Epílogo

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—El guion me dio una imagen muy similar a esta—

—Sí, también a mí. ¿Cómo vas con el entrenamiento, Ben? ¿Llegarás al peso? —

—Mi entrenador está convencido, he ganado músculos bastante rápido—

—Perfecto, el vestuario te va a lucir y necesitamos que lo hagas—

Benedict estaba en su prueba de vestuario desde temprano en la mañana, se había reunido con el director y el productor de su nueva película, discutían sobre la imagen de su personaje y lo que querían reflejar a través de él. Casi todo el día se había mantenido ocupado en ello, y todavía tenía otro compromiso que cumplir en unas horas, así que Benedict estaba agradecido de poder mantener la mente ocupada y no en casa, intentando no extrañar aquel maravilloso viaje que había tenido días atrás.

Martin, por su parte, había viajado a Los Ángeles, tenía un proyecto entre manos en colaboración con un viejo amigo, por lo que solía estar muy ocupado todo el día. Llegaba al hotel siempre pasando las once de la noche, se bañaba, pedía algo para comer y se quedaba en su cama hasta el día siguiente. A pesar de que habían pasado pocos días desde que había hecho ese viaje con Benedict, él sentía como si hubiesen pasado meses, realmente lo extrañaba.

Solo una vez se habían llamado en esos días, la pareja sabía que debían alejarse un poco para acostumbrarse a la idea de que no se verían tan pronto, y luego volverían a contactarse más seguido con simples mensajes o llamadas. Todo estaba realmente bien, todo volvía a ser como antes, hasta que Martin recibió aquella llamada de su agente pasando las cuatro de la mañana.

— ¿Hola?... ¿acaso sabes la hora que es aquí? —

—Martin, tienes que ver esto, te voy a mandar un mensaje, tienes que verlo ahora—

—No, ya lo hablamos, estaré regresando en mañana en la... —

—No, no puedes esperar. Rayos, Martin, ¡¿por qué nunca me lo dijiste?! —

— ¿Decirte qué? ¿De qué hablas? —

Su teléfono avisó que un mensaje había llegado, tenía un documento adjunto.

— ¿Qué es? ¿Un guion? — preguntó

—Abre el mensaje—

Martin frunció el ceño totalmente extrañado. Puso en altavoz la llamada y finalmente abrió el mensaje. No era un documento, era una foto. La sangre bajó de su rostro al instante, sabía que, de la impresión, se había puesto indudablemente pálido. No podía creer lo que estaba viendo.

— ¿Pero qué...? —

— ¡¿Cómo demonios pasó eso, Martin?! Estoy recibiendo llamadas de todos los medios para pedir una entrevista contigo—

—No... esto... es falso, tiene que ser falso— es lo único que se le ocurrió decir en esos momentos

—No, no lo es ¡creo tú lo sabes muy bien! Y no es la única foto, hay más y están en todo Internet—

La foto de él con Benedict encima en un muy cariñoso beso a orillas del río abarcaba toda la pantalla de su teléfono móvil. Por un momento sintió marearse, sabía todo lo que se venía para ambos gracias a esas fotos.

—El medio que tuvo la exclusiva dice que consiguieron las fotos gracias a una persona de ese pueblo—

—Oh, Dios mío... —

Martin cubrió su rostro con su mano en un intento de calmarse, recordó la paranoia de Benedict con aquel joven y se arrepintió tanto de no haberle creído. Ciertamente, el ingenuo al final era él y no Benedict.

Road trip [Freebatch]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora