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Cuando Jeongin conoció a Jisung fue extraño, así como cada momento especial con el mayor.

El suelo sobre sus pies se movía, apresuró sus pasos una vez más. Sentía el sonido de los trotes en su espalda, tal vez no había sido buena idea meterse en contra de los matones de la escuela.

Estaba cansado de todo esto, en el instituto nadie podía parar las acciones del grupo aquel y ninguna persona se atrevía a enfrentarlos, nadie hasta esa tarde. El grupo de tres, del último curso, estaban fumando nuevamente en la puerta de entrada. Desde chico Jeongin había sufrido de un pequeño grado de asma y odiaba la sensación de aquel humo en sus pulmones, por eso con el rostro lleno de rabia les gritó;

"Si se quieren matar, mejor tirarse de un edificio y nos hacen feliz a todos"

Gracias a esa oración, ahora era perseguido.

Sin mirar a su alrededor, metió su cuerpo por una puerta extrañamente abierta. No era un lugar muy peligroso, aún así era rara la confianza de los dueños al dejarla sin seguro. Miró atrás y no vio a los que lo seguían, sin dudar dos veces entro por aquel lugar misterioso.

Cerro sus ojos y escondido en los arbustos que creaban una pared, espero hasta que los gritos y las corridas se alejaran.

Observó con cautela otra vez, debía asegurarse de que estaba libre de peligro. Suspiro aliviado y se preparó mentalmente, solo había estado en los arbustos no había hecho nada ilegal y los dueños de aquel lugar no se habían dado cuenta de su intromisión.

Hasta que escucho una voz

-¿De qué nos escondemos?-

El muchacho asustado abrió los ojos y con un movimiento lento, giró su mirada a la persona que imitaba su postura.

Era un chico apuesto, Jeongin no era ciego, tenía unos ojos oscuros y profundos, una sonrisa dulce y por alguna razón la forma en la que lo miraba le causaba gracia. Rió nervioso, con una mezcla de sorpresa.

-¿Eres mi príncipe que viene a rescatarme de la torre?-

El chico, un poco más grande que el, volvió a hablar. Abrió más grande sus ojos y acerco su rostro al de él, podía notar en la expresión del misterioso muchacho que hablaba con esperanza. Negó despacio aún sorprendido por no ser regañado por entrar ahí.

-¿En serio? Eres muy apuesto ¿Seguro que no lo eres?-

Sonrió tímido, mostrando el aparato metálico que tenía en ellos. Jeongin volvió a respirar con normalidad cuando el chico se apartó de él.

El castaño camino despacio y despreocupado, dándose media vuelta movió sus manos indicándole que lo siguiera por un costado de la gran casa que había detrás de ellos.

Jeongin debía estar loco para seguir a un desconocido hasta su casa.

Y lo estaba.

-¿Cuál es tu nombre?-

Habló por primera vez al chico que lo guiaba por un camino de piedras.

-Jisung ¿El tuyo príncipe?-

-No soy un príncipe-

Jisung ignoro sus palabras y continuó su camino. El camino llegaba a su final y el menor pudo notar que la casa no era la gran cosa comparado al jardín con la que está contaba, un patio de flores, árboles y una flora bien mantenida. Observó a unos trabajadores cortando un poco el césped, debían ser los jardineros, eso lo supo al ver como esas personas le mostraban respeto al chico que seguía su propio camino.

-¿Acaso eres millonario?-

Jisung río suave, mostrando ligeramente sus blancos dientes. Negó sentándose en una banca en medio de aquel lugar.

-Mi Tío es el dueño de todo, yo solo soy su huésped. Hasta que llegue el invierno-

La mano del castaño se extendió y Jeongin la siguió con la mirada, en lo extenso de aquel jardín se mostraba algo parecido al paraíso. Las flores organizadas en canteros que se alzaban al rededor de un prado, los colores mezclados con la pequeña brisa de los árboles que mantenían su color.

Era una vista única y quería que sus ojos guardaran el recuerdo de esa imagen. Sonrió con sus ojos brillando de emoción, su acompañante lo observaba divertido, siempre había querido un amigo y aquel chico estaba con la misma mirada que Jisung había tenido hace tiempo atrás, la primera vez que lo vio.

-¿Donde estoy?-

Hablo hipnotizado por el paisaje.

-¡En el país de las maravillas!-

Jisung extendió sus brazos hacia los lados, mostrando aquel lugar. Jeongin soltó una pequeña carcajada, el chico era gracioso y bastante divertido.

-Es raro, no recuerdo haber caído por la madriguera-

-Tal vez perdiste la conciencia y todo esto es un sueño-

Iba a contestar que eso era una locura, pero sus palabras quedaron atascadas. No eran loco después de todo, definitivamente se sentía como Alicia, siguiendo a un chico que apenas había conocido.

-Dime Alicia ¿Por que entraste a mi humilde hogar? No veo ningún conejo llegando tarde-

Estaba por reclamarle por estar llamándolo de diferentes maneras, cuando recordó que aún no le decía su nombre. Pensó en dejarlo que le diga cómo quiere, por las dudas sea un desquiciado y quiera aprovecharse de él.

-Escapaba de unos chicos que quieren golpearme-

Fue totalmente sincero, no había motivos para mentir e inventar alguna excusa.

Jisung lo tomo de los hombros, obligándolo a mirarlo. Se acercó nuevamente a él, Jisung no conocía el concepto de espacio personal.

-Entonces ¡YO! Soy tu príncipe y debo salvarte-

-¿Y qué esperas para salvarme?-

Bromeó con el, era cómodo y divertido hablar de aquella manera con Jisung.

-Si vuelves mañana, lo descubrirás-

-Jeongin-

El otro lo miro confundido.

-Es mi nombre-

-Prefiero decirte mi príncipe o mi Alicia-

-Soy un chico-

-¿Y? Seguirás siendo mío-

Para Jeongin llegar hasta ahí fue una coincidencia, que Jisung justo pasearse por el patio delantero fue una coincidencia. Ninguno estaba acostumbrado a tomar acciones precipitadas, pero aquella amistad que empezaba a nacer les daba la esperanza de volver a actuar de aquella forma.

El muchacho se quedó hablando trivialidades con el castaño hasta que las estrellas empezaban a gobernar el cielo nocturno. Volvió a su casa con una nueva historia que contar a su mejor amigo, le hablaría sobre lo particular que era aquel chico.

Primavera |Jigin/JeongSung|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora