre las 18:30 p.m., por lo que en aquella plaza había decenas de niños pequeños jugando a diversos juegos.

Comencé a marearme, por lo que me senté en un banco. Mi cabeza comenzó a palpitar y a doler como mil demonios.

Cerré fuertemente los ojos, esperando que desapareciera el dolor. Apoyé mis codos sobre las rodillas y descansé la cabeza en mis manos.

-Perdona, ¿te encuentras bien?

Una dulce voz femenina hizo que levantara la vista.

Frente a mí, una chica alta, delgada, con un pelo largo y rubio ceniza que llegaba hasta su cintura. Vestía de forma algo bohemia y llevaba una corona de flores en su cabeza.

Me miraba, con preocupación en sus ojos...¿violetas? Sí, violetas.

-Hum, sí. Sólo me ha bajado un poco el azúcar.

Ella sonrió y metió la mano en el bolsillo derecho de su falda larga y blanca. Extendió su mano frente a mí, y esta estaba llena de caramelos.

Sonreí y cogí uno.

-Gracias-susurré.

-De nada.

Ella me dedicó una sonrisa y se sentó junto a mí.

-Me llamo Wod.

-Llow-dije extendió mi mano.

Ella la sacudió educadamente y dirigió la mirada hacia unos niños que saltaban a la comba, sin poder evitar sonreír.

Su piel era muy pálida, pero parecía suave. Tuve el impulso de acariciar su piel para averiguarlo, pero me controlé.

Ella era guapa, no como Amber, pero era guapa.

Reparé en un objeto plateado con detalles en negro y dorado en su mano; una armónica.

-¿Tocas la armónica?

Wod me miró y sonrió.

-Todo el mundo debería tener tres cosas esenciales; una armónica, acuarelas y poesía magnética.

Sonreí. Estaba citando un libro, y yo sabía cuál; Las ventajas de ser un marginado.

Alive.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora