Final

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¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Dos o tres meses? No lo entendía, pero ahí estaba. Se suponía que todas esas terapias, tantas seciones, debían servir para salvarme de esta situación. El doctor Park me había dicho que debía tener una razón para vencer mis temores, lo tuve o eso creía cuando salí de lo que tantos años había sido mi hogar.

Pero mi padre lo había dejado bien claro.

—Si vuelve a tener otro ataque de ansiedad, regresa a casa—

Y como hombre de palabra, había cumplido su promesa. Claro que en su momento pensaba que esa "Casa" se refería regresar a Malasia.  Para mí suerte solo se refería a volver con ellos.

Me alejaron de todo lo que había conocido hasta el momento.

—No tiene sentido seguir ahí. Si sigues sufriendo—

Había dicho mi padre. ¿Por qué pensaba que yo sufría? Estaba bien como estaba. Tal vez eso era el problema.

Estaba cómodo viviendo oculto.

Internado en un centro de rehabilitación para estos casos de miedos irracionales, se encontraba tan cerca y a la vez tan lejano de la ciudad que tantas veces ví el amanecer.

Quedé atrapado por meses en ese lugar en donde todas las terapias habían pasado en meses, sucedían en un solo día. "Un nuevo método" decían los doctores.

Yo solo me sentía un lunático en un manicomio. Tal vez por eso mi príncipe no llegaba.

Muchos días veía por la ventana y rogaba que mi príncipe apareciera en su caballo y me rescatara. Como siempre lo hacía.

Pero él no estaba ahí.

Cuando por fin los médicos me dieron el tan ahnelado alta médica, ya era tarde, las flores habían desaparecido, la casa que tantos años había sido mi hogar ahora estaba en ruinas. Yo era la única razón por la cual mi tío seguía viviendo ahí, así que al irme les dió trabajos nuevos a los empleados. Dejando que el tiempo se llevara los recuerdos de ese lugar.

Lo primero que hice ese invierno fue observar aquellas flores de las cuales había hablado mi príncipe hace tiempo atrás. Era verdad, había color incluso entre la nieve y el frío. Aún así no era suficiente, necesitaba verlo.

Ver a mi flor de primavera e invierno.

El instituto al que empecé a asistir era totalmente diferente y las personas eran aburridas. Ninguna sabía apreciar la bellaza que ocultan los libros clásicos.

Ninguno era mi príncipe, mi Alicia, mi Gretel, mi Romeo y Julieta.

Nadie era Jeongin.

Pero no todo es tan oscuro y ese día mis ojos vieron la luz brillante de la estrella más bella de todas. Su sonrisa.

Hace unos pocos días había empezado a tener citas rutinarias con el doctor Park. Era el único a quien le confiaban al cien por ciento mi situación y era la segunda persona más feliz por mi recuperación.

La primera sería el, después de decirle.

—¿Príncipe?—

Lo llame. Mi mente no podía hacerme una broma ¿No? Es decir, muchas veces fueron las que lo imaginé venir ahí.

—Doctor ¿Quién es el?—

Su voz cargada de dolor y confusión me dieron a entender que era real y que sus lágrimas se sentían tan dolorosas desde la distancia.

—Es paciente de un colega, del doctor Park—

—¿Jisung?—

Intenté sonreírle. Tal vez así lograba relajarse.

—¿Quién más podría ser? Jeongin ¿Sigues siendo mi príncipe?—

—Dime que eres real—

—Depende de la versión que más te guste. ¿Al final el sombrero existía Alicia?—

—Si pasas a través del espejo. Verás lo que encuentras ahí—

Sonreí. Muy pocas personas conocían el segundo libro de Alicia en el país de las maravillas, no cabía duda de que era mi príncipe.

Poco me importó que estuviéramos en una clínica de Psicólogos. Yo lo besé como tantas veces había soñado, recordando a mis sentidos la sensación de sus labios sobre los míos. Estaba más alto y su cuerpo no era el mismo, pero la calidez de su tacto eran iguales que siempre. Aún con ese sabor a primavera que abordaba todo mi interior.

¿Que ocurrió después? Pues, después de ese hermoso reencuentro hablamos por horas. Yo le relate mis días en aquel lugar y lo bien que me había hecho, le conté como había visto por primera vez la nieve desde tan cerca. El narro el porque estaba en aquel lugar, el cual ya no necesitaría. ¿Quién hubiera pensado que al final me convertiría en el país de las maravillas de Alicia?

—Eras demaciado perfecto para ser real—

—Si fuera perfecto. No me hubiera desmayado cuando fui a buscarte—

Aquel adiós al despidirnos no fue el último.

Después de eso pasamos días juntos, ya no había ninguna excusa que nos impida estar unidos. Fuimos pareja por dos años, donde podía ir a buscarlo después de sus clases. Donde ambos estudiamos para entrar a la universidad, yo entraría en la carrera de literatura para ser un escritor o editor, en los mejores de los casos sería crítico literario.

Jeongin por otra parte empezó la loca carrera de Psicología. Yo le dije que no debía hacerlo por mi, pero el insiste en estudiarlo. Estoy feliz por el.

En estos momentos, mientras escribo esto, mi príncipe está en su universidad. Obviamente su carrera es más larga que la mis y yo terminé con honores. Dentro de poco entrara por la puerta y le diré que conseguí trabajo en una editorial conocida. Seguro estará feliz.

Pero esa noticia no será la verdadera razón de su felicidad y la mia.

Hoy, al cumplir seis años de nuestro reencuentro, le pediré a mi príncipe que se convierta en mi rey.  Así es, le pediré matrimonio. Tengo listo nuestro castillo, un departamento que logré alquilar con trabajos de medio tiempo y un jardín donde nuestras flores purdan crecer con facilidad. Es decir un par de macetas.

Después de leer esto. ¿Jeongin aceptas ser mi Rey?

[...]

El chico dejo la hoja que había encontrado en la puerta de la casa, su corazón latía con fuerza. Giro del pestillo y abrió la puerta, encontrándose con un Jisung sentado en el suelo.

—Lees lento Alicia—

Nunca se cansaría de sus apodos.

—Acepto Han. Acepto ser tu Rey—

No queda mucho que contar después de que el anillo fue colocado en su lugar. Donde ya no importaba si era verano, otoño, invierno o...

Primavera.


Primavera |Jigin/JeongSung|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora