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[Wooaah, mira eso Ron, tiene muchos colores, y-y mira ese, pasemos por uno de esos], decía la chica entusiasmadamente, sin mirar o siquiera importarle si su acompañante seguía con ella.

Ronald la observó por un momento, de pie a unos metros de distancia; esta vez con más calma y detenimiento. Su vestimenta era la misma del día anterior; una blusa sencilla. Jeans grises. y un pequeño chaleco. Su cabello era de un gris digno de una anciana. En resumen, descolorida como la recordaba. Nada fuera de lo normal, se dijo Ronald, aunque su memoria ya no era lo de antes.

Dando un gran suspiro redujo la distancia lo más posible.

[... y de esos también], tocando el cristal de la heladería, con los ojos abiertos de par en par.

—¿Quieres que compre alguno para comer en casa?

[¡Claro que sí, joven Griffo. Creo que me lo merezco, estuve en silencio todo el día. Fui una buena chica.]

Si-sí, lo noté —dando una pequeña sonrisa— ¿Me esperarás aquí?

[¿A dónde más iría?]

«Buena pregunta...»

Una vez adentro de la heladería, Ronald se giró y apuntó a un sabor al azar con una expresión interrogante. La encargada miró hacia afuera, luego al chico, y nuevamente hacia afuera.

—Buenas noches, el más grande que tenga de... Chocolate Suizo —con una amplia sonrisa.

La chica tras el mostrador hizo un pequeño gesto, sonrió, y comenzó a hacer su trabajo. Al parecer no le dio importancia que el chico mirara a la nada, y hablara solo en tono de reprimenda.

—Aquí tiene. Muchas gracias.

—Gracias a usted.

Reb esperaba de pie con las manos entrelazadas en su espalda, dando pequeños saltos (clara señal de exceso de energía). Al salir, Ronald notó en sus ojos y expresión, un poco más de color, o vida, si es que de ponerle nombre se tratase. Su cambio de actitud hacía ella debía ser de conocimiento mutuo, pensó, lo que él sabia ella también debía de saberlo. Por lo tanto dejemos de pensar y vamos a experimentar.

—Ya estoy aquí. Un balde de Chocolate Suizo para la señorita...

[¿M-me lo llevas tú a casa, Ron? No creo poder cargarlo hasta allá.]

—No hay problema, mientras caminemos rápido llegará sano y salvo.

La Avenida república se conectaba con Hock una manzana antes del departamento de Ronald, debido a ese hecho, últimamente prefería caminar; no tardaba mas de 20 minutos.

En el momento que Ronald cruzaba la calle y divisaba a su Reb, un hombre cruzaba la ventana del salón; ventana que él dueño no solía cerrar con frecuencia.

El extraño observó el salón, caminó hasta la cocina; donde bebió un poco de agua al tiempo que con la mirada inspeccionaba todo el lugar. Con la toda calma hizo lo mismo en el cuarto y el baño; no había mucho, si llevaba algo consigo el dueño del lugar lo notaría de inmediato, se dijo, será mejor no tomar nada y volver en un futuro.

Con la velocidad de un profesional, de la misma manera en la que irrumpió salió.

A diez minutos de su departamento Ronald continuaba su experimento:

—...a pesar de los años que nos conocemos nunca habíamos pasado tanto tiempo juntos, digo, más de un día ¿no te cansa subir el ánimo a un pobre idiota como yo? —el helado comenzaba a derretirse, podía sentirlo desde la bolsa.

[Hmm, nones ¿Tú sí? Si es así en realidad no me gustaría saberlo. Por más deprimido o loco que estés no puedo irme, ya llegué. Y las cosas no funcionan así, él no me lo perdonaría.]

«Wow, wow, momento ¿Qué quiso decir con eso? ¿Quién es "él"? Esto me tomó por sorpresa, lo dejaré pasar y seguiré el plan.»

—Ya veo. No, a mí tampoco, aunque si me sacas un poco de lo cotidiano, no te negaré eso. Por ahora todo bien.

[Entonces todo en orden. Ya quiero estar en casa.]Dando saltitos de aquí para allá.

A unos pasos de la entrada, Ronald sonreía como solía hacerlo hace unos años, sin embargo, no dejaba de pensar y analizar lo recién ocurrido. Esta chica tiene secretos —pensó mientas sacaba las llaves de su departamento—, o algo similar a uno. «...las cosas no funcionan así, él no me lo permitiría.» había dicho ¿de quién demonios hablaba? No tiene sentido. Nada de esto lo tiene.

Una vez adentro la chica saltó al sofá.

[¡Sírveme muchísimo helado, Ron!]

—Eso haré, tranquila. (De todas maneras no podrás tomarlo)

En la cocina, pone el helado sobre la mesa. La nota algo diferente, desordenada; hay un vaso en el fregadero y un poco de agua en el fondo de este. Lo mira por un momento y descarta cualquier idea paranoica, si ese vaso está ahí y no recuerda haberlo usado antes de salir, lo más probable es que lo haya olvidado. Desde el salón oye a su Reb gritar que se apresure, que debería comprar un televisor y, lo que es mas importante «¡Tengo hambre!". Vaya chica. Ya voy, ya voy.

Sale de la cocina con dos platos repletos de helado en vías de derretirse.

—¿Lo tomarás ahí? —Dijo Ronald arqueando ambas cejas.

[Sip ¿No hay problema, verdad?]

—Nono, es mas cómodo, además, quiero que charlemos de una cosa —tomando

asiento junto a la chica mientras entregaba su helado— ¿me ayudarías con eso, Rebby?

[Con lo que sea, caballero]

—Muchas gracias. Para emézar me gustaría saber la razón de que estés aquí. Y no me malinterpretes; sabes que mi memoria no va bien estos días, tengo bastantes lagunas ¿sabes? —Al terminar, rápidamente se llevó una cucharada de helado a su boca. La chica meditó por un momento la pregunta, llevó su dedo índice al mentón y miró hacia arriba. Se tomó un momento y por fin respondió:

[Hmm, creo que no puedo responder a la mayor parte de eso. No me dejan, Ron.

Pero si puedo decirte cuando llegué; a ver... me parece que el cinco de Febrero ¿o quizás antes?]

Otra vez con eso —pensó Ronald—, ya es un hecho tiene secretos. No dirá nada.

—Hmm, ya veo, cinco de Febrero; el domingo de los helados ¿Y cómo fue?

[Camino a casa. Aparecí, hablamos, y llegamos caminando hasta aquí. Fue fácil.]

—Si... Fácil ¿Terminaste tu helado? Iré a dejar esto a la cocina.

Con un gesto, Reb negó con la cabeza.

[Fuiste muy rápido. Aún no como nada], comenzando de una vez, y sonriendo de oreja a oreja. Ronald, sin más, volvió a la cocina.

La tarde continuó, no hubo más sorpresas, Ronald decidió relajarse y olvidar el hecho real. Siendo sincero, su mente descansaba si olvidaba la realidad y únicamente dejaba fluir todo, aunque, no podía imaginarse viviendo en una falsa realidad, delirando a los ojos de terceros, para mantener su salud mental en una especie de orden. "Podré reconocer cuando esto empiece a escaparse de mis manos" se repetía esperando el sueño o el amanecer, lo que llegue primero. 

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⏰ Última actualización: May 13, 2018 ⏰

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Los [Deli]ríos De Ronald Donde viven las historias. Descúbrelo ahora