La mañana avanzó, se acercaba la hora de T&R. Ronald estaba listo, esta vez las llaves descansaban en su bolsillo, se aseguraba de ello tocando obsesivamente su pierna. Las horas de esa mañana volaron; Ronald se paseó con el teléfono ideando una forma de explicar su situación, y no morir en el intento. Por desgracia no recordaba el nombre de su médico de toda la vida; Charles ¿Rothstein? ¿Rossie? Nunca había olvidado ese maldito apellido, mi cabeza es un lio. En fin, papá debe tenerlo en su libreta.
Observando el número de su padre por un momento, cerró sus ojos y presionó llamar.
El teléfono sonó unas diez veces antes de arrojarlo al buzón de voz. Espero un momento y volvió a intentarlo.
—Howard ¿quién habla?
¿Qué manera de contestar es esa, papá?
—Hola, soy Ron.
—Oh, hola hijo, ¿sucedió algo?
—Hmm, sí. Pero primero; ¿Cómo estás? Tenía pensado pasar por ahí.
Se hace un pequeño silencio del otro lado.
—Si...Todo bien. Hazlo cuando quieras, sabes que dejo la puerta trasera sin llave por las tardes, tu madre siempre se molestaba por eso; creo que la dejo así por ese motivo.
Allá vamos otra vez...
—Entendido, uno de estos días estaré ahí. Estoy corto de tiempo, iré al grano ¿tienes por ahí el número del doctor Charles? Él de siempre, creo que lo perdí.
Howard revisó su libreta por un momento, y recito los datos.
—Muchas gracias, me salvas la vida.
—Ya ¿estás bien?
—Sip, todo bien. ¡Pasare por ahí! Y otra vez gracias.
Su padre se despide y cuelga el teléfono. Enseguida Ronald empieza a sentirse mareado y nota que estaba aguantando su respiración, da un gran suspiro y quita el teléfono de su oído. A tientas busca el respaldo de su sofá y toma asiento. No estuvo tan mal.
Levantando nuevamente su teléfono marcó a la consulta de Charles Rosstie. La secretaria era una chica de voz muy alegre —más de dieciocho no tiene, de seguro—. Ronald dio sus datos, y programó una cita para el día Jueves, es decir, dos días para que evolucione lo que sea que padece. Ronald colgó e inmediatamente se puso de pie, palmo sus bolsillos, repasó su inventario, y se marchó.
Ambas llamadas no fueron el gran problema que él esperaba, si bien su padre sonó algo distraído, Ronald decidió no pensar demasiado en ello; sí hubiera actuado de una manera casual, tendría la misma reacción.
Recorriendo las calles de ShiverTown, como solía hacerlo en sus mejores tiempos, golpeando su bolsillo y sonriendo al oír el tintineo de su preciado tesoro, Ronald meditaba.
Hoy me siento bien. Ver a Reb me ayudó. Por un lado me reventó los nervios, pero, ¿eso no es lo usual que hace ella? SÉ QUE NO ES REAL, pero si causa un efecto en mí, bueno o malo, ¿eso no la hace real para mí?
—Yo digo que sí.
—Woow, Ronnie. Te ves de muerte.
—Já, já, No dormí muy bien que digamos, larga historia. ¿Qué haces aquí, Reb?
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Los [Deli]ríos De Ronald
Fiction généraleRonald, un chico alegre y enérgico, que decae tras una larga relación, aunque no tan largo termino, se siente dentro de un sentimiento nuevo para él. La depresión no le sienta bien, está pasando por un repentino Insomnio, sus días son largos, extrañ...