Insomnio

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12 de Marzo 2019

«Pero no te lo dije, no hacia falta. Al parecer era tan claro como el cristal de verano. Quizás no era lo que esperabas, aun así, nunca lo sabrás con exactitud.»

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5 de Febrero 2018

Un domingo me invitaste a salir con la más pura intención de contar tus enredos diarios.

-¿Cómo vas con eso? -inicio rápidamente Rebecca, al oír a Ronald del otro lado-, si es que puedo preguntar...

-Claro que puedes, estoy bien, por decirlo de alguna manera. Sigo vivo ¿no?

-Me alegra la idea de no tener que ir al psicólogo, al menos tu no me cobras por escuchar -riendo casualmente, haciendo un particular sonido de nariz-. ¿Quieres salir?, para no correr riesgos de una recaída.

-¡Basta con eso! ¡No puede haber recaída si no he caído!, y está bien... ¿Te veo en el parque?

-Ta bien, ta bien. Al parque entonces, en 30 minutos estoy por ahí, ¡nos vemos!

-Adiós

-¡No te suici...

-¡Cállate! -la interrumpió terminando la llamada.

Paseándose por todo el departamento, Ronald se preparaba para salir mientras devoraba un pobre desayuno. No tenía demasiadas cosas; un televisor, un sofá, un horno, un pequeño congelador, y una cama. Bastaba solo eso para su reciente y apresurada vida de soltero.

-Mis llaves... ¿Dónde deje esas malditas cosas? -Tocándose la frente con la mano libre de desayuno-. Creo que tendré que entrar por la ventana nuevamente si esas malditas siguen escondidas.

Ya tenía como costumbre hablar solo. Tres días de soledad, después de cinco años de compañía causan estragos en la cabeza de un hombre.

-Me rindo, por la ventana será -saliendo del departamento, con su desayuno aun a medio comer.

Camino al parque, Ronald no hacia otra cosa más que pensar en algo para que Rebecca no se enterara de su insomnio. Su relación de amistad se remontaba a sus años en el instituto, donde la conoció por ser la chica más enérgica y conflictiva de la clase. En esos momentos él tenía solo 16 años y había sido trasladado de instituto por una enfermedad de su madre. En el WestCollege podía salir e ir a visitarla en caso de emergencias, y no tardar más de 10 minutos.

Rebecca se había acercado solo por curiosidad y cortesía, conocer al chico nuevo le daría un escape de los típicos ineptos de su clase.

-¿Que hay, nuevo? -le preguntó unos metros antes de saltar a el banco de junto--. Soy Rebecca Potts, llámame Reb.

(Joven)

-Hola Rebecca...

-Reb -lo interrumpió.

(Disculpe, son tres mil pesos)

-...Soy Ronald Griffo.

-¡Llámame Reb, Ronald!

-Disculpe -tocando el hombro de Ronald-. Anda por las nubes. Lamento sacarlo de su sueño, pero hemos llegado al parque, son tres mil pesos -sonriendo nerviosos, como lo haría un taxista despertando a su único pasajero.

-Si, disculpe usted, he tenido una pésima noche -estirando el brazo y entregando el dinero-. Muchas gracias.

-A usted, cuidado al caminar, no vaya a dormirse por ahí.

Los [Deli]ríos De Ronald Donde viven las historias. Descúbrelo ahora