-¡Diane, mueve tu maldito culo!
La voz de mi tío me despertó.
Abrí lentamente mis ojos. La luz se colaba a raudales por la persiana. Giré sobre mi costado y gemí ligeramente por el dolor de espalda.
Dormir en un colchón tirado en el suelo de aquella habitación, que más que una habitación era un armario.
Aparté las sábanas a un lado y puse ambos pies en el suelo, frío.
Muerte, sangre, suicidio...
Agité la cabeza. Otra vez las voces.
Agarré una pequeña caja a la derecha del colchón que era mi cama. La abrí y cogí una pastilla al azar. La coloqué bajo mi lengua y esperé a que hiciera efecto.
Una oleada de euforia recorrió mi cuerpo.
Me quité la camiseta sin mangas que usaba de pijama y me puse lo primero que vi, algo que ahora no recuerdo.
Cogí mi bolso, mis cigarros, me puse unas gafas de sol y salí de aquella minúscula habitación.
Bajé las escaleras con algo de dificultad y solté una pequeña risita.
Caminé hacia la puerta, pero el cuerpo algo obeso y bajo de mi tío se interpuso en camino.
-¿A dónde vas?
-Al instituto.
Él asintió y me dejó pasar. Salí cerrando tras de mí y solté una pequeña risa. Él jamás se imaginaría a donde iba.****
James me rodeó con su brazo y sonrió.
-Abre la boca.
Obedientemente, abrí la boca y él introdució una pastilla en mi boca.
Cerré los ojos y, a los pocos segundos, sentí una oleada de euforia.
Sentí un golpecito en mi hombro y me giré. Wod estaba sentada junto a mí, sonriendo.
-Hey, Wods, ¿por qué tan feliz? ¿James te ha dado una de esas pastillas de felicidad?
Ella negó con la cabeza.
-No, Di.
-¿Entonces?
-He conocido a alguien.
Rodé los ojos.
-Wods, que no te hagan daño.
Ella asintió.
-¿Sabéis qué? Esta noche fiesta en el almacén.
Miré a James.
-¿Fiesta?¿Quién va a ir?
Él rió.
-¡Todos!
Solté una risotada. Las fiestas de James eran épicas.